Según Vitruvio, la arquitectura es una imitación de la naturaleza. Como las aves y las abejas construyen sus nidos, los seres humanos construyen a partir de materiales naturales vivienda, que les da refugio contra los elementos. Para el perfeccionamiento de este arte de la construcción, los griegos inventaron los órdenes arquitectónicos: dórico, jónico y corintio , y a partir de ahí hasta nuestros días nos hemos encontrado con muchas ciudades, diversas, y muchas sorpresas, a veces agradables y a veces desagradables.

La arquitectura ha venido funcionando como una herramienta a través de la cual la humanidad avanzaba de progreso en progreso. Mejorando el nivel de vida en general. Ese progreso no ha sido lineal, y a veces nos ha llevado a errores materiales, estructurales, programáticos y urbanísticos. Pero creo que a pesar de todos los errores, que son muchos, en conjunto, son más las cosas que han avanzado en la dirección correcta que en la dirección equivocada. Las casas cada día son más seguras y eficientes, los hospitales son superiores en seguridad y eficacia, las carreteras están mejor hechas, aunque a veces no con toda la belleza posible y deseada.

Conocimiento frente a ignorancia

En resumen, los frutos del uso de la razón y del ingenio humano han llevado a un momento histórico, y ahora más con el Covid 19 tan presente en nuestras vidas, donde sabemos con certeza que el conocimiento es mejor que la ignorancia y la inteligencia mejor que la torpeza, y que con ciencia y tecnología podemos ir resolviendo los problemas con los que nos vamos encontrando.

Pero sin embargo, con la arquitectura está ocurriendo un proceso terrible. Se ha topado con el Derecho. Sí, el Derecho. Eso que nos regula a todos desde el Derecho Romano hasta la actualidad. Para que las ciudades sean espacios auténticos, orgánicos, libres, es preciso que exista más tolerancia y entendimiento entre el Derecho y la Arquitectura. Una ciudad con éxito es la que deja espacio para las sorpresas. Y el Derecho rara vez deja resquicios para sorprender, o rara vez se encuentra al abogado capaz de bordear la ley para permitir que un edificio sea más bello, o para que se encuentre mejor con la naturaleza.

Hay muchas temáticas comunes que compartimos los abogados y los arquitectos, pero a veces ni siquiera lo sabemos, o no tenemos tiempo para pensar cuánto ganaríamos ambas profesiones si fuéramos de la mano. Pero para eso primero hay que querer entenderse, yo me pregunto ¿queremos?

Por ejemplo, uno de los problemas que aborda la arquitectura hoy es la falta de la defensa firme de la arquitectura de calidad. Otro gran problema pendiente que tiene que ver de nuevo con el Derecho, en este caso con la Ley de Contratos Públicos es la necesidad de combatir los malos concursos de arquitectura. Otro problema es que ni los abogados, ni los ingenieros ni los economistas entienden bien que la arquitectura es la única disciplina que mezcla técnica con arte: razón con emoción. Es cierto que muchas veces el derecho también puede ser creativo, pero ¿entonces por qué no lo está siendo en este momento con respecto a la arquitectura?

Otro problema es la falta de puentes de entendimiento a la hora de defender los respectivos honorarios frente al abuso de la función pública y la falta de organización de los colegios de arquitectos en este aspecto tan sensible. Por no hablar de cómo la propiedad intelectual está siendo robada en cada obra pública y como se desprecia la labor de los arquitectos cada vez más.

Creo que falta un lugar de encuentro, una voluntad de entendimiento entre arquitectos y abogados para lograr en Canarias, y en España, ejemplos tan geniales que resolvieron problemas legales de manera magistral como el de la nueva sede de la autoridad portuaria de la ciudad belga de Amberes, obra de la arquitecta Zaha Hadid.

El caso de Zaha es un caso feliz pero el caso de la Opera de Sydney fue terrible para el arquitecto, al que echaron de la misma sin respetar sus derechos y que sin embargo hoy es el emblema de Australia.

* Abogada y doctora en arquitectura. Investigadora Universidad Europea