¿Cuándo se dio cuenta de que no tenía ni un pelo de tonto?

Ja, ja, ja... Esa es buena. Aparte del rastro que dejé en la almohada y en el lavabo, al mirarme a un espejo. Además tenía que buscar un nombre con gancho para la banda. Al final las dos cosas me llevaron a esta situación...

¿Lo de ser calvo es de serie o en el pasado tuvo cabellera?

Sí, pero hace mucho tiempo de eso... En el instituto, por ejemplo, me llamaban el peludo. Así que algo de pelo sí que tuve.

¿Ese es uno de los misterios que el heavy

¿Cuál?, ¿el de los rockeros melenudos que se quedan calvos?

Sí...

En mi caso sí. Aunque usted no se lo crea le aseguro en algún instante de mi vida que aquí arriba había una buena mata de pelo.

¿Lo que nadie puede decir es que David Amador no se deja la piel en los escenarios?

Esa es la parte más gratificante; lo peor siempre viene antes de salir a él. En cuanto agarro el micrófono me transformo. Ni un Pelo de Tonto es mucho más que un grupo; esta banda representa una filosofía de vida... El público espera lo mejor de nosotros y, sinceramente, la mayoría de las veces se lo damos. Sus caras son el reflejo de la felicidad.

¿A su edad continúa cogiendo nervios antes de una actuación?

Eso nunca se pierde. De hecho, en nuestro próximo disco hay una canción llamada El mágico mundo imperfecto del rock and roll en la que se reflejan las alegrías y las miserias de esta profesión. Todo son dudas hasta que no arranca el concierto y compruebas que los espectadores se lo pasan bien.

¿Le queda alguna asignatura pendiente con la música?

Soy un optimista empedernido que cree que lo mejor aún está por llegar... ¡Estamos en ello!

¿Qué tiene entre manos?

Un disco que vamos a grabar en Madrid en el que estamos poniendo muchísimas ilusiones.

¿Usted vive de la música?

Ahora mismo sí... Ni un Pelo de Tonto es una empresa musical. En el pasado trabajé en distintos sectores, en una tienda o en una fábrica de aluminio, pero yo soy como Loquillo: un camionero que se gana la vida como cantante.

¿Se puede vivir de ella?

Sí... Bueno, no (risas). Se puede malvivir con ella. Vivir al cien por cien de ella es muy difícil, pero yo me siento un afortunado.

¿Cuál hubiera sido su plan b de haber fracasado en el artisteo?

Siempre me generó curiosidad la posibilidad de conocer mundo y personas. Supongo que una de las mejores fórmulas para cumplir ese sueño es trabajar en la redacción de una revista especializada en viajes, ¿no?

¿Un practicante del rock se retira o lo retiran?

...(silencio) Yo creo que se retira. Las nuevas tendencias musicales nos siguen poniendo piedras en el camino, aunque el rock no perderá su esencia. Las modas van y vienen, pero el rock and roll es algo que no tiene fecha de caducidad.

¿Son ciertas esas "Guerrillas urbanas", y no me estoy refiriendo a la banda, que dicen que existen en el seno del más mortal de los grupos?

Yo siempre he procurado que en Ni un Pelo de Tonto prevaleciera la unión y la familiaridad, pero eso es una tarea muy complicada. Cada ser humano tiene sus opiniones y egos, es decir, que lo normal es que haya roces. Lo que ocurre es que en esta banda la última palabra la tiene el calvo... La mayoría de las decisiones que tomé nos llevaron por buen camino. Eso significa que algo de criterio sí que tengo a la hora de imponer las cosas...

¿El voto de calidad es el suyo?

Sí; yo soy el que rompe el empate. ¡Alguien tiene que hacer ese papel! Ya han sido muchos años cargando cajas e instrumentos, acumulando kilómetros de carreteras y unos cuantos marrones...

¿Lleva la cuenta de los conciertos que ha dado en su vida?

Sí le digo la verdad, no... Supongo que unos dos mil (ríe).

¿Y cuántos más piensa dar?

Otros dos mil... Mi meta es Mick Jagger, Espero continuar divirtiéndome tantos años como él. Si él ya tiene 76, a mí me quedan al menos unos treinta y pico más en un escenario.

¿Piensa morir, al menos como músico, sobre una tarima?

Sí, en ese aspecto me siento una folclórica. Yo soy de los que barajan la posibilidad de morir en un escenario.

¿Tiene contabilizadas las veces que se ha tenido que reinventar como artista?

Es algo que hago a diario; cada vez que me levanto pienso qué es lo que tengo que hacer para no aburrirme. En un oficio como este acomodarte supone morir... Yo no tengo tan claro eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor; lo mejor tiene que venir mañana...

¿Algún taponazo se ha llevado?

Alguno no, unos cuantos... Pero esos leñazos te ayudan a aprender y, sobre todo, a desconfiar de ciertas personas.

¿Se le ve dolido?

De eso también tengo para dar y regalar... Hay gente que vive con el propósito de hacer daño a los demás.

¿Podría aclarar eso?

Que hay muchas personas que se equivocan cuando afirman que a Ni a un Pelo de Tonto le han regalado las cosas. Yo no oculto que en algún momento no hayamos estado en el lugar adecuado, pero nadie nos ha dado algo bueno por la cara. No me tire más de la lengua que después se enfadan conmigo. Todo lo que tenemos en la actualidad nos lo hemos currado.