La historial real de un republicano español, preso en un campo de concentración nazi y que, junto a otros españoles, fue utilizado como "cobaya humana" para experimentos médicos, es el hilo conductor de 'Bilbao en Mauthausen', libro del historiador vasco Etxahun Galparsoro.

En 'Bilbao en Mauthausen', Galparsoro vuelca su investigación sobre su tío abuelo Marcelino Bilbao, superviviente del campo situado en los Alpes austriacos.

"La gente sabe que existieron republicanos españoles en Mauthausen pero asociamos los campos de concentración nazi con el exterminio judío y las cámaras de gas. Pero las cámaras de gas se iniciaron en 1942 y los españoles entran en Mauthausen en 1940, es un proceso que no tiene nada que ver", asegura en una entrevista con EfeE.

Aunque Mauthausen no figura entre los seis grandes campos de exterminio como Auschwitz, el historiador explica que "la función del campo era la muerte", con un método liquidador que usaba el trabajo extenuante: "Los españoles fueron asesinados en base al duro trabajo, al agotamiento total".

En el libro, Marcelino Bilbao aporta su testimonio sobre los experimentos médicos que se hacía con los presos, con constantes extracciones de sangre e inyecciones de sustancias experimentales que les administraban los médicos de la SS.

Los miles de republicanos españoles que pasaron por este campo llevaban un triángulo azul que marcaba a los extranjeros y una 'S' para determinar que eran españoles (spanier).

El triángulo se ha convertido con los años en símbolo antifascista, como el de color rojo que llevaban en la solapa durante su toma de posesión los ministros de Unidas Podemos Pablo Iglesias y Alberto Garzón. "El triángulo rojo es un símbolo antifascista. No creo que nadie se deba alarmar por un símbolo antifascista", comenta Galparsoro.

Miles de víctimas

Explica que hoy día, poco a poco y gracias a investigaciones austriacas, se van conociendo más datos sobre estos experimentos, que consistían en inyectar enfermedades como el tifus a los internos para ver su reacción ante determinados fármacos.

En la obra, repleta de fotografías y documentos de la época, no solo se hace memoria de Marcelino Bilbao sino que se reivindica a toda una generación de españoles víctimas de la Segunda Guerra Mundial. "El problema es que creemos que se terminó en 1945 y esto no es así. El año pasado recibí correos de gente que busca a sus familiares porque no sabe donde están", destaca.

En 2006 el Ministerio de Cultura elaboró un censo oficial de los republicanos deportados a los campos de concentración que ha ido creciendo porque los propios autores, Sandra Checa y Benito Bermejo, han ido encontrando más datos.

A juicio del Galparsoro, el trabajo que queda por delante es enorme: "Hay muchas miles de víctimas que no figuran en la historiografía" porque además de las personas que llegaron a los campos de concentración hay que sumarles los detenidos en campos de internamiento, los fusilados o los desaparecidos.