La noche del 15 de abril de 2019, el mundo entero observó atónito las llamaradas que devoraban la catedral de Notre Dame, en París. Un espectacular incendio, iniciado accidentalmente durante unas obras en el tejado del edificio, rápidamente arrasó con la cubierta del icónico templo gótico de la capital francesa. Tan solo un día después de este devastador suceso, un grupo de científicos de diferentes especialidades forjó la que ahora se conoce como Scientifiques de Notre Dame, una alianza de expertos dedicada al asesoramiento en las labores de restauración y, sobre todo, a la investigación sobre los escombros del templo. Ahora, en vísperas de este trágico aniversario, la ciencia luce su compromiso en la reconstrucción de esta joya arquitectónica de 850 años de antigüedad y muestra, orgullosa, los primeros hallazgos realizados bajo las cenizas.

Las revistas científicas Nature y Science publican en estos días unos reportajes especiales para explicar el trabajo de los científicos para reconstruir el corazón quemado de la catedral parisina. Y es que el calcinado edificio se ha convertido ahora en una especie de laboratorio científico. Hoy por hoy, la catedral se presta a cuatro principales áreas de investigación. La primera, centrada en el análisis de materiales orgánicos con los que se construyó el templo, como la madera de las vigas del tejado. La segunda, en la creación de una copia digital del edificio tras el incendio. La tercera, en evaluar cómo han quedado los materiales como la piedra, el metal y el cristal de las vidrieras. Y, para acabar, un trabajo antropológico para indagar el impacto emocional colectivo de este evento entre la población. Estos son los cuatro pilares científicos sobre los que resurgirá la catedral de Notre Dame.

25 laboratorios. Los proyectos científicos sobre la catedral, liderados desde el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), contarán con más de 100 investigadores de 25 laboratorios diferentes durante unos seis años. Y es que, hasta ahora, los expertos reprochaban que los estudios científicos sobre el templo eran más bien pocos. Pero la calma que ha dejado el incendio y, sobre todo, la falta de turistas está dejando espacio para nuevos análisis. "A pesar de la tragedia que ha supuesto, este incendio ha abierto nuevas vías de investigación, permitiendo el acceso a materiales que antes eran inaccesibles", explicó en las primeras etapas del proyecto Martine Regert, una de las científicas que participa en estos estudios. "Este evento abre las puertas a 40 años de investigaciones", comenta Thierry Zimmer, subdirector de Laboratorio de Investigación de Monumentos Históricos (LRMH), a la prestigiosa revista Science.

Piedra y plomo. Las primeras pesquisas científicas sobre el terreno sugieren que la estructura del templo ha quedado debilitada por las altas temperaturas alcanzadas durante el incendio. Pero también por la gran cantidad de agua utilizada para extinguir las llamas. Y por la ola de calor que el pasado verano azotó la ciudad de París. Las piedras calizas de Notre Dame están "brutalmente secas", explica Yves Gallet, historiador de arquitectura gótica en la Universidad de Burdeos-Montaigne, en Nature. Paralelamente, se está intentando averiguar si el color de estas piedras calizas, que varía en función de la temperatura que alcanzaron bajo las llamas, puede dar pistas sobre si se pueden reutilizar o no. Los expertos calculan que a partir de los 300 grados centígrados, los cristales de hierro de los ladrillos se descomponen y tiñen de rojo la superficie. Y a partir de los 600, de negro. Y a partir de los 800, se desintegran hasta convertir la piedra en cal.

Otro de los puntos críticos en la reconstrucción de Notre Dame será la limpieza. Y no solo de los escombros, de los que los científicos han recopilado y clasificado miles de muestras para su futuro estudio. Los restos que quedan impregnados son los que más preocupan. Durante el incendio, por ejemplo, el plomo presente en la estructura del edificio se oxidó, convirtiéndose en un compuesto volátil. De ahí la impresionante nube amarilla que enmarcaba las imágenes del fuego. Ahora, ese mismo plomo se deposita en las paredes y esculturas del templo, escondiendo su verdadero color bajo una capa amarillenta. Eliminarla no es fácil. Un paso en falso podría destruir tanto el material como el color que hay debajo. Curiosamente, uno de los métodos que han resultado más efectivos hasta el momento es el uso de toallitas húmedas para bebés. Aun así, los científicos siguen buscando una alternativa para no tener que limpiar todo el templo de 5.500 metros cuadrados con minúsculas toallitas.

Descubrir sus secretos. Pero eso no es todo. La ciencia no solo servirá para recuperar el brillo de Notre Dame. También se presta a descubrir sus secretos. El estudio de la madera que ha quedado al descubierto, por ejemplo, permitirá saber cómo eran los árboles utilizados durante la construcción del templo. Hasta ahora, solo se sabía que eran robles. Pero en un futuro, el estudio de sus restos podría desvelar cuándo crecieron. Su especie exacta. Su procedencia. E incluso el clima bajo el que vivieron. El análisis isotópico de este material, de hecho, podría arrojar luz sobre las condiciones climáticas de la época medieval.