Einstein valoraba la religión como una actitud ante el mundo, más que como creencia. Decía que creía "en el Dios de Spinoza, que se revela en la ordenada armonía de lo que existe, no en un Dios que se preocupa por los destinos y acciones de los seres humanos". Por otro lado, Gandhi afirmaba que Dios no fue quien creó las fronteras entre países, y que su objetivo era la amistad con el mundo entero, y que solo el conocimiento profundo de las religiones permitiría derribar las fronteras que las separan.

Ahora que todos los mundos son un solo mundo y vivimos un momento en que todas las religiones admiten a las otras (salvo una parte del Islam), creo que resulta interesante conocer cómo viven los creyentes de otros lugares y cómo se manifiestan esas creencias en las arquitecturas del planeta en que vivimos.

Hay un ejemplo en Corea, en las afueras de Seoul, que ha llamado mi atención y quería compartirlo con los lectores. Se trata de la iglesia Saemoonan, que es la iglesia protestante más antigua establecida en ese país asiático, y es conocida como la "iglesia madre" de Corea del Sur, pues fue la primera iglesia protestante.

Los arquitectos del estudio coreano Seoinn Design Group han diseñado una de las seis capillas que tiene esta iglesia, creando un lugar de culto con una torre de piedra y una cruz que cuelga sobre un observatorio como si fuera una aguja contemporánea para esta iglesia.

La Iglesia Saemoonan, como cliente, propuso a los arquitectos cuatro pautas básicas que debían respetarse en el diseño: su historia como iglesia madre de las iglesias protestantes coreanas, el simbolismo de las puertas abiertas al cielo, la espacialidad de expresar a Cristo como luz, y la necesidad de presentar un espacio acuático como parte del significado del bautismo y la armonía que debe presidir ese momento en la vida de los creyentes.

En la construcción de la Iglesia Saemoonan, la aguja convencional fue reemplazada por un suave efecto curvo que está abierto al cielo, y los excesivos adornos de otras iglesias se convirtieron aquí en expresiones simples y abstractas. Además, en lugar de crear una atmósfera espacial solemne con la forma común de un corredor largo, los arquitectos propusieron aquí un nuevo espacio de adoración con una capilla, cuyo plano, en forma de abanico, invita al fomento de la participación dinámica entre los creyentes y quienes visitan el lugar.

La intención de integrarse en un barrio de manera amable, y convertirse en un espacio público más, es claramente visible en la arquitectura de esta Iglesia, lo cual podríamos decir que es una tendencia en las tareas arquitectónicas de las nuevas iglesias de todas las religiones que se están diseñando en el siglo XXI y que en este caso de Corea es considerado y aplicado en profundidad. El patio de la Iglesia de Saemoona se crea con un frente que deja hueca la entrada a la iglesia, deja espacio, y está destinado a convertirse en un lugar de descanso para los ciudadanos y al mismo tiempo cumple la misión de abrir la iglesia a los vecinos y de acogerles.

Es algo así como un espacio de contemplación, de meditación y a la vez de adoración abierta por fuera —con una plaza y comunicada a través del vestíbulo con el Centro Sejong para las Artes Escénicas— pero con la naturaleza cerrada como un monasterio en su interior.

13 pisos

Esta iglesia tiene la sorprendente cantidad de 13 pisos de altura, y así como muchas iglesias del mundo a menudo abren su cúpula del último piso a los visitantes, la torre de esta iglesia coreana quiere convertirse en un espacio conmemorativo abierto a todos los ciudadanos y turistas que se acerquen al lugar.

Una caja de vidrio transparente, destinada a parecer como si estuviera desapareciendo en el cielo, más allá de la pared curva, forma un ángulo de armonía morfológica, contrastando con la pared de suaves curvas y parece diseñado como parte de una estrategia arquitectónica que también tiene como objetivo proteger a las futuras generaciones de las calles congestionadas de Seoul.