Su personaje, Ruth, es una hippy ecologista, vegana, animalista y feminista. ¿Tiene muchos puntos en común con ella?

No soy vegana, pero cuido mi alimentación, intento que mi dieta sea más a base de vegetales y casi no como carne. Sí que soy animalista y feminista, pero no soy yogui como ella ni tan espiritual en ese aspecto; soy un poquito más cañera y me va el zumba y el spinning, además de las caminatas por el campo.

¿Se aventuraría, como ella, a cambiar la ciudad por el campo?

Ya lo hice, pero no en un pueblo casi abandonado como el de la serie, sino en uno de la Sierra Norte de Madrid, a 1.220 metros de altura, que tenía una farmacia, tres bares, una escuela, una piscina municipal, un rocódromo y poco más. He vivido 16 años en Madrid, pero ahora he vuelto a mi tierra.

Ha vuelto a Barcelona. ¿Se lo ha permitido el trabajo?

Este último año he estado trabajando en Hache, que la hacíamos en Terrassa, y El pueblo, que la rodábamos en Soria, así que sentí que podría tener la base otra vez en mi tierra. Mis padres se hacen mayores, mis sobrinos también, en Cataluña tengo a mis amigos de toda la vida... Así que tenía ganas de volver. La vida son etapas y nunca se sabe, a lo mejor tengo que volver a Madrid. Pero ahora estoy muy feliz así.

Los personajes de El pueblo, a pesar de estar basados en la comedia, pasan por varias crisis existenciales, sobre todo por culpa de la ansiedad y el estrés.

Para hacer comedia es básico tener un buen conflicto, y en eso los hermanos Caballero [los creadores de El pueblo y La que se avecina] son unos cracks y han sabido buscar a cada pareja de personajes un motivo para estar ahí muy realista y muy cercano a los ciudadanos. Hoy en día en que todo va tan rápido y queremos inmediatez constante, entras en una espiral en la que a veces tienes que decir basta: dejar el teléfono a un lado e irte a leer un libro, a dar un paseo o no hacer nada.

Pero la pareja que forman usted y Santi Millán es de lo más happy y se lo toma con filosofía.

Moncho y Ruth tienen sus conflictos, que se van a ir descubriendo, sobre todo en la segunda temporada, donde la comedia es mucho más explosiva. Así que entre ellos no es todo tan happy.

¿Qué es lo que más echó de menos durante los cuatro meses del rodaje de la serie, en los que estuvieron prácticamente incomunicados en un pueblo abandonado de Soria?

Lo que más echaba de menos era tener mi coche para irme y desconectar. Vivíamos en el mismo set en el que rodábamos y, por muy a gusto que estés, llega un momento en que necesitas irte a otro lado. De vez en cuanto nos juntábamos algunos y nos íbamos a Soria a dar un paseo.

Desde 'Secretos de familia', ¿por qué estuvo sin hacer televisión?

Estaba haciendo cine en Madrid. Pero cuando me propusieron Infidels lo tuve clarísimo, porque me encantaba el proyecto. De hecho, funcionó muy bien e hicimos dos temporadas. Después, Cites me rescató de una época bastante mala de no trabajar. Es algo que nos pasa a muchos actores en determinados momentos.

¿Es más difícil para una actriz

Es difícil porque se escriben menos personajes femeninos que tengan peso. Aunque es cierto que, con todas las plataformas que están emergiendo, se está abriendo muchísimo trabajo para todos, y esa crítica que hacía se suaviza. Pero sí que pasé una época, como todas las compañeras de mi quinta, que no pasaba nada. Cites me rescató y luego vino Alberto Caballero [el creador de El pueblo]. Estoy muy agradecida porque esto va así: un día estás y otro día ya no. Pero hay que confiar en que llegará una oportunidad y no tirar nunca la toalla.

Usted empezó muy joven en televisión, pero haciendo anuncios. Era la chica del espot de Gallina Blanca del 'Quiero una sopa'.

Tenía 14 años y fue el único que hice porque pensé: yo quiero hacer algo que tenga que ver con la creatividad, pero no es la publicidad. Así que a los 16 empecé a ir a clases de interpretación.

Sin embargo, ese anuncio le cambió la vida.

¡Sí! La campaña se repuso cuando tenía 17 u 18 años y Sergi Belbel, que era el director creativo de Secrets de família y estaba buscando al personaje de la hija de Montse Guallar, se acordó de la chica del anuncio de la sopa.

Y gracias a 'Secretos de familia' empezó su carrera en el cine con 'Taxi' y 'Más allá del jardín', por la que ganó el Goya

Me vieron en TV-3 cuando Carlos Saura estaba buscando a la protagonista de Taxi, así que fue más o menos lo mismo. Con 18 años, cuando aún vivía con mis padres, me fui a hacer el casting a Madrid, me cogieron y empecé a trabajar sin parar. Cada comienzo es una movida, y el mío tiene que ver con muchas casualidades. El detonante de todo fue cuando llegó Canal+ a casa, con el que podía acceder a ver cine español todo el tiempo. Cuando vi La ardilla roja de Julio Medem me dije: yo quiero hacer esto y no publicidad. Empecé a estudiar interpretación y todo fue meteórico.