Los autores resistieron los embates del coronavirus, que en el día de Sant Jordi dejó las calles desiertas de libros y rosas, lo que trasladó la fiesta literaria a las redes y a las casas de los lectores, que han debido cumplir con la tradición de comprar libros mediante transacciones en línea. Los autores se han multiplicado en las redes sociales para mantener un contacto virtual con sus lectores, para explicar las claves de sus libros o mostrar su apoyo a las librerías.

Al igual que el sistema de salud tuvo que montar hospitales de campaña para dar respuesta a la pandemia del coronavirus, las editoriales improvisaron "un Sant Jordi de campaña" en Internet que mantuviera viva la llama de esta comunión entre escritores y lectores. Unos lectores que han podido participar en un trivial organizado por Planeta para descubrir, por ejemplo, de qué novela de Manuel Vilas es un fragmento determinado; en qué ciudades se desarrolla la novela La sospecha de Sofía de Paloma Sánchez Garnica; o cuál es la capital de la comarca que da título a la ganadora del Premio Planeta de Javier Cercas.

En circunstancias normales, son muchos los creadores extranjeros que habrían asistido a la fiesta del libro, deleitándose y asombrándose por la movilización de la gente en las calles de Barcelona, el bullicio de libros y rosas y expresando su deseo de trasladar la experiencia a sus países, fuera Francia, Reino Unido, Italia, Alemania o Nueva York.

Las condiciones especiales de este año han reducido esta presencia a escasos ejemplos como un enigmático Dan Brown, que expresó en la página de Planeta: "Todo es posible. Lo imposible simplemente nos lleva más tiempo"; el escritor italiano Paolo Giordano, autor de un ensayo exprés sobre la pandemia; o la chilena Isabel Allende, que cerrará esta noche la fiesta virtual Casa Tomada, organizada por Penguin Random House.

Las comidas y fiestas que organizaban medios de comunicación o los grandes grupos editoriales en sus sedes o en hoteles no tienen sustitutos, acaso lo más cercano sea eso que la juventud confinada ha puesto de moda en forma de vermut virtual, como el impulsado por las editoriales Angle, Cossetània, Capital Books, BindiBooks y Eumo.