El Dúo Cassadó, formado por Damián Martínez al violonchelo y Marta Moll de Alba en el piano, ofreció en el 36º Festival Internacional de Música de Canarias una propuesta llamada Ecos Iberoamericanos, haciendo referencia clara a un repertorio integrado por composiciones académicas basadas en folclore de países de la citada región geográfica.

El marco del concierto, la mágica Cueva de los Verdes de Lanzarote, fue un aliciente innegable para cualquier interpretación. Con una acústica parca en reverberación es idónea para percibir y apreciar todo tipo de detalles sonoros, de sutilezas tímbricas. Además, su belleza natural transforma en un cuadro toda imagen que se solape al negro volcán de sus entrañas. Sin duda, el mejor de los escenarios con el sello de César Manrique y Jesús Soto.

En el ámbito musical el dúo propuso un repertorio interesante. Una primera parte enfocada a un público más experimentado con obras inmersas en el siglo XX como son Rapsodia del sur de Gaspar Cassadó (quien da nombre al dúo) y la Fantasía Española de Ernesto Halffter, quien dedicó su composición a Cassadó. Y una segunda parte más ligera con seis de las Siete Canciones Populares Españolas de Manuel de Falla y El Gran Tango de Astor Piazzolla.

La primera obra, Rapsodia del Sur, del violonchelista Cassadó, se trata una composición original para violonchelo y piano con un lenguaje romántico y muchas reminiscencias, motivos y melodías propias del folclore del sur de España. La interpretación del dúo fue amable y muy firme, con una compenetración exquisita donde los rubatos melódicos y estructurales propios de esta música se sucedían con elegancia y exactitud.

La obra de E. Halffter Fantasía Española, surge como consecuencia lógica de Rapsodia del Sur, casi como una reinterpretación incluso más elocuente de la misma. Con un lenguaje complejo donde se mezcla tonalidad y atonalidad y con una cadencia inicial excepcionalmente virtusística. La obra al completo y sus secciones quasi cadenciales centrales resultan técnicamente muy exigentes. Usa la mayor parte de la técnica del violonchelo y explota así muchos de sus recursos para conseguir multitud de atmósferas contrastantes. Interpretada con gran maestría supuso el cenit del concierto, tanto por su dificultad como por su belleza y desarrollo.

Ya sumergidos en la segunda parte del concierto que en esta ocasión se interpretó de forma continuada, las seis canciones populares españolas de Manuel de Falla sirvieron como un trampolín directo al centro de la música cotidiana de la España popular del siglo XIX en una adaptación efectiva y fiel para violonchelo y piano. Los seis retales de piezas tradicionales fueron claros y concisos, especialmente La Asturiana, con un fraseo homogéneo y nítido.

El cierre del concierto con El Gran Tango puso el punto y final a una velada completa, distribuida de forma inteligente, especialmente en lo que a línea de tensión se refiere. Con un inicio muy dramático, una continuación densa, una parte central más ligera y un final poderoso y efectista. Piazzolla siempre es una apuesta segura para concluir. Como posdata interpretaron dos bises: Malagueña, de Isaac Albéniz, muy acorde al concierto, y Spiegel im Spiegel, de Arvo Pärt, construido con escalas sencillas, pero que casi a modo de nana dejó un cierre definitivo especialmente íntimo.

* Director de Lanzarote Ensemble y profesor del Conservatorio Superior de Música de Canarias.