Hace casi un mes que estamos confinados en nuestras casas. La palabra confinamiento tiene abundantes sinónimos inmensamente más duros que los políticos que nos mandan no usan: Estar confinado es estar encerrado, recluido, aislado, enclaustrado.

Después de tantos días no sabemos que hacer con tanto tiempo y se nos ve tristes asomándonos a las ventanas o a los diminutos balcones de la mayoría de las casas, porque sabemos que ya nunca volverán los tiempos anteriores, estamos tristes porque las cosas no volverán a ser igual. Quizás se parezcan, tal vez, pero no idénticas. Encontraremos otras razones para vivir y ser felices pero intuimos que los que éramos los días 11, 12 y 13 de marzo ya nunca volverán. Ahora paseamos en soledad para ir a la compra y nadie te hace reír, porque todos llevamos mascarillas que esconden nuestras sonrisas, mascarillas que antes no eran necesarias y ahora sí.

El tiempo pasará, de hecho es increíble ya ha pasado casi un mes, y tal vez volvamos a sonreír, pero en mi barrio, a las siete cuando salimos aplaudir, las caras que observo desde la distancia y la intimidad de las lamas de madera de mi fachada, son cada día más tristes. o tal vez esa tristeza es la mía. Y un día tal vez le demos la importancia real, a la hora de planificar y diseñar arquitectura, que hoy tienen para nosotros las azoteas que usamos como nunca, para salir al aire libre ya que no somos libres de perdernos felices por los parques o senderos de nuestras islas.

Todo está en silencio en las calles. Silencio en mi tierra, silencio en el Teide, silencio en las playas, ahora llenas de gaviotas y delfines, silencio y soledad. Hay días que escribir de arquitectura es difícil, hoy es difícil escribir sobre cualquier cosa, pero en el fondo si miramos atrás, cuando hablamos de estar confinados, de estar encerrados, recluidos y aislados estamos hablando de nuestras casas, de la arquitectura, de si entra el sol o no por las ventanas y podemos al menos podemos disfrutar de su luz mientras dejamos que pase el tiempo. Ese tiempo que va dejando una huella diferente mientras nos perdemos el cielo de este mes de abril azul radiante, y se disipa este tiempo del año que es para disfrutar de la calle y la libertad. La primavera va pasando feliz mientras nosotros seguimos aquí, en nuestras casas mirando por las ventanas el paso de los días, los amaneceres, escuchando a los pájaros que antes no oíamos, quizás esté bien un poco de soledad, quién sabe.

Días que pasan contemplando las pocas nubes de paso y ese mar a lo lejos, allí donde no podemos ir, esa agua azul y profunda que nos une pero que ahora no podemos pisar, ni sentir. Mi lugar es solo una ventana de una casa, como la de todos, y un pedazo de azotea, allí, donde al menos yo puedo madurar al sol porque soy de esas afortunadas, y veo las demás cubiertas de edificios vacíos, descuidados, una quinta fachada a la que nunca se le ha prestado demasiada atención y que ahora tanta falta nos hace. Igual que los pequeños balcones en muchas normas urbanísticos prohibidos y que ahora son tan necesarios.

Me duelen los que viven en las casas donde no entra el sol, me duelen los que lloran un recuerdo y no pueden ni despedir a los que mueren. Me duele este Gobierno y sus decisiones siempre retrasadas. Me duelen los días que perdemos de estar con los amigos, me duelen los días que no he podido pasear por el parque o ir a la playa. Me duelen las ciudades dormidas y me duele la pobreza de los que ni siquiera tienen casa en la que pasar esta reclusión. Me duelen los efectos agresivos de esta crisis que ya se siente, y que dejará a muchos otros sin hogares ni trabajo, me duele la no política de vivienda, que ni existe hoy ni promueve igualdad ni piensa en el futuro que viene.

Me duele el futuro de una economía en la que los que deberían no parece que la estén pensando con demasiada cabeza. Me duele todo eso que hará que tengamos que dejar la ciudad y la isla, y las islas, otra vez después de haberlas recuperados, porque tendremos que volver a emigrar a lugares donde se ha pensado más.

DULCE XERACH PÉREZ. Abogada. Doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea