Usted, que es de natural comunicativo, ¿cómo vive esto de la distancia social, alejado de la escena y del público?

¡Hacía casi dieciocho años que no llevaba tanto tiempo parado! (Ríe). Y la verdad es que lo he soportado relativamente bien. No he descansado ni un momento, y aunque alejado de los escenarios, siempre te requieren para cantar esto y lo otro, como el caso del Donizzeti de Bérgamo, también la Wigmore Hall de Londres quiere hacer conciertos en casa...

¿Qué sensaciones le provoca eso de cantar en streaming

Creo que el mundo de la ópera no ha entendido demasiado bien lo que es la red, que va a una velocidad brutal. Por eso, cuando ves algunos streamings de esos y te encuentras a un señor de pie, vestido con smoking, con una luz rara y cantando unos temas que los primeros diez segundos te pueden impresionar, para mí es algo fuera de contexto y se me hace bastante complicado entenderlo.

¿Y el público?

También me meto en la piel del melómano que necesita el ambiente de la sala, del teatro. Por eso creo que deberían revisarse los contenidos. En mi caso nunca he cantado arias de ópera en streaming, sino intercaladas con otro tipo de canciones, con un toque de humor... Es tan veloz la red que estimo deben cambiarse los inputs cada cierto tiempo.

Su presencia en las redes suele ir acompañada de mensajes solidarios, de la palaba sumar. Y no es ni un rol escrito ni una pose, ¿verdad?

La situación no es fácil. Hay gente que ha muerto y nosotros tenemos la oportunidad de seguir luchando para sacar esto adelante, aunque sea un desastre. Como bien decía el psiquiatra Karl Jaspers, seguimos teniendo esa permanente posibilidad, y es lo más precioso que puede haber. Por eso sostengo que hablar para restar, para criticar a posteriori, seas de izquierdas o de derechas, es exactamente igual, me cansa y creo que no es el momento. De ahí el sumar, como la canción Ocho rosas para fomentar el consumo del producto canario, porque creo que sumar es una de las vías para comenzar a salir de esto.

También en apoyo contra una enfemedad como el cáncer.

Nos sumamos a la carrera organizada por la Asociación Tinerfeña contra el Cáncer. Intentamos darle un toque fresco, para así animar a la gente, mostrando el lado más humano de Jorge (De León), Pancho (Corujo) y Celso (Albelo). Son cosas que gratifican.

¿La música es una buena vacuna, un óptimo tratamiento?

Desde luego. La música, la pintura, la danza, el teatro... La cultura en general y sobre todo el amor por las cosas. Los seres humanos, antes o después, tenemos la necesidad de sentir algo y así ha sido desde la prehistoria. Esas necesidades se convierten en antídotos y está científicamente demostrado que la música provoca endorfinas que fortalecen el sistema inmunitario.

Y usted bien lo sabe, porque estuvo contagiado, ¿no?

Di mi último concierto en Montecarlo y volví a Roma el 8 de marzo. Dos días después me sobrevino una tos seca, perdí los sentidos del gusto y también del olfato... Es verdad que nunca sobrepasé los 38º de fiebre, pero me puse en contacto con los servicios médicos y me recomendaron quedarme en casa y que los avisara si tenía problemas más serios. Desde entonces he estado en cuarentena y solo he salido una vez a la calle, hace unos pocos días, ya plenamente recuperado.

¿Qué se le pasó por la cabeza?

Fue un momento muy complicado para mí Uno no puede dejar de pensar en los niños, mi mujer, la familia... Además tengo soriasis, soy inmunodepresivo, estoy gordito, con algo de sobepeso (ríe). Pero me ayudó mucho la música, preparando mi nuevo disco, y que los niños canten con papi (el menor, de un añito, entona un bolero). ¿Entiende mis fortalezas?

La escena se ve ahora algo más abierta...

Estoy pendiente del posible montaje de la Traviata que quieren hacer en Las Palmas. A ver si encontramos las maneras y los modos de llevarla a cabo. Me ilusiona mucho.

Como la presentación de su nuevo disco.

Claro. Interpreto, sobre todo, temas de boleros, además de alguna canción de ópera, pero siempre acompañada con guitarra, y también hay por ahí alguna que otra sorpresa que creo le va a encantar a la gente, o a lo mejor no, pero que al menos va a dar que hablar. Me apoyan dos gandes patrocinadores, como es el caso de las empresas Canauto y Bodega Linajes del Pago, y considero que este gesto hay que reconocerlo en unos tiempos tan complejos. Tenemos una fecha cerrada en septiembre y esperamos confimar otras actuaciones, con una banda formada por dos guitarras, contabajo, piano y percusión. ¡Ah! Habrá colaboraciones muy potentes.

¿Y cómo percibe la vuelta a los escenarios, tanto para intérpretes com o para el público?

No soy un especialista y no sabría enumerar con rigor cuáles deben ser los parámetros técnicos que se deben aplicar, pero la lógica me dice que con precaución y con talento se puede lograr. Ya existe un estudio realizado por la Ópera de Viena en el que se habla de que el contagio es de menor intensidad del que se pensaba en un principio. Por ejemplo, a la plantilla de músicos de una gran orquesta se le pueden hacer los test, como a los cantantes y al resto de trabajadores, igual que los hace cualquier empresa. Con buena voluntad se podrían dar los primeros compases, mucho más allá de lo que se está haciendo ahora.

¿Volver a la normalidad?

Claro. Empieza a ser necesario y sobre todo no por cuestiones operativas, sino por razones psicológicas y anímicas. A partir de ahora hablaremos de un antes y un después de la pandemia, porque se ha convertido en un hecho sustancial en nuestras vidas.

Muy interesante que el colectivo de líricos se haya asociado.

Es una fantástica iniciativa por parte de los artistas, la aplaudo y la secundo. Aunque la gente piense que vivimos en un paraíso, en un mundo de rosas, no todo es así de ideal. En mi caso tengo contratos a largo plazo, pero junto a otros nombres con cierta sensibilidad nos unimos al Sindicato de Artistas Líricos de España (ALE) en apoyo a un montón de gente que está realmente desamparada. Hubo quienes, por ejemplo, estuvieron ensayando durante veinte días, llegó la declaración de alerta, las suspensiones, no se cantó y no recibieron ninguna contraprestación. Considero que se debe cambiar el modelo de contratación y mejorar los aspectos laborales porque la gente debe entender que somos, ante todo, trabajadores de la cultura.

¿Siente añoranza de Tenerife, como cantaba Braulio?

Sí, mucho. Tendría que haber estado en la Isla el pasado mes de abril, impartiendo un curso, pero claro, pasó todo esto y... Mi vida esá intímamente ligada a Tenerife, a ciudades como La Laguna, Güímar... La verdad es que se echa mucho de menos. Pero vamos a ver si allá por el mes de agosto, siempre que el coronavirus quiera, podemos por fin estar por ahí.

Hasta entonces, maestro.