La historia de este original cuarteto canadiense, uno de los proyectos más interesantes que se pueden disfrutar actualmente en el panorama de la música alternativa internacional, se podría dividir en dos periodos que transitan por campos diferentes y complementarios. El primero ocuparía la época que va entre 2005 y 2010, que conformarían sus tres primeros discos, en los cuales la banda ejercitó una electrónica experimental y sin concesiones, repleta de ideas interesantes, pero con un resultado frío y cerebral que los situaba entre la nueva generación krautrock a pesar de que fuesen norteamericanos. Una época en la que sólo utilizaron teclados, sintetizadores, bajo y batería.

Pero la segunda, que iría de 2016 hasta el momento actual, y en la que también se incluyen sus tres últimos discos, resulta mucho más versátil y vanguardista situándolos como una de las formaciones claves del nuevo mathrock de esta década con resultados muy parecidos a la de los también magníficos The Battle. Una evolución a la que quizás contribuyó el que empezaran a meter guitarras y a dejar a un lado los ecos y distorsiones de sus anteriores trabajos para utilizar la voz como un instrumento más dando como resultado unas obras más orgánicas.

El anuncio de un nuevo trabajo a comienzos de este 2020 tras cuatro años de vacío creativo era una de las noticias más importantes del momento. Y el resultado no defraudará a nadie ya que este maravilloso Deleter supone una más que digna continuación de su obra maestra Congrats publicada hace cuatro años. El primer tema, Luxe, con la colaboración vocal de Alexs Taylor, se desarrolla en un campo estilístico poco concreto entre el post-rock y el avant garde con un pulso melódico cercano a Radiohead.

La primera joya es Endless, todo un ejemplo que cómo actualizar el neofunk con un resultado que deberían envidiar a Animal Collective a estas alturas de su carrera. Algo parecido a lo que ocurre con la enigmática San Sebastian. Pero el grupo no tiene reparos en realizar nada disimulados homenajes a los ochenta. Así sucede cuando Nicholas Allbrock participa en la contundente Free gloss que rememora el sonido más sofisticado de los últimos Talk Talk. O en la seductora Near mint que muestra esencias incluso de los Devo de los ochenta.