La escritora J. K. Rowling parece que está perdiendo la magia. Desde que echó el cerrojo al colegio del Hogwarts de Magia y Hechicería se nota más si cabe. Hace poco más de un mes se le ocurrió compartir un artículo en su Twitter y, ya de paso, hacer un chiste. Y no sentó nada bien. La madre de Harry Potter y de Hermione Granger consiguió que el mago y la marisabidilla desenvainaran sus respectivas espadas. Y, con ellos, la mitad de los que creen que el quidditch es deporte.

El artículo este de marras sobre el que la J. K. Rowling quiso echarse unas risas fue: Opinion: Creating a more equal post-covid-19 world for people who menstruate, que en castellano vendría a ser algo parecido a Opinión: Crear un mundo post-covid-19 más igualitario para las personas que menstrúan.

Del final, de esta última oración de relativo, la novelista amarró la gracia que ha causado el tsunami:_"'Las personas que menstrúan'. Estoy segura de que solía haber una palabra para esas personas. Alguien que me ayude. ¿Wumben? ¿Wimpund? ¿Woomud?". ¿Rowling se había olvidado de las mujeres que no menstrúan? ¿De las niñas, de las mayores? ¿La novelista se había convertido en transfóbica? ¿O acaso sólo es que quiso que el foco mundial la volviera a iluminar como cuando entonces? ¿No puede pensar lo que le da la gana?

La escritora Michelle Roche Rodríguez, que acaba de presentar en el último festival Celsius 232 su novela Malasangre (Anagrama, 2020), sostiene que la J. K. Rowling, con el lío que ha montado, sólo buscaba la notoriedad que perdió cuando decidió finiquitar la serie del mago de Hogwarts. El chiste fue como una bomba atómica: la llamaron cosas como "perra", como "transfóbica" o "terf", que viene a ser lo mismo, pero en inglés. Y la escritora no se arredró (no lo hizo contra Lord Voldemort como para hacerlo por un quítame allá un debate). Tuiteó:_"Si el sexo no existe, no hay atracción entre dos personas del mismo sexo. Si el sexo no existe, la realidad vivida por las mujeres globalmente es borrada. Yo conozco y amo a personas trans, pero borrar el concepto de sexo elimina la capacidad de muchas personas de discutir sus vidas de manera significativa. No es odio decir la verdad". Y ahí sí, la ira de quienes se criaron leyendo las aventuras del mago, de sus amigos y de los más malos del todo, corrió como una orden de mascarilla obligatoria.

Tiró primero Daniel Radcliffe, que es el actor que dio aliento al Potter. Escribió: "A todas las personas que ahora sienten que su experiencia con los libros se ha visto empañada o disminuida, lamento profundamente el dolor que estos comentarios les han causado", aseguró. Luego vino la actriz Emma Watson (Hermione Granger): "Las personas trans son quienes dicen ser, y merecen vivir sus vidas sin ser constantemente cuestionados o decirles que no son quienes dicen ser". J. K. Rowling había cabreado a "sus criaturas" principales y, en consecuencia, a sus ecos. Porque sí, ya hay quienes aseguran que no pueden seguir amando a la escritora que rechaza a los trans. O sea, que confunden literatura con política. O el tocino con la velocidad.

Rodríguez, cuya tesis doctoral se tituló Harry Potter: la mitologización del héroe mediático, dice que la Rowling "no calculó las consecuencias de su toma de partido". Hace unas semanas, por poner un ejemplo, vandalizaron sus huellas en el cemento, en medio de la ruta potteriana de la ciudad de Edimburgo, en Escocia, que es la ciudad en la que nació el mago. Rowling desveló en mayo que fue en el barrio de Corstorphine, camino del Aeropuerto de Edimburgo, y no en la cafetería del puente de Jorge IV que dicen todas las guías de turismo de la capital escocesa. Lo que sí es cierto es que allí, en The Elephant House, le dio a la tecla con cierto ardor: hasta que se fue al Balmoral (1.000 libras por noche) y terminó su primera novela.

La crisis de las opiniones trans de la Rowling no se ha disipado. Hace dos semanas vertieron pintura de color rojo a las huellas de las manos de la escritora, uno de los atractivos turísticos de la capital escocesa. Las opiniones de Rowling dan para mucho. "Hay que entender de quién estamos hablando: una mujer que escribió un libro que, de repente, se convirtió en un fenómeno mundial, un libro que fue un milagro", señala Michelle Roche Rodríguez. "O sea, ella, que es experta en estudios antiguos escribe una novela y ese libro le cambia la vida", añade.

Una oscura estudiosa de mitos clásicos, súbitamente, tiene una exposición mediática mundial: "La madre de las criaturas ha logrado el sueño de cualquier escritora: un superéxito". Y esa nueva situación, en opinión de Rodríguez, la satisfizo enormemente. "Pero aquello ya pasó". O sea, que la ola a la que se subió la Rowling está convirtiéndose en espuma. La primera aventura de Potter es de 1997, la penúltima, de 2007. De 2016 es la obra de teatro que cierra el ciclo. Las películas van de 2001 a 2011.

Es decir, "ahora Rowling vive de aquellas mieles" y esas mieles se agrian cuando la exposición pública ha pasado a la historia, opina Rodríguez. La Rowling, pues, montó el número de los trans "para seguir en el candelero", continúa la experta en su argumento.

Michelle Roche Rodríguez señala que no es la primera vez que la Rowling se va por los cerros mediáticos. "Lo hizo cuando dijo que Albus Dumbledore era gay. No se basaba en nada más que sus propias notas porque cuando lees los libros no existe nada que, siquiera, te lo haga sospechar", cuenta Rodríguez. "Dijo que era gay porque ella es la madre del personaje y lo puede decir", añade. "Sin embargo, no se ha dado cuenta de que sus personajes ya no son suyos", apunta. De ahí que Radcliffe y Watson hayan dado el paso adelante y se hayan revelado contra su creadora. J. K. Rowling se ha metido en camisa de once varas para "mantener su legado".

"Sucede, sin embargo, que es una mujer poderosa y sus opiniones saltan y tienen repercusiones", apostilla Mané Fernández, que es el vicepresidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB).

La mujer que creó la magia, que la entregó a primeros lectores que ahora son millennials, se encuentra con que sus seguidores ya no le dan de paso sus opiniones contundentes. "Las que analizan la causa de los trans son mujeres privilegiadas y lo hacen desde una perspectiva biologista y, encima, reciben el aplauso de Hazte Oír y del resto de la extrema derecha", se lamenta Fernández.

El portavoz de la organización estatal echa en cara "a parte de las feministas socialistas" que pretendan "patologizar a los trans" y verbaliza este lamento después de reconocer que fue el presidente José Luis Rodríguez Zapatero quien más hizo "por la autodeterminación de los trans, aunque aún no la hemos logrado: todavía tenemos que tener un certificado médico".

Las opiniones de "parte de las mujeres socialistas" de las que habla Fernández son semejantes a las que vertió la Rowling cuando se defendió de los ataques a su primer tuit de la polémica. O sea, "si el sexo no existe, la realidad vivida por las mujeres globalmente es borrada". La catedrática Amelia Valcárcel abrió el año pasado el debate sobre la validez de la "teoría queer" y ese debate no se ha cerrado. Dijo: "A un ser humano concreto no le ves el género, lo ves es a ella o a él. Y eso que a ti te parece que está en tu naturaleza y en tu interior son, en realidad, aprendizajes que has hecho. Luego se nos va a decir que parte de todo es natural, pero ¿natural? Al final, cualquier jerarquía no tiene mejor validación que decir eso, pero no es cierto". Y también: "No podemos decir algo como que la 'teoría queer' no tiene nada que ver con el feminismo, claro que lo tiene, pero no comparten agenda política".

Esta línea del debate es a la que se ha subido la Rowling y ha conseguido el menosprecio de su entorno. Pero, ¿es Rowling un referente feminista? Michelle Roche Rodríguez dice que no y prueba su afirmación señalando algo evidente:_"Firma J. K. y no Joanne Kathleen Rowling, pero no sólo por eso. No existe en su obra un atisbo feminista", recalca Rodríguez.

Al hilo de esto propone un estudio: "El personaje Remus Lupin, que es un hombre lobo, se debate entre su parte humano y su parte animal, pero la solución está siempre del lado de lo humano". Lo de sumarse al debate de lo queer es, pues, a juicio de Rodríguez, "exhibición". "Estamos en el Me Too y tenía que decir algo al respecto". Y tuvo eco: la Rowling es la Rowling.

La emergencia de posturas contrarias a los trans en medios feministas se explica atendiendo a que el feminismo no es una roca y tiene variables tan enfrentadas que, en ocasiones, están a un lado y al otro lado de la Luna. Fernández dice que la oposición a la "teoría queer" existe porque "no quieren perder el poder". De este deseo de "no perder el poder" es de donde nacen alumbramientos tránsfobos.

El escritor y booktuber Javier Ruescas escribió: "No puedo ni tuitear sobre el tema de J. K. Rowling porque me duele demasiado aceptar que sea así. Y leer los comentarios de personas trans que han crecido leyendo sus libros y aceptándose en parte gracias a sus historias me parte el corazón. Y ya está".

La última vez que J. K. Rowling habló de la situación lo hizo, como siempre, tuiteando. Fue la semana pasada. Replicó un artículo del periódico inglés The Times. En él decía la fotógrafa Laura Dodsworth:_"Cuando le dije a la gente que iba a crear una serie fotográfica sobre hombres trans que querían 'detransicionar' y volver a ser mujeres, me dijeron que esperara una reacción violenta. En realidad, me dijeron que sería crucificada, mira lo que le pasó a J. K. Rowling recientemente". Y añadió: "Una persona me dijo que no debería centrarme en los 'detransicionadores' cuando las personas trans todavía están luchando por la aceptación. Pero esto sería silenciar las voces clave cuando deberíamos tener una discusión inclusiva y matizada sobre la identidad de género".

La frase de la fotógrafa que subrayó la novelista, la que encabeza su última intervención es: "Me temo que las mujeres en transición que entrevisté son canarios en la mina de carbón. No solo para las 'detransicionarias', sino también para la feminidad. Todas, en alguna combinación, encontraron que ser una mujer era demasiado difícil, demasiado peligroso o demasiado desagradable". La Rowling no descabalga. Es maga.