Lo primero que llama la atención de este título es ver al gran Junji Ito en un género que no es el del terror. Pero que no se desanimen sus seguidores, porque aunque esta saga, en la que se aborda la lucha de un exdiplomático soviético con el fiscal del gobierno ruso para demostrar su inocencia tras la acusación de traición, tiene suficientes alicientes para atraer su atención. Ito sigue mostrando su talento para penetrar en las psicosis más extremas con su estilo habitual, aunque en esta ocasión los excesos sean más sutiles.