Constantino Martínez-Orts (Valencia, 1977), director de la Film Symphony Orchestra (FSO), tiene un problema parecido al del conejo del anuncio: habla, habla y habla hasta que se queda sin pilas. En su defensa hay que decir que también sabe bien lo que hace cuando agarra la batuta. Su vuelta a la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife fue igual de apabullante que en las dos anteriores ocasiones.

A Martínez-Orts le gusta ir al grano, es decir, que no se muerde la lengua cada vez que introduce el tema que a continuación van a interpretar los músicos de la FSO. Habla del compositor, de los elementos que destacan en la pieza e incluso llega a "destripar" la película: lo que se llama un spoiler (texto que anticipa la trama de una película, libro, etc) en toda regla. Eso sí, su justificación después de resolver el enigna no deja de ser lógica. "¡Aquí hay que venir estudiados; con la lección aprendida de casa!", repitió en varias ocasiones durante los conciertos que dio en la capital tinerfeña.

John Williams, de largo, fue el nombre que más se repetió a lo largo de la velada, pero no el que más piezas aportó a un concierto por el que desfilaron partituras anudadas a la firma de leyendas como Bruce Broughton, Michael, Alan Menken, Bill Conti, Hans Zimmer o Alan Silvestri.

Martínez-Orts puso más fácil la "quiniela" del intermedio -había que adivinar de forma ordenada el título de 10 bandas sonoras que la FSO interpretaron durante 100 segundos a través de una aplicación telefónica y entre todos los ganadores se sorteaba un viaje para dos personas a Hollywood- que las piezas escogidas entre las secuencias de títulos como El discurso del Rey, Interstellar o Abismo de Pasión. En ese intento por alejarse desde el principio de los sonidos más conocidos de los filmes que aparecían en el programa entregó dos instantes a la soprano Blanca Valido ( El éxtasis del oro - El bueno, el feo y el malo / Ennio Morricone y Para siempre - Inteligencia artificial / John Williams) que se acabaron convirtiendo en las referencias emocionales más álgidas de dos citas repletas de música de alta escuela.