¿Todo esto del estado de alarma, el confinamiento, la distancia social... ha sorprendido a un profesional de la ficción?

Esto sorprende a cualquiera, incluso al que más ficción haya escrito a lo largo de su vida... Algo así no se puede comparar con nada. Ni siquiera con una guerra; yo no he pasado antes por una situación parecida.

¿Y mire que Vázquez-Figueroa ha escrito de rarezas humanas, guerras, exterminios...?

(risas...) No voy a decir que me sentí un ser afortunado, pero sí un testigo privilegiado de algunas situaciones bélicas en las que jamás llegué a rozar un momento tan angustioso como el que hemos vivido durante el confinamiento... Ya he escrito una novela sobre esto y ahora ando enfrascado en su continuación.

¿A cuál se refiere?

A Cien años después... La pandemia va a regresar. Esto lo ha provocado un murciélago... ¿No sé si usted sabe que a mí me mordió un murciélago hematófago en la alta Amazonia en 1969? Es curioso pero aquel suceso me inmunizó de por vida: no agarro una gripe desde que me mordió un murciélago.

¿Usted, pues, cree en la teoría del murciélago?

En la gran mayoría de las epidemias que han devastado a la humanidad, y que siguen arruinando el sistema económico mundial, siempre hay un murciélago detrás... El ébola también fue provocado por estos roedores. Ese virus tiene algunas conexiones con lo que está ocurriendo con el Covid-19.

¿Tiene la sensación de que el coronavirus va a ser protagonista, o incluso llegar a cambiar, los planes de muchos novelistas?

Eso es algo inevitable... La gente está un poco, con perdón, acojonada... Eso sí, hay motivos para estarlo. Yo normalmente salgo poco a la calle, pero desde que empezaron a aplicar estas medidas menos aún: ese miedo lo percibo a través de las ventanas observando a los peatones que transitan por la calle Princesa (Madrid)... La ciudadanía está muy atemorizada y este confinamiento dejará un poso importante en la juventud. Sobre todo, porque hay una pregunta que nadie sabe responder: ¿cómo pueden ocurrir estas cosas? El pasado siglo sufrimos la gripe española y, más recientemente, otra en Hong Kong que mató a un millón de personas. Eso ocurrió hace solo ocho o nueve años... El Covid-19 es menos letal que el ébola -su mortalidad es el 2% frente al ochenta y pico por ciento- pero, a su vez, es algo incontrolable en estos tiempos: usted, por ejemplo, puede contargiarse desayunando en Wuhan e irse a la cama por la noche en Tenerife con el bicho dentro...

¿Se cree las cifras que ha facilitado China?

Ni las de China ni las de España... No veo la razón para esconderlas porque esto no es culpa de nadie. Yo no creo en la teoría de que este virus fue preparado. Hay que tener en cuenta que en Vietnam, al norte de Wuhan, hay una cueva habitada por 700 millones de murciélagos. Cualquier deposición cae sobre un producto antes de ser devorado por un animal y ya tenemos un problema... Lo que sí hay que vigilar mucho más son esos mercados orientales en los que la gente se come cualquier cosa en unas condiciones higiénicas horrorosas.

¿Descarta, entonces, una manipulación humana?

Sí, rotundamente sí... Esto es algo natural. La gripe española tampoco fue una conspiración; surgió en un cuartel de Texas (EEUU) y su expansión fue letal. Europa estaba preocupada por la Primera Guerra Mundial y dio la espalda a un virus que mató a más de 60 millones de personas. España no participó en ese conflicto pero la prensa sí recogió con libertad los efectos demoledores de esta enfermedad. Todo el mundo responsabilizó a los españoles de esa gripe, pero la verdad es que no tuvimos nada que ver. ¡Fuimos los chinos del pasado siglo!

¿Qué ha fallado?

Ha faltado una mejor comunicación y, quizás, no hemos tenido la fortuna de contar con los mejores políticos: he visto a muchos dirigentes asustados e incapaces de enfrentarse a una situación límite. Sinceramente, no sé cómo lo hubiera hecho yo, porque cualquiera de las decisiones que se tome en estas circunstancias tiene un alto porcentaje de estar equivocada. El coronavirus es letal y su mutación lo hace ser cada vez más peligroso, pero no menos que una mala bestia como Bolsonaro. A Donald Trump se le está muriendo la gente en las calles mientras él no para de soltar estupideces y de Johnson mejor no hablamos...

¿Intuye muchas tramas de espías alrededor de la vacuna?

Lo de la vacuna es un error... En estos momentos no hay que buscar una vacuna, lo que tienen que encontrar es un medicamento capaz de controlar el virus... Precisamente, la continuación de mi novela se titula La vacuna. ¿Para qué la buscamos? ¿Nos vamos a poner a vacunar a seis mil millones de personas?: busquemos un fármaco capaz de frenar esta locura porque muerto el perro, se acabó la rabia... No podemos esperar a enero del año que viene; tenemos que mostrar un medicamento eficaz; que sirva para salvar a la mitad de los fallecidos por el Covid-19.