Desde el año 2009, el Observatorio de la Cultura viene elaborando una serie de rankings e indicadores relativos a la actividad de las diferentes comunidades autónomas y ciudades del país, poniendo el acento sobre aquellas instituciones y acontecimientos más destacados del año, además de analizar el momento de creación que se vive en los diferentes campos, la evolución anual de los presupuestos de las organizaciones y las carencias en el paisaje cultural.

A propósito, este observatorio envía un cuestionario a un panel de expertos en variadas disciplinas que son las personas encargadas de evaluar las diferentes propuestas en las distintas comunidades del país.

En el caso del Archipiélago, el Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC) repite un año más en el puesto de cabeza, seguido por el CAAM (que respecto a 2018 escala nada menos que siete puestos), el Auditorio de Tenerife Adán Martín (que desciende una posición en relación a un año antes) o TEA Tenerife Espacio de las Artes y el Womad, ambos escalando un lugar.

Así, hasta un total de diecisiete propuestas, que figuran en el cuadro adjunto, y que se reparten en el ámbito geográfico de ambas provincias, manteniendo un exquisito equilibrio.

Como consecuencia de su liderazgo en el Archipiélago, el FIMC se reserva también un lugar de privilegio como representante de Canarias entre las denominadas insignias culturales (una referencia por cada comunidad, ver cuadro), compartiendo escenario con espacios de la categoría de museos tales como El Prado, Guggenheim, Picasso, el Instituto Valenciano de Artes Modernas o el Centro Botín; también junto a actividades de la envergadura del Festival de Teatro Clásico de Mérida, la cita con la cultura contemporánea Periferias o la mar de Músicas, y otros brillantes escenarios.

Mientras se da una pausa en sus tareas, el director artístico del FIMC, Jorge Perdigón, agradece que el Observatorio de la Cultura haya reconocido una vez más al festival como el buque insignia del Archipiélago. "Sobre todo nos ayuda, nos ilusiona y nos indica que vamos por el buen camino".

Alza entonces la batuta y pone en pie a su equipo, elogiando el enorme esfuerzo y la excelente afinación "de un grupo que ha trabajado sin descanso a lo largo y ancho de las ocho islas, sobre un total de 28 espacios, organizando viajes, acomodando la logística...".

Pero como el festival no concluye con la música, los aplausos del público y la armonía de las críticas, concluye Perdigón afirmando que "la satisfacción es breve".

Y es que con los últimos compases de la Fantástica de Berlioz, el pasado domingo en el Auditorio de Tenerife, no terminaba la 36ª edición del FIMC, envuelta en acordes de éxito. Y es así porque una propuesta artística de esta envergadura siempre supone una sinfonía inacabada.

Ahora vive enfrascado en la lectura de otra partitura: la evaluación de parámetros como los niveles de recaudación, las previsiones de venta de localidades, las ratios de los aforos... "Será a finales de este mes de febrero o principios de marzo cuando se puedan hacer públicas las primeras conclusiones", subraya.

Eso sí, reconoce que hay ediciones que se complican y otras que resultan menos complejas, como la que acaba de dar su nota final. "La fortuna ha jugado esta vez a nuestro favor", explica.

Y haciendo memoria de esta última edición repasa momentos excepcionales con la Concertgebouw de Ámsterdam, Londres, París.., "todas ellas por encima de sus expectativas", destaca Perdigón. Y no olvida tampoco "la buena forma musical en la que se encuentran las dos orquestas canarias" o los excepcionales conciertos que regaló el pianista ruso Arkadi Volodos (quien la noche de este lunes, precisamente, deleitaba con su virtuosismo al público de Münich) solo con su piano en los dos teatros capìtalinos.

"Cada uno de los conciertos encierra una historia sencillamente extraordinaria", señala el director, que se detiene entonces en una pieza como el Réquiem de Fauré que, a su juicio, "estuvo peligrosamente bien tratado por los públicos de las islas", desbordando los aforos allá donde se presentaban los músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y el Coro Ainur. Y otro tanto sucedió con las actividades del Festival En Paralelo "en espacios nada habituales y menos convencionales" como clubs, cafeterías, hoteles o plazas.

Pero, sobre todo, desde su condición de intérprete, este tenor valora la soledad sonora. "Y es ese silencio el que determina la siguiente fase, la continuidad; cuando estás saturado te ayuda a la reflexión", concluye.