Las pandemias del pasado cambiaron el diseño de las ciudades radicalmente. Aunque todo ahora nos parezca tan inédito con el covid-19 no es la primera vez que la humanidad ha tenido que cambiarlo todo y volver a empezar por diversas enfermedades y pandemias. Lo que pasa es que esta vez es más global, más drástico el stop total y más radical porque estábamos hiperconectados, especialmente por avión.

En un libro maravilloso, que todos los alcaldes del planeta deberían leer, Construir y habitar. Ética para la ciudad, el sociólogo Richard Sennett despieza los temas de actualidad, con su claro pensamiento y con la experiencia práctica de toda su vida explorando la relación entre el buen entorno construido y la buena vida. Sennett argumenta y describe con gran detalle la idea de una ciudad abierta, en la que las personas aprenden a convivir con la complejidad. Muestra cómo el diseño de las ciudades puede enriquecer o complicar la experiencia cotidiana de quienes habitan en ellas. Lo escribió mucho antes de que este último virus llegara a nuestras vidas, pero si uno lo relee descubre que, el paso de la historia por ciudades como Londres, París, Barcelona, Mumbai o Medellín, ha estado lleno de momentos complejos como el actual,

Sennett se detiene también en enseñarnos lo que pensaron en aquellos históricos momentos difíciles, otros pensadores como fueron Heidegger, Tocqueville, Walter Benjamin o Max Weber. El libro se basa en las muchas décadas del propio Sennett como planificador práctico, probando qué funciona, qué no funciona y por qué. Muestra que lo que funciona éticamente es a menudo la solución más práctica para los problemas de las ciudades, y se hace muchas preguntas, algunas de una actualidad apabullante como: ¿hasta cuán densos podemos vivir?

Leer este libro inteligente y emocionante, nos ayuda a reflexionar sobre cómo vivimos y cómo nos está afectando el covid-19. Sennett aprende de la historia y no la olvida nunca, y en cada página su experiencia y sabiduría son visibles, y sus ideas atractivas y factibles hoy.

"Orden y contraorden igual a desorden". Esta es una vieja frase que inculcan en el Ejército y los Cuerpos de Seguridad sobre la necesidad, en los momentos difíciles, de dar órdenes coherentes, concisas y claras.

En España el desorden del Gobierno Central (especialmente) es de tal magnitud que se ha contagiado a todos los sectores de la sociedad y, especialmente, a lo público (salvando a las áreas de Sanidad y Seguridad, que lo han llevado bastante aceptablemente dadas las circunstancias), y cuando no hay orden no hay pensamiento sereno. Y cuando no se piensa, no se planifica ni se actúa como se debe, y eso es otra de las cosas que se echan de menos en las ciudades de España: ¿qué les ha pasado a los alcaldes que lo han paralizado todo en lo que a arquitectura y ciudad se refiere?

Como muestra un simple botón. Que tenga que ser la empresaria Patricia Botín la primera que en este país, tras el Covid, hable sobre un plan de vivienda para jóvenes es una muestra (una más) del desorden tan grande en el que vive este gobierno con visión cortoplacista.

Otro ejemplo: que nos tenga que recordar Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, que la solución es la de la ciudad de los 15 minutos cuando eso fue lo que diseñó Cerdá para Barcelona hace muchísimos años y que nadie lo reivindique es otra vergüenza más.

Las pandemias han sido durante mucho tiempo un azote para nuestras ciudades, y han obligado a la arquitectura y la planificación urbana a evolucionar. La peste bubónica, de la Europa en el siglo XIV, ayudó a impulsar las mejoras radicales urbanas del Renacimiento, que nosotros tuvimos la suerte de adelantar en ciudad de La Laguna. Las ciudades despejaron viviendas miserables y estrechas, ampliaron sus fronteras, abrieron espacios públicos más grandes y utilizaron para ello a profesionales con experiencia. La fiebre amarilla del siglo XVIII y los brotes de cólera del siglo XIX impulsaron la creación de amplios bulevares y alcantarillado. En el siglo XX, tuvimos brotes de tuberculosis, fiebre tifoidea, poliomielitis y, sobre todo la mal llamada gripe española, que impulsaron la planificación urbana, la limpieza de barrios marginales, la reforma de viviendas, la gestión de residuos, el modernismo en sí mismo, con sus espacios aireados, sus superficies más limpias y minimalistas, su limpieza. Y ahora necesitamos lo mismo pero ¿dónde están los alcaldes y los presidentes de Cabildo como los de antes, en el caso de Canarias?

*Abogada, doctora en arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea.