Bon Iger estuvo al frente de las adquisiciones e integraciones de Pixar, Marvel, Lucasfilm y, más recientemente, casi todo Fox en el organigrama de Disney. ¿Se puede ser un tiburón de los negocios y, a la vez, buena persona? Sí se puede, según se extrae del libro de memorias y negocios de Iger, Lecciones de liderazgo creativo (Conecta), a la venta a partir de hoy.

Según Iger, este libro no es una autobiografía, sino que "trata de cómo guiarse por una serie de principios que ayudan a fomentar lo bueno y a gestionar lo malo". Pero explicar esos principios pasa, para el autor, por recordar su vida. Lo que queda es menos un manual de negocios que unas memorias salpicadas de consejos para el liderazgo y la administración, o, simplemente plemente, la seguridad en uno mismo y el saber vivir.

Su historia se asemeja al título de la obra de Dave Eggers: "conmovedora, asombrosa y genial". Iger no es hijo de ninguna elite, sino que creció en un pequeño pueblo de Long Island en el seno de una familia de clase media-baja. Su madre era ama de casa y su padre trabajó como ejecutivo publicitario, a su pesar. "Llevaba una vida que no le satisfacía y se consideraba un fracasado", explica el directivo. "En parte por eso nos animaba a trabajar duro y a ser productivos: para que pudiéramos alcanzar el éxito que él no había tenido". Iger no estudió en Stanford ni en Columbia, sino en el menos conocido Ithaca College, y los fines de semana tenía que trabajar en el Pizza Hut del pueblo para tener algo de dinero. Fue hombre del tiempo en Ithaca, pero no llegó a cumplir su sueño de presentar las noticias.

Los inicios

Tras mudarse a Nueva York entró en ABC gracias al favor de un hombre que había compartido habitación de hospital con su tío Bob. Empezó en lo más bajo ("toda clase de trabajillos en concursos, telenovelas, programas de entrevistas, informativos y programas especiales televisivos"), pero siguió subiendo peldaños hasta convertirse en presidente y director de operaciones de ABC (entonces fusionada con Cap Cities) en 1994, un año antes de su compra por Disney. En el 2000 ya se había ganado los puestos de presidente y jefe de operaciones, pero no le resultó fácil convencer a la junta para convertirse en sucesor de Michael Eisner en el 2005.

Iger se encargó de demostrar pronto a sus colegas que no se habían equivocado. En el 2006 convenció a Steve Jobs para que le dejara comprar Pixar. Tres años después, sedujo al famosamente huraño Ike Perlmutter para hacerse con Marvel. Y otros tres años después, se cameló a George Lucas para que le entregara las llaves de Star Wars.

El año pasado, cuando, en principio, estaba a punto de jubilarse, superó a Comcast con una opa por los activos de entretenimiento de 21st Century Fox por 71.300 millones de dólares. Para (tratar de) conseguir una carrera parecida a la suya, Iger recomienda y explica 10 principios: optimismo, valentía, concentración, decisión, curiosidad, equidad, reflexión, sinceridad, constante afán de perfección e integridad. Se dice fácilmente.

Son ideas que, explica, aprendió a desarrollar desde su infancia. Su padre tenía crudos cambios de humor: "No sabíamos nunca qué papá llegaría a casa por la noche: conservo el recuerdo de estar sentado en mi cuarto del piso de arriba de la casa y deducir, por el sonido que hacía al abrir y cerrar la puerta y subir los escalones, si era un papá feliz o un papá triste". Aquello le sirvió para desarrollar su sangre fría a la hora de enfrentarse a lo imprevisto. Su madre y hermana pequeña contaban con ello.

Del padre, no solo aprendió capacidad para enfrentarse a maremotos imprevistos. Él hizo que sintiera curiosidad por el mundo y le inculcó el amor por los libros y The New York Times, el mismo diario que ahora condena al universo Disney por haber "colonizado nuestras mentes".