La 36ª edición del Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC) se clausura mañana, domingo, en el Auditorio de Tenerife (20:00 horas) y lo hace con un broche de oro: dos generaciones de talentos, el director y pianista Christoph Eschenbach, junto al joven violinista de 18 años Daniel Lozakovich, arropados sobre el escenario por cerca de cien músicos de la Orquesta de París.

El octogenario maestro Eschenbach (Breslau, 1940) fue uno de los músicos que actuó en la primera edición del FIMC, allá por el año 1985, y hoy, tras pasear su magisterio durante medio siglo sobre los podios internacionales, sigue manteniendo el cartel de ser un director muy solicitado por las más importantes orquestas, festivales y salas de ópera del mundo. El maestro conoce bien a la formación que mañana lo acompaña, ya que fue su titular desde el año 2000 y hasta 2010.

A su edad "sigue trabajando por medio mundo", además de mantener "una relación intensa con Canarias", donde ha residido durante largas temporadas, según afirma el responsable artístico del FIMC, Jorge Perdigón. Precisamente, dada su íntima amistad con el expresidente del Gobierno de Canarias y padre del Festival, Jerónimo Saavedra, ayer se organizaba en el hotel Santa Catalina de Las Palmas un encuentro-diálogo entre ambos.

Siempre ha habido un intento por describir que enigma encierra lo que se ha denominado el fenómeno Christoph Eschenbach. Hay quien la califica como una sensación que parece desprenderse de sus lecturas, pero que se puede explicar, en el mejor de los casos, por la larga lista de sus actuaciones e innumerables éxitos, además de por su longevidad. Este activo director y pianista se ha ganado una merecida fama por la amplitud de su repertorio y la profundidad de sus interpretaciones, su incansable condición de promotor de jóvenes talentos musicales y , además, portador de los más altos honores musicales.

El carisma de Eschenbach se puede captar a partir del movimiento de sus manos, que se alimentan además de fuentes biográficas e intelectuales, así como de una historia experimentada.

Su figura atesora una rara combinación de estilo personal, educación musical y pertenencia a una generación que sufrió y vivió las infiernos y también las alturas del siglo XX.

Sin embargo, sería equivocado ver en Eschenbach sólo al guardián de un patrimonio cultural, porque su curiosidad artística está demasiado despierta y se manifiesta en ese incondicional e irrefrenable deseo de transitar por los escenarios del mundo y trabajar con tantas orquestas como le sea posible, por diferentes que sean.

A estas alturas de su vida, la mayor de sus pasiones no está orientada a sacarle brillo su propia carrera. Bien al contrario, lo que pretende y busca es pasar la antorcha a la siguiente generación, como el mentor que inspira y se deja llevar por la energía y la motivación de los chicos, que describe como "cien por cien artistas". Sus descubrimientos incluyen al pianista Lang Lang; la violinista Julia Fischer o los chelistas Leonard Elschenbroich y Daniel M'ller-Schott. También cultiva el futuro en su condición de miembro del consejo asesor artístico y profesor en la academia Kronberg, la legendaria forja de las jóvenes élites de violinistas, chelistas y violistas.

A sus 80 años, Eschenbach no se cansa de conquistar nuevas cotas y desde septiembre de 2019 es director principal de la Konzerthausorchester Berlin.

Un centenar de músicos

Un centenar de músicos

La Orquesta de París ofrece alrededor de un centenar de conciertos por temporada, con su plantilla de 119 músicos, en su sede de la Philharmonie de Paris o en actuaciones internacionales. Desde su primera gira estadounidense en 1968 con Charles Munch, es invitada habitual en las principales salas y ha forjado lazos estrechos con las capitales musicales europeas, también con el público japonés, coreano y chino.

Esta orquesta considera más que nunca su trabajo hacia los jóvenes como una de sus líneas prioritarias. Ya sea en los diversos espacios de la Filarmónica o fuera de sus paredes, en París o en los suburbios de la capital, ofrece una amplia gama de actividades, abiertas a escolares o familias, así como a los ciudadanos que están más alejados de la vida musical y en situaciones de vulnerabilidad.

El oboísta Lucas Macías, que fue director ayudante de la Orquesta de París, señala que se trata de "un grupo muy especial", una orquesta que a su juicio representa "una joya en Europa", dotada de "sello propio" y con una forma "muy natural, transparente y humana" de interpretar.

El programa

El Concierto para violín y orquesta en Mi menor, de Felix Mendelssohn, nació alimentado por la amistad que existía entre el propio compositor y el violinista Ferdinand David, dos espíritus afines vinculados por un talento que los llevaría a la fama. Esta obra es uno de los conciertos más elaborados e influyentes del Romanticismo

La Sinfonía Fantástica, op.14, de Berlioz, subtitulada Episodio de la vida de un artista, se estrenó el 5 de diciembre de 1830 en el Conservatorio de París. Interpretada bajo la dirección de François-Antoine Habeneck, gozó de un inmenso éxito en su acogida. Primer ejemplo de música programática, consta de cinco movimientos.