¿Cómo surgió la oportunidad de actuar con la Big Band de Canarias?

Estaba cantando con la Orquesta de Jazz de Bruselas y Kike Perdomo, el director de la Big Band de Canarias, estaba entre el público. Cuando terminó, él me envió un correo electrónico diciéndome que había sido un gran concierto, que había sido increíble, y que quería que yo colaborara con la Big Band de Canarias. Yo no sabía ni dónde estaba Canarias y recuerdo que hablé con el bailarín Nuhacet Guerra, que es grancanario y estudia en Bruselas, y me dijo que no me lo pensara, que aceptara la invitación.

¿Cómo han sido los ensayos con el grupo, que ha sido un trabajo contra reloj?

Para mí ha sido fácil porque me sé las canciones. Si hubieran sido canciones nuevas para mí sí que habría necesitado más tiempo de ensayo con la banda. Pero de este modo no ha tenido que ser así; además, siempre puedo seguir la música a través de las partituras, así que para mí es perfecto. Además, tengo una experiencia de más de 20 años.

¿Cómo apareció la música en su vida? ¿Proviene de un linaje de músicos?

El único músico que hay en mi familia era mi abuelo, que además no era ni músico profesional. Él tenía un piano, así que crecí oyendo música en mi casa. La música es algo que he amado desde que prácticamente era un bebé. Desde muy temprano, desde que tenía unos 8 años, ya supe que amaba cantar y hacer música, aunque obviamente a esa edad aún no podía imaginarme que acabaría convirtiéndome en cantante, ni me imaginaba que la música se convertiría en mi trabajo. Cuando era adolescente sí que empecé a pensar que podía convertirme en cantante profesional porque en el colegio, estudiando música, comprendí que eso que me gustaba tanto se podía convertir en mi profesión.

¿Por qué decidió dejar su país para vivir en Bruselas?

Comencé estudiando en el South African College of Music en mi país y allí recibí clases de un profesor de Países Bajos. Él consiguió que me dieran una beca para ir hasta Holanda durante un año y medio para seguir estudiando jazz. Cuando viajé hasta allí, ya nunca más volví a Sudáfrica.

Después de tanto tiempo viviendo fuera de su país natal, ¿es difícil no perder sus raíces a la hora de componer nueva música?

Yo creo que es muy sencillo continuar conectada a mi país porque hay que pensar que soy africana y yo hago música en mi propio idioma y, cuando trabajo con mi pianista, compongo y escribo las palabras en mi propia lengua. La gente tiende a colocarlo todo en cajas, en compartimentos en los que catalogar los diferentes tipos de música, pero yo creo que no es así. Y es que yo compongo con músicos europeos pero luego las palabras están escritas en mi idioma y eso es lo que hace el todo. Así que no, no es difícil estar conectada a mis raíces, es algo muy natural. De hecho, es una forma de trabajar en la que yo ya no tengo ni que pensar demasiado para hacerlo. Con mi pianista, compongo jazz, y suena a jazz, pero cuando ponemos las palabras en mi propia lengua logramos que esa música sea algo más.

Tras este primer viaje a Canarias, ¿veremos temas influenciados por esta experiencia?

No. Pero te explico por qué. No es porque no lo quiera sino porque solo estará en Tenerife cinco días y eso es muy poco tiempo para tener buenas ideas. Si estuviera aquí al menos un año podría hacer muchas composiciones diferentes. Además, tengo muy buena relación con algunos de los músicos que he conocido en este viaje.

Tras este paso por Canarias, ¿qué le depara a Tutu Puoane el año 2020?

La verdad es que tengo varios proyectos en marcha. Uno de los que más ilusión me hacen es el musical Dear Winnie, una producción sobre Winnie Mandela en la que actúo. Voy a trabajar con John Clayton, que es un contrabajista estadounidense y con su Big Band voy a actuar en Alemania. También tengo en marcha dos proyecto con mi marido, que es mi pianista. Se trata de trabajos de voz y piano. Así que viene un año de mucho trabajo para nosotros.