Es una obviedad ya, a estas alturas, afirmar que la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 está poniendo a prueba nuestra sociedad, nuestras democracias, y nuestra economía, la de todo el mundo, porque si algo prueba este virus es que este mundo ya hace mucho tiempo que es un solo mundo. Y es normal que los gobiernos estén, sobre todo en el corto plazo, poniendo en marcha medidas excepcionales que limitan nuestra libertad de acción y movimiento, nuestros derechos fundamentales, de forma transitoria, inimaginables hasta hace apenas un mes. Son medidas imprescindibles, aunque con algunas discrepo, y van a tener un efecto devastador e inevitable a corto, medio y largo plazo sobre nuestras economías, y también sobre la arquitectura.

Cada país lo afronta de manera parecida en el corto, sin embargo, en el largo plazo, al menos en materia de arquitectura, existen notables diferencias a la hora de afrontar la crisis según se esté en un país o en otro. Analicemos los pasados días 1 y 2 de abril en tres países del entorno Europeo, en solo un tema: la contratación pública de servicios de arquitectura. Comparemos Alemania, Francia y España y entonces veremos que en España no hay nadie pensando en el medio y el largo plazo, en cómo va a afectar a la inversión pública esta crisis y en cómo no nos estamos preparando, siquiera, para una crisis, parecida o no a esta, en el futuro.

Mientras que en España esos dos días solo se han convocado dos concursos de arquitectura (uno para un proyecto complementario y otro para una actualización de proyecto -por cierto, ambos en Cataluña, que parece ser la única comunidad autónoma que sigue publicando ciertas cuestiones arquitectónicas en la plataforma de contratación del Estado-), sin embargo en Francia se han publicado un concurso para nuevas viviendas sociales en Biard; la renovación de una facultad técnica en Belfort; el proyecto de una escuela de ciencias y músicas en Montpellier, y un Data center también en Montpellier. No es mucho, pero algo más que nosotros hacen.

El ejemplo de Alemania

Por otro lado, lo de Alemania sí que es previsión, pues solo en estos dos días se han convocado un concurso de viviendas sociales en Dresde; una escuela especial en Neutraubling; un nuevo almacén de sal para las carreteras en los inviernos en Nossen; un nuevo museo en Potsdam; dos parking públicos en Colonia; una escuela primaria en Hamburgo; otro parking público en Leimen; la reorganización de espacios públicos abiertos en Rotenburg an der Fulda; una nueva estación de bomberos en Grömit; un nuevo laboratorio de investigación universitaria en Jülich; un nuevo centro de cuidados de día para personas mayores en Munich; la renovación de un centro deportivo en Bad Wildungen; un nuevo complejo para niños y complejo de cuidados durante el día también en Munich; otra estación de bomberos en Nottuln; una nueva escuela en Lünen; la renovación de la Corte de Justicia y servicios criminales de Hamburgo; la extensión de un complejo de viviendas públicas en Penzberg; otro laboratorio universitario en Berlín, y un nuevo edificio de educación médica en Düsseldorf.

Todo esto lo están haciendo unos señores que están confinados igual que nuestros funcionarios, y sin embargo lo sacan adelante. ¿Por qué aquí, en España, no sucede lo mismo?, ¿por qué se decretó parar esa actividad también?

No estamos preparados

Hemos descubierto que no estamos preparados para las emergencias. Sí, los españoles hemos descubierto que por mucho que el Gobierno presuma de estar en un Estado moderno no estamos preparados para las emergencias, no solo hablo de pandemias, también de emergencias climáticas, y que nos sigue costando planificar a largo plazo. ¿Por qué es tan difícil? Hubo épocas, al comienzo de la democracia, en que sí supimos planificar.

Hemos descubierto que los hospitales no están preparados para un virus como este, pero ¿dónde están los proyectos para el medio y largo plazo?, ¿es que no hay nadie que se pueda poner a redactar pliegos para los nuevos hospitales que necesitamos?, ¿para los nuevos centros de tercera edad?, ¿para las nuevas viviendas sociales?, ¿para los nuevos CIES de inmigrantes?, ¿para las nuevas formas de convivir que vamos a tener que adoptar?

DULCE XERACH PÉREZ. Abogada. Doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea