¿Es verdad que el arte no tiene fronteras o eso solamente es una frase para quedar bien?

Yo, sinceramente, creo que no tiene fronteras... El arte verdadero es algo que llega al alma. Es como una pieza de Mozart que pellizca tus sentimientos; cuando te acaricia la piel se pone de gallina...

¿Y el artista?

Tampoco. El arte en estado puro, el de verdad, es descaro... En el acto de pintar yo me siento un ser universal.

¿Ni mexicana ni una canaria de adoptiva, cuando pinta tiene la sensación de ser una ciudadana del mundo?

Me siento una mujer que vive a caballo entre México, Suiza y Tenerife. Vivir en una isla sirvió para romper las estructuras más rígidas de mi personalidad. Hay cosas que he podido disfrutar aquí que no había experimentado antes.

¿Cómo descubrió Tenerife?

Porque Marc me invitó hace 10 años a mostrar mis pinturas en la Universidad de Verano de Adeje. Llevé obras que hice en los cafés cuando era jovencita. Vine a conocer Tenerife y terminé enamorada de la Isla y de Marc.

¿Eso es un dos en uno?

Tenerife no te deja a medias: la isla te lo regala todo o no te da nada... No es como apuntan los franceses se quedan con si con sa. Esta tierra sostiene tus emociones cada día. Su energía es inagotable.

¿La conexión que existe entre Canarias y América Latina, especialmente con países como Cuba, es tan real como dicen?

Yo no he estado en Cuba, pero sí tengo amigos cubanos que reconocen la existencia de esos lazos... El Caribe y el Atlántico son distintos, aunque en las dos orillas hay una conexión solar que se refleja en la forma de ser de las personas y en sus inquietudes artísticas.

¿Por qué se hizo artista?

Hace poco escribí un libro en el que contaba un proceso que nació a los cuatro años. A esa edad prefería divertirme con un trozo y unos lápices de colores afilados mucho más que con cualquier otro juguete. Eso lo acompañaba escuchando los discos de jazz y blues que ponían mis padres en casa.

¿Cuál fue la reacción de sus padres cuando les confirmó que su deseo era convertirse en una creadora?

Ellos fueron los que alimentaron mi curiosidad artística e hicieron un álbum con los dibujos que empecé a hacer de niña. En ese recopilatorio están mis primeras relaciones con el espacio y el color. Sin quererlo me hicieron el mejor regalo que he recibido en mi vida. Entonces me sentía una observadora del arte, no una artista.

¿Vivir del arte es como vivir del aire?

Si solo lo haces con la idea de agradar a alguien y cerrar una buena venta ya perdiste. Si lo que pretendes es crear para que el alma se escape de la prisión en la que vive y contentan con ello a una persona, el ser que recibe tu creación va a entender lo que quisiste hacer... El arte sin ataduras nunca me ha dejado sin comer. Los artistas tenemos unas maneras juguetonas en las que no exulten las reglas, pero sí el intercambio de obras, de sueños, de experiencias... Siempre sabemos encontrar la fórmula para tener comida en un plato y seguir pintando.

Entonces es bueno tener una conducta bohemia, ¿no?

Por supuesto, si no estás un poco loco no pintas.

¿Qué es para usted crear?

Es un proceso que nos permite conectar con la fuente que somos; crear supone abrir las puertas a un ser que puede expresar sus sentimientos con un lenguaje distinto. Ahí es cuando debes pegar un salto; brincar el barranco para permitir lo que tiene que suceder...

¿Y el color?

Es el personaje principal de mi obra. El color tiene un poder curativo importante y sirve para canalizar las emociones. Cuando decides apostar por él no es necesario inventar formas porque al final estas aparecen con el color. Los coloristas nos dejamos inundar siempre por los colores.

¿Alguna vez se sintió decepcionada con el arte?

En los años 60 y 70 viví una serie de vivencias artísticas que marcaron mi vida... Mucho más tarde, en la década de los 90, vi que algunas cosas se repetían y sentí que eso ya lo había visto antes y no me interesaba volver a experimentar con los mismos colores, elementos, formas... ¿Eso puede ser considerado una decepción?

¿En qué consiste el 'col-Art'?

Es un movimiento como el surrealismo o el cubismo, por nombrar alguno de los más abstractos. El col-Art es capaz de colocar en el mismo plano a un creador consagrado y a un niño que pinta por primera vez... El espacio y el color son elementos fundamentales. Lo de menos es el tamaño de la obra porque al final espacio y color son los protagonistas.