Posiblemente necesiten reírse. Así que pueden aprovechar para desencajar la mandíbula y, a la vez, entender un poco más de qué va todo este tinglado del capitalismo especulativo. El búlgaro Alek Popov (1966), una de las plumas más relevantes y corrosivas de su país, ha ideado en La caja negra una trama que les permitirá ese doble ejercicio. Dos hermanos se reencuentran en Nueva York, quince años después de haber recibido en Sofía las cenizas de su padre, muerto en extrañas circunstancias en Estados Unidos, donde ejercía de profesor visitante. A uno le ha ido muy bien en Wall Street, el otro ha llegado hace poco y, por el momento, pasea perros. Los dos se verán envueltos en una compleja e hilarante aventura en la que a las luchas fraternas se une la demolición de todos los estereotipos que rodean la relación Este-Oeste.