Venecia (Italia)

El cineasta Pedro Almodóvar ideó su primer cortometraje, La voz humana, presentado esta semana en Venecia, como "un experimento" de libertad. Por ello desbarató el clásico de Jean Cocteau, lo hizo además en inglés y modernizó a su desconsolada protagonista, a quien da vida Tilda Swinton. "Creo que será la última vez que volveré a molestar el texto de Cocteau con mi adaptación", bromeó el realizador manchego, quien ha regresado a la Mostra veneciana un año después de recibir su León de Oro honorífico para estrenar fuera de concurso esta obra.

La voz humana, su primer cortometraje y debut con el inglés, es una libérrima adaptación del monólogo de Cocteau (1930) en el que una mujer abandonada suplica por teléfono el regreso de su amante. Es un texto que de hecho ha asomado en varias ocasiones en la filmografía del director español. Carmen Maura lo emula en La ley del deseo (1987) y estuvo en el origen mismo de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).

"Ha sido muy fértil y de algún modo la situación de una mujer abandonada, sola al borde de la locura junto a un perro también abandonado y con quien comparte el duelo y un montón de maletas ya hechas es una situación dramática que siempre me estimuló", afirmó el cineasta manchego. Sin embargo La voz humana cambia en el universo de Almodóvar, queda desbaratado y poco tiene que ver con la sumisión de otras famosas actrices que lo interpretaron, como Anna Magnani en L'Amore (1948) de Rossellini o Ingrid Bergman para Ted Kotcheff. "Yo casi de un modo natural quería hacer algo absolutamente ya no solo distinto, sino casi opuesto, porque de otro modo no reconocía como contemporánea a la mujer que espera y habla con su examante", declaró.

Su mujer, una soberbia Tilda Swinton, habla con modernos auriculares inalámbricos, vaga desesperada por una casa de diseño y halla una efímera idea de redención en un hacha y en los ansiolíticos a la espera de que el teléfono suene con "su" voz. Así, se diría que en los ojos de la dama se percibe cierto aire de bravura cuando afronta la encrucijada del desamor, cuando debe decantarse entre morir y descansar o vivir desconsolada, en llamas.

El director señaló que embarcarse en esta aventura ha sido todo "un capricho" y lo ha vivido como un "experimento de libertad". Todo el corto está bañado por una importante impronta teatral. La cámara rompe la cuarta pared para salir de los decorados y mostrar las oscuras paredes del estudio de cine donde se rodó y las pantallas verdes de los croma se envuelven en forma de telones.

Esa libertad la demuestra el hecho de que poco o nada quede del texto original de Cocteau. "Han desaparecido la mayor parte de las palabras de Cocteau. No es corregir un clásico, sino digerirlo de un modo absolutamente mío que implicaba reescribir el texto y respetar la situación de soledad, desesperación y duelo de esta mujer que está a la espera", confesó.

Por otro lado esta obra también sigue la senda del cambio de ciclo que Almodóvar inició con Julieta (2016) y continuó con su último largo, Dolor y Gloria (2019). "De un modo consciente muy palpable, desde Julieta estoy derivando en una narración mucho más contenida donde los elementos son cada vez menos pero trato de ir lo más profundamente que puedo", declaró en el Lido. No obstante Almodóvar adelantó que el próximo mes empezará con la preproducción de su próxima película (se espera que sea Madres paralelas, aunque no lo especificó) y para después tiene preparados dos nuevos proyectos de corta duración.