La Mahler Chamber Orchestra (MCO) viene a representar la última de las grandes utopías de su fundador, el recordado maestro Claudio Abbado, quien en 1997 confió a los adolescentes de la Jugendorchester vienesa, la Orquesta Juvenil Gustav Mahler, un cometido capital: abatir desde sus atriles aquellos muros para muchos insondables que separan al público de la experiencia musical más auténtica y plena.

El resultado de aquel sueño no se convirtió ni mucho menos en pesadilla. Bien al contrario, se ha constitutido como un principio que dado vida y carta de naturaleza un conjunto que hoy en día representa un crisol de 20 nacionalidades, formado por 45 músicos, que se encuentran estos días de gira por España, ofreciendo conciertos junto a la prestigiosa pianista y directora Mitsuko Uchida.

La gira comenzó el pasado día 8 de enero en Baluarte (Pamplona) y concluirá el próximo día 15 en el Palau de las Artes Reina Sofía (Valencia), después de haber cumplido con dos citas en el Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC), la protagonizada ayer, en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, y la que tendrá lugar esta misma noche, a partir de las 20:00 horas, en el Auditorio Adán Martín de Tenerife.

El repertorio está integrado por dos obras que llevan la firma del genio de Salzburgo, Wolfang Amadeus Mozart: C oncierto para piano no 17, en sol mayor, K453 y Concierto para piano no 22, en mi b mayor, K 482, que se completan con una composición contemporánea, obra de Jörg Widmann: Chorale Quartet, un cuarteto de cuerda en un nueva versión para orquesta de cámara.

Lo cierto es que aquel núcleo original ya constituía un grupo que tanto humana como musicalmente se entendía a la perfección, que desde la diferencia y la riqueza, más allá de la diversidad de orígenes y opiniones, mantenía una idea común, unos fundamentos que se han ido transmitiendo.

La MCO se fundó desde la filosofía de un conjunto libre e internacional, dedicado a crear y compartir experiencias excepcionales en la música clásica. Con 45 miembros fijos pueden alcanzar los 70 cuando las piezas a interporetar requieren refuerzos, propcedentes de una veintena de países diferentes, sobre todo europeo, aunque el conjunto también acoge instrumentistas originarios de países como Chile, Venezuela, Japón y Australia, y funciona como un colectivo nómada de músicos apasionados que se unen para realizar giras específicas.

Precisamente, ese nomadismo es la razón que los impulsa a un movimiento continuo. De ahí las actuaciones que han protagonizado a lo largo de su trayectoria en más de 40 países de los cinco continentes y siempre al compás de los ritmos de un conjunto que se rige de manera colectiva, acompasado por por su equipo directivo y según los tiempos que marca la junta de la orquesta.

El clarinetista español Vicente Alberola pone el acento en ese crisol de nacionalidades que aglutina la MCO, un buen ejemplo de que la música es capaz de traspasar fronteras, "de que estamos por encima de situaciones como la del brexit", señala.

"Cada uno de nosotros, como miembro de la orquesta, tiene derecho a voto", explica. Para ello se designa un comité que se encarga de los aspectos de caracter administrativo, también de materias como el márquetin y la publicidad. Y subraya el hecho de que los músicos cuentan, además, "con la potestad de elegir a los directores invitados y también los programas que vamos a interpretar".

Es más, desde su condición de miembros cuentan con el privilegio de elegir los programas en los que desean participar y el porcentaje de días de trabajo junto a la orquesta en cada temporada.

Porque es así como cada integrante decide qué proyectos le resultan más atractivos o acordes a sus condiciones y los defiende sin secretismos, levantando su brazo y optando por el abanico de un repertorio que abarca desde el barroco, el clasicismo vienés o el romanticismo temprano hasta las vanguardias contemporáneas, ya sea en formación orquestal o pequeños grupos de cámara.

"Conformamos un conjunto heterogéneo, con más de veinte nacionalidades que están unidas y armonizadas desde el lenguaje universal de la música, con el que nos emocionamos", asegura Vicente Alberola, quien destaca que a pesar del paso de los años "seguimos disfrutando de este sublime arte con espontaneidad y enorme frescura".

El espíritu del maestro Abbado está presente: es el sello de la orquesta. "Fue muy emocionante cuando con ocasión de su fallecimiento le rendimos un sentidfo homenaje interpretando La Incompleta de Schubert", recuerda el clarinetista. "Él fue un gran mago de la música, capaz de conciliar los espíritus y eso va a perdurar toda la vida".

El hecho de formar parte de este conjunto supone "algo así como recibir clases magistrales a diario y además, gratis", destaca Alberola sobre ese contacto continuado que mantienen con grandes directores de quienes¡ dice que "si es bueno tenerlos, también lo es que vuelvan, porque te dan la posibilidad de establecer relaciones humanas y profesionales únicas".

Eso sí, admite, y lo mantiene de forma irrenunciable, que cuando decidió militar en una formación como la MCO "sabía lo que estaba buscando: sentirme libre".

Otro de los españoles que integra esta formación, el contrabajista Rodrigo Moro. señala que "en ningún caso me atrevería a hablar de una orquesta de solistas, pero sí es cierto que la música de cámara te expone más y te permite brillar individualmente en ciertos momentos".

Pero más allá de estos detalles propios y específicos de la naturaleza de cada sección, este contrabajista señala que "todos tenemos muy claro que nuestro instrumento ha de estar al servicio de un sonido común: eléctrico, intenso, profundo...".

Otra de las voces españolas, la flautista Júlia Gállego, precisaa: "No nos interesa la especialización, sino mantener viva la llama de la curiosidad y el gusto por lo nuevo", al tiempo que reconoce cómo "el ritmo de vida que impone esta orquesta puede ser muy duro: aviones, maletas, restaurantes... Pero cuando escuchas el resultado y ves la reacción del público te das cuenta de que todos los esfuerzos han merecido la pena".

La música es ese elemento capaz de hermanar voluntades en este ensamble de condición errante, en el que sus miembros se reúnen en la localidad en la que van a tocar sólo dos días antes, ensayan, ofrecen al público el concierto programado y hacen la maleta para poner rumbo al próximo destino: se van con la música a otra parte y, una vez terminada la gira, cada cual regresa a su ciudad.

El sonido de la MCO se caracteriza por el estilo de música de cámara ejecutada en conjunto donde se manifiesta la armonía de tantas personalidades musicales independientes. Su repertorio central, que abarca desde la época clásica vienesa y los primeros períodos románticos, herencia del núcleo de la original Jugendorchester, hasta obras contemporáneas y estrenos mundiales, refleja su virtuosa agilidad para cruzar las fronteras musicales, que desprende todo un ejercicio de libertad y responsabilidad.

Esta singular orquesta, que no olvida los impulsos artísticos de aquella utopía acompasada por su mentor fundador, Claudio Abbado, ni del director Laureate Daniel Harding, desarrolla un trabajo en estrecha colaboración con una red de socios artísticos que le sirven de inspiración y dan forma a programaciones de largo plazo, una nómina que actualmente incluye a los pianistas Mitsuko Uchida y Leif Ove Andsnes, así como también al violinista Pekka Kuusisto y al director Teodor Currentzis. El maestro de conciertos Matthew Truscott dirige a la orquesta regularmente en el repertorio de la orquesta de cámara.