Hace años se fue de colonias con un grupo de 3º de la ESO. Les dijo que hicieran las camas y que primero pusieran la sábana bajera. Ni uno sabía lo que era. El problema -y grave- es de los padres. Los padres y las madres somos responsables de la educación de los hijos. Es preocupante la falta de límites y cada vez afecta a los críos más pequeños. El confinamiento por la pandemia, además, ha agravado la situación. Me dedico a ayudar a familias con problemas y la experiencia me dice que cuando los padres cambian los chavales tiran hacia delante.

Afirma que educar es un trabajo "difícil, costoso, largo y arduo".

Educamos en Walt Disney y la vida es The Walking Dead. Les damos a los hijos una vida irreal. Queremos que tengan de todo, nos lo piden y se lo damos al momento. No queremos que sufran, les hacemos los deberes. Cuando llega la adolescencia ya no somos sus referentes sino el viejo y la vieja y lo que diga Jonathan, que tiene una experiencia vital de 14 años, es lo más importante del mundo. Entonces es cuando nuestros chavales y chavalas empiezan a tener problemas porque las cosas no son como ellos pensaban y culpan a los padres.

Si pones empeño en la educación de tus hijos desde pequeños puede que sientas buenas bases. Pero en la preadolescencia ¿es demasiado tarde?

Nunca es demasiado tarde. Quizá se necesite ayuda, pero no podemos tirar la toalla. Hay que luchar. En caso contrario, vas a tener un hijo de 35 años que te va a amargar la vida. Si no hay patología, hay solución.

Como orientador de padres, les recomienda que jamás critiquen a los amigos de sus hijos aunque no les gusten.

Cuando se llega a la adolescencia hay cambios. El instituto, el punto de vista crítico, los gustos propios, los grupos de amigos? Si en casa no hay buena relación, ellos -que tienen la autoestima baja- se juntarán con gente que a ti no te gusta. Cuando pasa esto si tú criticas a esos colegas, él se aferrará más a ellos. Insisto, cuando hay mala relación en casa. Mi consejo es que padres y madres intenten conocer más a esos amigos, que los inviten un día a casa o que se ofrezcan a llevarles en coche a algún sitio. No les critiques delante de tu hijo, simplemente dile qué actitudes de esa gente no te gustan. Dile a tu hijo que él decide con quien salir en el horario que tú le permitas. Si en casa no hay conflicto, no hay problema.

Cuando empiezan a salir por la noche ¿cómo consensuar con ellos una hora de llegar a casa que sea justa y prudente?

Hay que relacionar responsabilidad con libertad. Si tu hijo es responsable, va bien en los estudios y conoces a sus amigos puedes llegar a un acuerdo con él sobre la hora de llegar a casa. En líneas generales, mis recomendaciones son: no te pelees por media hora y no te dejes someter por la presión de otros padres. Lo mejor es tener una buena relación con tu hijo para que te diga dónde va y con quién. No controles, pero sí supervisa. Si no marcas límites desde que son pequeños empiezan a tener actitudes o comportamientos que no les tocan por edad. Para educar hace falta firmeza y cariño.

La comunicación no debería ser un diálogo de sordos.

Los padres interrogamos. "¿Qué has hecho? Nada. ¿Qué tal el examen? Bien ¿Dónde has estado? Por ahí, con colegas". Si ya sabes las respuestas, ¿para qué preguntas? La conversación se tiene que incentivar, no hay que interrogar. Tienes que hablar de cosas que les interesen a ellos, aunque sea de la letra que dice la canción de reguetón que tanto escuchan y que tú tanto odias.

No confundir autoritarismo con autoridad.

Correcto. Pero hoy la palabra autoridad da sarpullidos. Hay niños de 7 años que se apoderan de la tele. No puede ser.