Retrato de un amor es una película sobre el amor, aunque tiende a alejarse de las típicas cintas románticas. Se trata de un relato pausado, muy centrado en los personajes y con un aparente envoltorio convencional que termina impregnado de melodrama. Añade además el atractivo de narrar dos historias que, desarrolladas en épocas temporales diferentes, terminan enlazadas. Tal vez le falte cierta enjundia y un punto de intensidad pero, aun así, ofrece una visión interesante, realista y creíble, muy de agradecer en estos tiempos en los que la artificialidad y la estridencia ganan terreno a los aspectos artísticos.

La cineasta y guionista canadiense afincada en Estados Unidos Stella Meghie estrena aquí su cuarto largometraje. Acostumbrada a narraciones tiernas en las que ni el humor despunta ni la tragedia hunde, transita por la corrección narrativa a base de un medido realismo. Quizás el principal defecto que pueda atribuírsele al film sea la voluntad excesiva de quedarse a medio camino de todo, marcado por el temor de acercarse a cualquier extremo capaz de suscitar reparos. Parafraseando uno de los diálogos de La chica del tambor, pertenece al extremo centro, una posición que le concede amplitud de público al que agradar, pero sin llegar a maravillar a ningún espectador. En resumidas cuentas, un cinta correcta pero, en gran medida, insustancial.

Cuando una famosa fotógrafa fallece, deja a su hija numerosos interrogantes y una fotografía en un depósito de seguridad. La joven se empeña en hallar detrás de esa imagen una respuesta que le ayude a descubrir el pasado desconocido de su madre. Durante esa búsqueda aparece en su vida un periodista que está glosando la carrera profesional de su progenitora y con quien comenzará un romance.

Determinados pasajes resultan muy acertados, evidenciando una notable sensibilidad tanto narrativa como artística. Sin embargo, no logra mantener el mismo nivel a lo largo de todo el metraje. Refleja un halo que lo vincula inicialmente con otros célebres títulos similares, como El blues de Beale Street, guardando incluso un paralelismo con su cartel anunciador, pero la obra de Barry Jenkins se alza más poderosa en cada uno de sus aspectos.

La faceta interpretativa constituye uno de los puntos fuertes de Retrato de un amor, ya que ciertamente existe esa denominada "química" entre los actores, favoreciendo el interés por el relato. Cabe destacar sobremanera el trabajo de ambos protagonistas, que se esmeran para que esta historia cálida y reflexiva termine funcionando.

Issa Rae ha llevado a cabo casi toda su carrera en la pequeña pantalla. A cargo de una actividad más extensa como productora, apenas cuenta con apariciones de repercusión en Europa. No obstante, realiza una buena actuación y se adivina su talento para abordar papeles complejos. En cuanto al más conocido LaKeith Stanfield, ha participado en la reciente Puñales por la espalda, en la exitosa Déjame salir y en una de las entregas de la saga Millennium (Lo que no te mata te hace más fuerte). Solventa con habilidad el reto de asumir este personaje principal.

Les acompañan Teyonah Parris (vista en la mencionada El blues de Beale Street) y Rob Morgan (Mudbound, Stranger Things).

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Título: Retrato de un amor

Directora: Stella Meghie

Intérpretes: Issa Rae, LaKeith Stanfield, Teyonah Parris, Rob Morgan.