Tras leer los tres primeros volúmenes de una saga de la entidad histórica, literaria y artística de La espada de San Eufrasio uno llega a la desalentadora conclusión de que el consumidor de cultura medio está totalmente absorbido por los intereses de las grandes productoras y multinacionales.

Porque esta historia, que transcurre en los años previos a La Revuelta Irmandiña que tuvo lugar en Galicia entre 1467 y 1469 y que está considerada como la mayor revolución europea de todo el siglo XV, muestra de forma evidente que no es necesario recurrir a aventuras ficticias como las de El señor de los anillos o Juego de tronos para disfrutar de una saga en la que confluyan todos los elementos que han dado la fama a los títulos antes citados: intriga, acción, guerra misterio, traición y romanticismo.

Por eso esta obra que firman los guionistas Pepe Rey y Manolo López Poy y el dibujante Miguel Fernández sirve para entretener como los casos anteriores, pero también para conocer cómo se desarrolló una parte de la Historia de este país, algo olvidada incluso para los libros de Historia. La obra se mueve en tres campos literarios. El primero muestra las vicisitudes de una estirpe de campesinos gallegos, la familia de Rosendo, que tiene la mala suerte de vivir en una zona fronteriza entre tres emporios feudales que conforman los terrenos de los señores de Andrade, el Mariscal Pardo de Cela y D. Alonso de Lanzós, y que, para colmo, están en guerra continua entre ellos.

La crueldad de los soldados que tiene que cobrar tributos entre el campesinado y la falta de piedad de los monjes, que poseen también su propio ejército, y que quieren sacar tajada de su posición de autoridad, obligan a los protagonistas a tener que unirse a una panda de bandoleros, la partida de los Ancares, que atracan a las mercancán que transitan en una de las vías fundamentales del país. El segundo se centra en Compostela, donde gobierna Alonso II de Fonseca, que controla un poderoso ejército de más de 2.000 jinetes, y que está en guerra abierta con los señores de Moscoso, sumiendo toda aquella zona en la desgracia, bloqueando el Camino a Santiago y paralizando el comercio y la economía gallega. El tercer frente se centraría en Castilla, donde reina Enrique IV, apodado como el Impotente, enfrentado a su vez a la nobleza castellana y sin poder para tratar de imponer el orden en la lejana Galicia.

Este tercer volumen, que lleva el título de Un pacto con Satanás, se inicia cuando el obispo de Lugo tiene que hacer frente a las amenazas del jefe de la guardia, el capitán Mariñá, y las peticiones constantes del pueblo que se queja de que no hay trigo por la amenaza de los bandoleros. La situación se calma con la llegada de un mercenario oscuro, llamado don Nuño Gómez, que acudirá para hacerse cargo de su guardia personal y que se compromete en acabar con los problemas que sufre la villa.

Miguel Fernández realiza una labor especialmente brillante en la que destaca la reconstrucción de monumentos como el Castillo de Sarria, el Monasterio de Samos o la Catedral de Santiago. Si los dos primeros volúmenes, titulados La aldea maldita y Tierra de lobos, eran algo más oscuros y lúgubres, este nuevo título resulta más exuberante y minucioso.