En el patio de butacas, Benedicta Sánchez recibió la noticia con cara casi de resignación, pero ya en el escenario abrazó el Goya antes de proclamar: "la vida te da sorpresas y esta es una muy grande en mi larga existencia". A sus 84 años, se ha convertido en la mejor actriz revelación por su papel en Lo que arde y conquistó el corazón de toda España. Sánchez agradeció el premio a sus padres, a su hija que la llevó al cásting para la película, y a Oliver Laxe y su equipo: "No creo que haya princesa a la que hayan tratado como a mi".

Finalmente, esta "novata" de 84 años también dedicó el Goya a Galicia y dijo que se sentía muy "perita", una expresión malagueña. Sánchez explicó que no se lo esperaba "para nada" y añadió, sobre lo que se siente al ganar el Goya: "es como si un misil me mandara a la luna".

Sánchez reconoció que tenía a miles de personas a las que agradecer este premio y que eligió a los que le vinieron "a la cabeza", como sus padres, su familia, amigos y a su tierra, Galicia. "Pero Dios mío, si no hice nada, lo repito, no salvé ninguna vida", dijo antes de asegurar que el lugar elegido para colocar su estatuilla es la casa de su hija, que "se hará cargo del bebé".

Sin embargo, el récord de edad en esta categoría lo sigue manteniendo Antonia Guzmán, que compitió hace tres ediciones con la película de su nieto Daniel Guzmán A cambio de nada con 93 años. Sánchez nació en O Corgo, Lugo, en 1935, y se dedicó durante años a la fotografía, pero hasta Lo que arde nunca se había puesto delante de la cámara, adonde llegó por pura casualidad: su hija la llevó a un casting en Navia de Suarna (Lugo), en el que buscaban a una mujer mayor de 60 años para interpretar a la madre de un pirómano que regresaba a vivir con ella tras salir de prisión.

La ausencia de Pepa Flores, Goya de Honor de la 34 edición de los Premios Goya, y la inesperada lluvia , que se convirtió en obligada protagonista, también hicieron inolvidable una fiesta del cine español con sabor malagueño.

Los invitados de más edad se quedaron sumamente decepcionados porque se perdían definitivamente la única oportunidad de ver a Pepa Flores, eterna Marisol, sobre un escenario. En un alarde de coherencia, discreción y anonimato, Pepa Flores aunque estaba "pletórica" con su premio, optó por dar la palabra a sus hijas, Celia, Tamara y María Esteve, quienes transmitieron su agradecimiento: "Querida mamá, querida Pepita, disfrútalo desde ese lugar en calma que has querido y tanto te ha costado", dijo emocionada su hija María.

Finalmente, Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, fue la gran galardonada de la 34 edición de los Premios Goya, en la que ha recibido un total de siete galardones de los 16 a los que optaba, entre ellos los galardones a Mejor película.