La cultura se manifiesta de muchas formas y una de las más antiguas, quizás de las primeras, es la palabra, el cuento. Durante siglos fue la mejor escuela, enseñanzas esenciales pasaron verbalmente de generación en generación. Aún hoy el cuento sigue siendo una de las más potentes herramientas educativas.

La Asociación Canaria de Narración Oral Tagoral integra a más de cuarenta narradores. Muchos, prácticamente la mitad, viven literalmente del cuento y dedican su vida a ello de forma profesional, casi siempre como autónomos. El resto compagina esta actividad con otro desempeño laboral. Ahora, en medio de una pandemia sanitaria que ha forzado a la población a confinarse en sus hogares, temen que la paralización de su actividad se extienda más allá de esta cuarentena. "Esto nos ha cogido en lo que podríamos llamar nuestra temporada alta", explicó ayer el presidente de Tagoral, el narrador tinerfeño Antonio Conejo. Licenciado en Pedagogía por la Universidad de La Laguna y vinculado al teatro y las actividades culturales desde muy joven, trabaja en las artes escénicas desde 1999. Trabaja habitualmente en bibliotecas, centros educativos, librerías, teatros, plazas o cafés. "Los meses de marzo, abril, mayo y junio son los de más actividad. Prácticamente la mitad de nuestros ingresos anuales los generamos en esta época", matizó. Por tanto, se avecinan meses muy duros en los que muchos de ellos verán reducidos a cero sus ingresos. "Justo cuando empezaba nuestra temporada de actuaciones comenzó esto. De hecho, aún no se han cobrado las actividades que se hicieron en marzo y no sabemos siquiera cuándo las podremos cobrar", aseguró Conejo.

La incertidumbre que vive esta profesión, que se ha desarrollado mucho en Canarias en los últimos años, llevó a Tagoral a redactar un manifiesto en el que solicita una batería de medidas que mitiguen esta grave situación. "Nuestro trabajo es de los más afectados por la crisis y no sólo en esta primera etapa, sino en las que están por llegar", destacan en el texto. "Seremos de las últimas actividades en volver a la normalidad ya que nuestro trabajo es público y conlleva la aglomeración de personas en un mismo recinto", añaden.

Es una situación a la que hay que sumar la más que probable precaria situación económica en la que quedará la sociedad canaria. Por eso, y en sintonía con las peticiones de otros colectivos del ámbito cultural, solicitan que se agilice el pago de las facturas pendientes por parte de las administraciones públicas. Asimismo consideran que es necesario suspender el pago de impuestos, seguros sociales y cuotas de autónomos mientras dure el estado de alarma.

Además, continúan en el texto, es necesario priorizar la reubicación de fechas frente a la cancelación de los eventos y tratar de que se abone al menos la mitad del caché del profesional o empresa afectada en el caso de que no se encuentre una solución. Reclaman un compromiso a medio plazo para mantener las actividades que ya habían sido contratadas, que se priorice al artista canario en las programaciones y la creación de un convenio colectivo regional de las artes escénicas.

Pese a la situación actual y a la que se avecina cuando se levanten las medidas del confinamiento, los narradores canarios continúan estos días formándose y preparando nuevos repertorios, A la par, avanzan en el diseño de nuevas formas de acercarse al público. "Es difícil porque en nuestro oficio necesitamos vivir la respuesta de la gente", confesó Conejo. "Pero puedo decir que el cuento seguirá, pase lo que pase", sentenció.

Los narradores canarios, aglutinados en torno a la Asociación Tagoral, publican un manifiesto en el que piden la colaboración de las administraciones y una serie de medidas económicas que les permitan capear el temporal económico que llegará tras la cuarentena sanitaria. Contar cuentos, transmitir el conocimiento y la magia de la imaginación, es un oficio ancestral, educativo y más necesario que nunca. También en tiempos del coronavirus.