El realizador y guionista tinerfeño Víctor Moreno (Santa Cruz de Tenerife, 1981) se siente muy satisfecho por haber obtenido un nuevo galardón con la película La ciudad oculta, el premio Feroz al mejor documental que otorga anualmente la Asociación Nacional de Prensa Cinematográfica de España. Esta prestigiosa distinción se suma al palmarés cosechado en la veintena de festivales y certámenes internacionales en los que se ha presentado, aunque le quedó clavada la espinilla de los Premios Goya, en los que optó a once cabezones sin conseguir ninguno. Algo parecido a lo que le ocurrió también con su otro documental, Edificio España.

"Estoy muy feliz de que la asociación de periodistas críticos de cine de España nos haya concedido este premio. Esto nos ayuda a todo el equipo a quitarnos una espinita clavada por haber estado nominados a los Goya y no haber conseguido nada. Todos los premios son importantes vengan de donde vengan y es importante que este tipo de películas tengan un reconocimiento porque normalmente quedan más olvidadas por otras películas más industriales. También han sido muy interesantes los coloquios que se han generado tras las proyecciones de la película".

El cineasta canario se encuentra actualmente en Chile, en donde madura varios proyectos que están en fase muy embrionaria, aunque adelantó algunos detalles como que alguno de ellos se rodará en parte en escenarios de Canarias y de Chile, entre otros lugares que no pudo desvelar por el momento.

"Te puedo adelantar que varios de los proyectos en los que estoy trabajando van a ir, quizás, además de en un espacio urbano, en la naturaleza. Es algo que también está en La ciudad oculta, en donde vemos raíces, el goteo de las aguas... Ahora me interesa más eso, focalizarlo en la naturaleza".

Importancia de los espacios

Los espacios que elige para rodar adquieren una gran importancia en el imaginario de este realizador que ya cuenta con tres largometrajes a sus espaldas, Holydays (2010) Edificio España (2012) y La ciudad oculta (2017), que se estrenó un año después.

Este último filme de 90 minutos de duración, cuyo guión fue coescrito junto a Nayra Sanz y Rodrigo Rodríguez y la dirección fotográfica de José Alayón, fue todo un reto técnico y de financiación. De hecho, el proyecto participó en el Mercado Venice Gap Financing Market para obtener apoyos.

"Lo más difícil de todo fue conseguir los permisos para rodar en los espacios, alrededor de un año con conversaciones. Después de obtenerlos fue maravillosa la colaboración que tuvimos de todas las instituciones y colaboradores con los que trabajamos en el subsuelo. Eso fue lo más complicado, aunque durante el rodaje es verdad que estuvimos en lugares muy estrechos, angostos, poco luminosos y con muy mal olor, aunque se podía superar sin problemas", recordó.

La ciudad oculta, que se distribuye en España, Francia, Alemania y Estados Unidos, se adentra en un universo desconocido para la mayoría de los mortales, el subsuelo de las ciudades modernas por el que se extienden kilómetros de galerías, tuberías, túneles, cloacas o alcantarillas, además de redes de transporte y estaciones subterráneas habilitadas por el ser humano para el mejor funcionamiento de las metrópolis.

"La película es un viaje alucinante a través de un espacio tan cercano como desconocido a la vez como es el subsuelo de una gran ciudad. Digamos que por un lado me interesaba ampliar la percepción sobre las ciudades que habitamos, que se convierten en territorios alienantes. También me interesaba hacer una película sensorial, que nos ayudara a captar a partir de las emociones y sensaciones el hábitat que hemos construido como seres humanos y qué hacemos físicamente los seres humanos para poder vivir".

La relación del ser humano con el espacio en el que habita es un tema muy recurrente entre las inquietudes cinematográficas de este director, que no duda en que sea el centro de la narración en imágenes que propone en sus producciones.

"Me gusta eso porque la cámara se convierte en una especie de exploradora de ese lugar en donde el punto de vista es bastante amplio sobre las personas, las cosas, sobre todo lo que implica ese lugar, convertido casi en un personaje más. También está la cuestión del trabajo. Casi todas las personas que aparecen en mis películas están trabajando, haciendo cosas. Me interesa el cine que es capaz de aproximarnos a sensaciones y emociones que a través de la realidad no somos capaces de ver, un cine que desvela cosas ocultas".

Moreno es una persona que cada vez tiene más claro que los géneros en el cine son más híbridos, como le ha ocurrido con La ciudad oculta, en la que la realidad adquiere cierto aire de ficción. Le atrae mucho la exploración de los espacios y el tiempo, dejar que los acontecimientos se revelen, que las imágenes y el sonido prevalezcan sobre las palabras y la historia.

En este sentido, confesó que "me encantaría rodar en la Antártida o en una estación espacial, en sitios remotos como en Marte, por ejemplo. Me gustaría filmar en sitios como esos y también me gustaría rodar en el palacio de La Zarzuela y no lo digo de cachondeo. Tampoco quiero parecer monárquico, no se trata de hacer un retrato de la monarquía, sino utilizarlo como espacio", matizó.

Por último, se mostró interesado en rodar en su tierra natal, en donde hay mucho talento. "Afortunadamente, ahora en Canarias se vive un buen momento a nivel cinematográfico. Espero que sigamos en esa buena línea porque ha costado que haya apoyo a los cineastas canarios y creo que está dando sus frutos. El cine canario y el gallego son referentes a nivel nacional. Creo que es un ecosistema que hay que cuidar, porque en el momento en que se pierde cuesta muchísimo que vuelva a florecer".