Sabemos por el inefable Rafael Hernando que la búsqueda y excavación de fosas comunes es una magnífica manera de alimentar con fondos públicos a los rogelios de más pétrea faz. No es un negocio tan bueno como saquear la sanidad pública pero, según Hernando, rinde dividendos. Y, además, ofrece una ventaja moral sobre el saqueo: da paz a los muertos, no muerte a los vivos. Al vigués Francisco Castro, de larga trayectoria como narrador y crítico cultural, una excavación en un pazo gallego le sirve como punto de partida para Tantos años de silencio, novela ambientada en el presente y en las oscuras tormentas de 1936. Con prosa envidiable y arte de dialoguista, Castro dibuja una doble lucha: la de una mujer que excava y la de otra que se engañó al creer que la II República era una ventana para sacar a las gentes de la miseria mediante la educación. Reír no reirán pero las verdades bien contadas siempre vienen de cine.