¿Quién es Jesús de la Cruz?

Una persona ambiciosa, que ha conseguido lo que tiene con esfuerzo pero sin demasiados escrúpulos. Duro con sus hijos, sobre todo con Elías, su primogénito. Se ha quedado viudo e intenta huir hacia adelante llevando una vida no muy acorde con su edad, pretende esconderse en un imposible: ser joven. Encuentra el amor con una mujer de su edad, que siempre han sido enemigos en el mercado, y le devuelve el sentido común. Poco a poco parece que se está volviendo más solidario y sobre todo reconoce los dos pilares que ha tenido siempre en su vida: su familia y su otra familia más amplia, el mercado.

¿Es más difícil sacar adelante un negocio o a unos hijos?

Ambas cosas tienen un proceso parecido en la vida normal, para lograr sacar adelante ambos cometidos: dedicación, escucha, trabajo, resignación y procurar tener una gran visión de futuro. En Jesús de la Cruz a todo esto hay que sumarle la disciplina, y el imponerse por encima de todo.

¿Qué distingue a Mercado Central

Toca temas más cercanos a la gente, de más actualidad, más cotidianos. Últimamente proliferan las series de época o policiacas. Aquí se ha apostado por mostrar un poco la vida normal, lógicamente con problemas que puedan mantener el deseo de seguir viéndola. Los personajes de 'Mercado Central' son tipos de andar por casa, reconocibles.

¿Cuál es la mayor complejidad de un rodaje frenético?

En la pregunta viene definido: un rodaje diario es frenético. Ten en cuenta que rodamos más de un capítulo al día. Lógicamente no se graba en orden, hay veces que se tienen diez capítulos abiertos y los guiones los tienes con poca antelación. Hacen falta una gran coordinación, mucha dedicación y un ambiente agradable y cómodo para llevar a cabo una labor como esta.

¿Margen para improvisar?

Poco, hay que tener el texto lo más seguro posible para luego poder jugar con él. Esto no quita que algunas veces adaptes algo de los diálogos para desenvolverte mejor.

¿Ha aportado algo al personaje que no existiera en el papel?

La mayor aportación que un actor da a los personajes es su físico, su voz y su energía, y con eso empieza a existir. Luego durante el largo camino que atraviesa una serie vas perfilándolo y acabas encontrándote más cómodo y consiguiendo una simbiosis en la que no logras saber quién es quién.

Después de su doblete en Tomás Moro, una utopía

Qué va. He doblado bastantes veces personajes en una misma obra y realmente tiene su dificultad, pero es un gran ejercicio interpretativo para cualquier actor.

Volviendo la vista atrás, ¿qué queda del actor que empezó en los años 70?

¡Quedo yo! Bueno, realmente esta profesión, como muchas otras, es una carrera de fondo, nunca dejas de aprender. Vas haciendo papeles a lo largo de tu vida y acumulando experiencia, pero siempre parece que no llegas, que te falta todavía mucho camino. Cuando empiezas eres ambicioso, quieres llegar a ser el mejor, con el tiempo vas asentándote y lo que pretendes es ser. Pero creo que la ilusión continúa, el misterio está aún sin resolver.

¿Hay un antes y un después en su carrera con su experiencia en Luces de Bohemia

Bueno, yo en Luces de Bohemia hacía algunos papeles pequeños. Fue una gran experiencia para mí, y no solo trabajar en esa obra sino en todas las que hice durante cinco años en el Centro Dramático Nacional bajo la dirección de Lluis Pasqual. Fue una etapa en la que uno se alegra de haber escogido ser cómico.

¿Una reflexión biográfica en torno a los años vividos?

Nunca he sido muy de patrias, pero sí de patrias chicas. Todo el futuro de las personas es un reflejo de lo que aprendes en los primeros años de vida. Te condiciona durante toda tu existencia la forma de vida, el ambiente y la educación en donde te criaste.

¿Cómo ha llevado este tiempo de confinamiento, alejado de las cámaras?

Mucho mejor de lo que esperaba. He dedicado mucho tiempo a la familia y el poco tiempo que me quedaba libre, a leer. ¡Feliz!

¿Cómo podrá salir el mundo cultural de esta debacle?

La parte cultural que a mí me concierne, sobre todo el teatro, ha estado, desde el principio de los tiempos, en constante crisis y siempre ha salido adelante. La verdad es que esta pandemia nos ha cogido tanto a las artes escénicas como al audiovisual en un tiempo en el que todo se estaba cambiando. Es posible que esto ayude a dar un acelerón en ese cambio y que lo que avecina sea para mejor. Eso quiero pensar.

¿Están los políticos a la altura de las circunstancias?

Todo esto que está pasando nos ha pillado a todos por sorpresa. Creo que están haciendo lo que pueden dentro de las posibilidades que tienen. No obstante, no me gusta mucho la forma de hacer política a la que nuestros gobernantes nos tienen últimamente acostumbrados. Se olvidan de que están representando al pueblo y actúan de una forma individualista, como poseídos de la verdad absoluta, aunque para ello a veces usen la mentira absoluta.

¿Qué recuerdos le trae Sindo de El vivo retrato

Fue el primer papel importante que hice en el cine (bueno, creo que fue el primer papel, antes había hecho televisión y cortometrajes). Así que por esa circunstancia, unido a que lo dirigía mi íntimo amigo Mario Menéndez y en la cámara estaba otro íntimo amigo, Fran S. Vaquero, Sindo es para mí algo inolvidable.

Su nombre aparece en gran parte de las series hechas desde los noventa. ¿Con cuál de ellas se quedaría?

Indudablemente con esta que estoy haciendo ahora. Es un personaje fijo y realmente no había hecho muchos, y porque creo que la mirada hay que posarla en el presente para desde allí proyectarla al futuro. La nostalgia está bien para los cafés y tertulia con amigos.

¿El confinamiento ha cerrado la boca a quienes desprecian el ocio cultural?

Espero que sí, y que comprendan además que la cultura, en todas y cada una de sus manifestaciones, es la herramienta que tienen los seres humanos precisamente para eso, para distinguirse de los demás animales. El ocio cultural es un ocio enriquecedor, necesario.

¿Tiene mono de subir a las tablas, de teatro?

El teatro siempre pica. Pero ahora mismo estoy inmerso en Mercado Central y no quiero involucrarme en otra cosa. Al audiovisual le falta el hormigueo del público, pero también satisface la creación del actor.