La música lo rodea todo, con ella se pueden expresar los más bellos sentimientos y viajar cómodamente en el tiempo. Esa música se subió ayer al escenario de la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife encarnada en Carmen, la protagonista de la inmortal ópera de Bizet. Su objetivo fue acompañar a los más de 3.000 niños que acudieron al concierto didáctico de la Orquesta Filarmónica Miguel Jaubert. Ellos le correspondieron haciendo coros, bailando y agitando su propio instrumento musical, unas maracas que confeccionaron con material reciclado con la ayuda de sus profesores.

Sobre el escenario estaba, como ellos mismos se definen en sus estatutos, una "orquesta de niños que hace música para niños". La Miguel Jaubert es el principal proyecto social de la Asociación Canaria para la Difusión de la Música (Acadim). En las butacas, sentados, 1.524 niños de primaria procedentes de 16 municipios tinerfeños: desde El Rosario hasta Arico pasando por La Guancha y Granadilla de Abona. Los responsables del concierto, bautizado como El prodigioso viaje musical, repitieron el espectáculo en una segunda función matutina. La primera comenzó a las 10:00 horas y la segunda, para otros 1513 niños y niñas de entre primero y sexto de primaria de otras localidades tinerfeñas y del municipio palmero de El Paso, arrancó pasadas las 11:30 horas.

Esta actividad se ha convertido en una tradición para la Miguel Jaubert, que también ofrece los recitales que todas las navidades reúne a los más pequeños de la casa en la explanada del muelle, junto al Cabildo de Tenerife. Si el año pasado fue el temible Garfio el protagonista de la historia con la que deleitaron a sus pequeños espectadores, este 2020 el turno fue para la divertida Mary Poppins. Como no podía ser de otra manera, la mágica niñera llegó volando para ayudar a un niño y una niña que habían perseguido su cometa hasta perderse por completo y no encontrar la senda de vuelta a casa.

El de ayer fue un concierto hecho por pequeños para los más pequeños y hasta el habitual mensaje que suena por megafonía al comienzo del espectáculo contó con una locución infantil. "El Auditorio es la casa de todos", recordó antes de animar a dejarlo todo "limpio y recogido".

El maestro José Antonio Cubas Delgado tomó la batuta para dirigir a los jóvenes músicos a través de clásicos del cine como Con un poco de azúcar (Richard y Robert Sherman) y fragmentos de Carmen (Georges Bizet). El profesor de trombón también asumió un papel en la obra musical,. Hizo del famoso Almirante Boom, vecino de la familia Banks en la popular película de Disney Mary Poppins.

Durante el concierto, que se extendió a lo largo de unos 75 minutos, los niños y niñas hicieron de percusionistas de la orquesta con sus maracas, bailaron al rimo de la banda sonora de La la Land ( Another day of sun, Justin Hurwitz) y cantaron con fuerza la canción Vivo en un Archipiélago. Fue un coro potente y entusiasta de algo más de 1.500 voces en cada función que golpeó con las suelas de sus zapatos la tarima del recinto cultural. No todo va a ser seriedad y silencio. Estos pequeños aprendieron que la música es el reflejo de la gente y que, además, siempre está en el tiempo perfecto. Todo es música, por eso hay que saber dejarse llevar por ella.