"Antes de entrar a estudiar la carrera en la Universidad de La Laguna, debo confesar que no leía absolutamente nada". Así se manifiesta, y lo hace además sin ningún tipo de rubor, Antonio Martín Piñero (Santa Cruz de Tenerife, 1998), galardonado con el Premio de Poesía Joven Emilio Alfaro Hardisson en su decimoquinta edición, un certamen que convoca bienalmente el Ateneo de La Laguna, por el poemario titulado Amarillos.

Estudiante de cuarto curso de Filología Hispánica, valora -y mucho- lo que en el modelaje de su personalidad ha representado tan feliz encuentro con la literatura, ese instante apenas perceptible en el que se sintió contagiado por el virus de las letras. "Para mí fueron fundamentales las lecturas que nos recomendaban los profesores", subraya, y a propósito define como un hecho sustancial ese momento en el que, cursando el segundo año de carrera, comenzó a familiarizarse con autores de las décadas de los 70, 80 y 90 del siglo pasado.

Novísimos y vanguardia

Por aquel entonces ya quedó cautivado (y lo estará para siempre), por los renglones de Leopoldo María Panero (aquel novísimo que residió y murió en Las Palmas de Gran Canaria y quien, precisamente tal día como hoy, habría cumplido 72 años). "Para mí, la lectura de sus poemas ha supuesto un antes y un después", afirma Antonio, que en un apresurado repaso bibliográfico se detiene también en elogiar a clásicos como El extranjero, de Albert Camus, al tiempo que pone el acento en referentes del vanguardismo, como son los casos del poeta mexicano Manuel Maples Arce, creador del movimiento llamado estridentismo, o de su compatriota Arqueles Vela Salvatierra, autor de La señorita etcétera, que está considerado el primer relato de vanguardia en Iberoamérica.

Pero, con todo, si algo resulta original en la voz de este joven -y así lo ponderaba el jurado- es sin lugar a dudas la frescura de sus versos: su carácter original. "Acaso puede ser consecuencia de que, precisamente por haber leído poco, no he plagiado a ningún autor", asegura convencido.

Y es esa especie de virginidad intelectual la que lo conduce a afirmar que, alejado de la influencia de los diferentes estilos al uso, "entiendo que escribo a mi manera".

La austeridad expresiva

Entre las cualidades del poemario premiado, el jurado destacaba asimismo la virtud que supone su austeridad expresiva. "Siempre suelo buscar versos pequeños, que no simples, e intento ser lo más certero posible en las palabras", explica este poeta, distante de todo tipo de arabescos, de lo recargado y los adornos, un recurso que por superfluo sobra en sus cuartillas.

El resultado de este ejercicio creativo desemboca en una límpida sencillez que, no obstante, supone para él un exigente y concienzudo trabajo. "Es ciertamente complicado; leo y releo, cambio palabras, vuelvo a leer", hasta que quizás hastiado de tanto ir y venir da por concluida la tarea de repetir y decide clausurar la búsqueda del término preciso, del verso perfecto.

Sobre cuál fue la razón que lo condujo a ponerle a su poemario el nombre de Amarillos, lejos de articular una sesuda reflexión lo explica desde la naturaleza de un impulso. "Siempre me vienen primero los títulos a la cabeza", explica. Y no se lo piensa. Es más, no encuentra mayor argumento para interpretarlo que su reciente convivencia con los colores. "A mi anterior poemario lo llamé Sol en gris", y aunque descubre que detesta el amarillo, "porque me parece muy chillón", en un acto de m decidió ponerlo en valor.

Durante la pandemia

La obra premiada la terminó de acomodar durante el tiempo de pandemia. "En el original constaban 800 versos y las bases del premio establecían un máximo de 400", por lo que se afanó en darle el cuerpo requerido. Antonio Martín Piñero es director de la revista Cipsela, dedicada a la divulgación, y también está implicado en Nexo, orientada a jóvenes investigadores.

El premio rinde homenaje a la figura de Emilio Alfaro Hardisson (Zaragoza 1966-2004), quien vivió sus últimos veinte años en Santa Cruz de Tenerife.

Este historiador se dedicó profesionalmente a la archivística, donde destacó por su rigor profesional, su abierta personalidad y su desprendido compañerismo. Realizó varias incursiones en el mundo del cómic, en el cine de la animación junto a Santiago Alonso y en disciplinas como la música. Fue autor de diversos libros y artículos de investigación relacionados con su especialidad como historiador: la navegación en el siglo XVI.

En el año 2004 publicaba su primer libro de relatos, que llevaba por título Ánimo, valor y miedo, y el año siguiente, ya póstumamente, salía a la luz su poemario Ceniza en un puño.