En la década de 1920, Frankfurt Main se convirtió en el centro de un programa sin precedentes de renovación arquitectónica y cultural que entró en los libros de historia bajo el nombre de New Frankfurt. Bajo el mando de un alcalde en concreto, el señor Ludwig Landmann y su concejal municipal de construcción, el arquitecto Ernst May, el modernismo, como forma de vida, tomó las calles. El corazón del proyecto fue un programa modelo de vivienda social y desarrollo urbano que tuvo visión internacional y gracias a aquellos políticos llegó a tener importancia internacional. Para ello fueron vitales los equipos de arquitectos que contrató la Ciudad de Frankfurt, que eran no solo alemanes sino también extranjeros, y que realizaron trabajos pioneros en numerosos campos.

El New Frankfurt fue un programa de planificación urbana que no duró demasiado en el tiempo, entre 1925 y 1930, prácticamente una legislatura, pero fue capaz de abarcar todas las áreas del diseño urbano. Fue más conocido por sus actividades de construcción de viviendas sociales, que eliminaron la grave escasez de viviendas en la década de 1920 pero estableció estándares estéticos convirtiéndose en un movimiento de reforma social que abarcó muchas áreas de la vida. Algo así como lo que necesitamos ahora urgentemente en Canarias.

Para ello el alcalde de Frankfurt tomó una decisión clave, como la que tomó Pascual Maragall nombrando a Oriol Bohigas en la época dorada de la arquitectura de Barcelona, o como hicieron aquí Manuel Hermoso y Adán Martín nombrando a Rafael Cáceres en la mejor etapa democrática de Santa Cruz. El señor Landmann nombró al arquitecto Ernst May para el Consejo de la Ciudad en 1925, quien desde entonces dirigió todas las actividades y se rodeó de un equipo de jóvenes arquitectos, ingenieros, abogados, economistas y sobre todo artistas y diseñadores para anclar el proyecto en la ciudad a largo plazo (exactamente igual que hicieron también Maragall y Bohigas, Adán y Cáceres, y algunos otros alcaldes en ciudades como Bilbao y Santiago de Compostela) y en los que siempre destacó una idea: el amor por la buena arquitectura y la creencia de que solo con buena arquitectura es posible resolver la gran mayoría de los problemas de una ciudad). Fue precisamente esa visión de diseño integral de la ciudad lo que contagió a Frankfurt de una nueva vida y de pronto fue visible en muchos lugares en el diseño cotidiano de la vida urbana, lo que diferencia al New Frankfurt de los proyectos simultáneos en otros lugares.

En aquellos cinco años se construyeron 12.000 apartamentos sociales en colaboración público-privada, 2.000 más de lo planeado. Sin embargo aquí, en Canarias, en esta legislatura que todos prometían distinta, han pasado ya ocho meses y ni siquiera se ha convocado un concurso de viviendas sociales ¿a qué esperan? Es verdad que el anterior gobierno abandonó por completo cualquier atisbo de política de vivienda social con coherencia pero es que el nuevo ¿dónde está? Volviendo a Frankfurt, los apartamentos no solo satisfacían la necesidad básica de vivir, sino que también establecían estándares en vivienda y desarrollo de viviendas, por ejemplo con la cocina de Frankfurt.

Aprender de la historia

¿Qué podemos aprender de Neues Frankfurt un siglo más tarde en vivienda social? Si reflexionamos sobre el futuro de la planificación urbana y la provisión de viviendas sociales en cualquier ciudad hoy en día, y especialmente en Canarias tenemos que llegar a una conclusión lógica, siempre se debe aprender de la historia. Las realidades cambian, a menudo fuertemente, y esto no es Alemania, pero existen paralelismos que invariablemente se repiten y aunque las ciudades necesitan evolucionar para seguir siendo relevantes para sus residentes, el papel del arquitecto, urbanista y diseñador es fundamental, y cuanto más se cuente con los mejores de ellos (a través de concursos bien convocados) el resultado será mejor.

DULCE XERACH PÉREZ Abogada, doctora en arquitectura. Profesora de la Universidad Europea de Canarias.