Es una de las versiones que todavía se escuchan en las islas de este refrán que viene a expresar que el destino de los hombres está marcado desde el principio al final de sus vidas. Forma parte de los muchos aforismos que sitúan frente a la contingencia del futuro, la ley implacable del destino. Más específicamente alude a la dificultad de contrarrestar la mala suerte de las personas. Y es que "el que nace para cenizo, cenizo se queda". [El "cenizo" es una planta silvestre común en nuestros campos y zonas de costa que al parecer no es del agrado de los animales como pasto, quizás por el olor fétido que desprende y que actúa como repelente. En sentido metafórico se dice de la persona que atrae o trae mala suerte, un gafe al que todo el mundo repudia y evita: "¡ese es un cenizo!"]. Se expresa así, pues, la dificultad que implica evitar la mala suerte de quien está marcado por el infortunio. Se escucha a veces en sentido autoreferencial proferido con aire de resignación por quien ha sido señalado por la fuerza de la fatalidad con el estigma de la mala suerte. Cuando no por un tercero con cierto tono compasivo o, a veces, irónico. Expresión sinónima es la que dice: "El que nace barrigón, ni que lo fajen de chico". Y en los lindes de esta si sitúa por afinidad otro dicho que ya hemos comentado en estas páginas: "Lo que está para uno, no hay Dios que se lo quite" que hace referencia a lo infalible que resulta la fuerza del destino, pero a diferencia del ahora comentado no posee necesariamente un sentido negativo.

Otras versiones del mismo dicho son: "Si naciste/el que nace pa(ra) martillo, del cielo te/le caen/llueven los clavos" o "el que va/cuando uno nace pa(ra) martillo, del cielo le caen/llueven clavos". Las metáforas construidas o inspiradas sobre la base de aperos, enseres o utensilios del mundo rural o doméstico son una característica de las lenguas romances en general. Recurriendo a este imaginario se evoca la idea del martillo y los clavos/tachas, en la que el "martillo" viene a significar la capacidad de emprender, de trabajar, de golpear con fuerza, de afrontar dificultades; mientras que los "clavos" inducen a pensar en los problemas que aparecen de manera incesante ("caen del cielo, "llueven") cuando se trata de personas desasistidas u olvidadas por la fortuna. Aquel que debe bregar continuamente frente a los obstáculos que parecen multiplicarse sin parar, como si atrajera los problemas o tuviera la virtud de crearlos o encontrárselos de frente. De quien se suele decir que "pone un circo y le crecen los enanos", que sería el parangón aforístico en castellano más moderno.

Más propios del español de Canarias, en cuanto a sinónimos que expresan las dificultades de librarse de los dictados del destino y la fortuna, son las metáforas de animales con referencia a los alimentos preferidos según la especie de que se trate: "La penca que está pa(ra) uno, no hay vaca que se la coma"; "el cardo que está pa(ra) un burro, pasan veinte y no lo ven"; "el hueso que está para uno, no hay perro que se lo quite". Otras veces se recurre a la metáfora vulgar: "Todo te sigue fortuna, hasta por el culo bruma" que indica que quien tiene mala suerte, la fatalidad lo persigue como una sombra; o aquella otra que dice: "El que está en desdicha, aunque caiga pa(ra) atrás, se rompe la picha", ... "¡que ya es tener mala suerte!".