El crooner andaluz Toni Zenet (Málaga, 1967) vuelve a La Laguna para dar rienda suelta a un proyecto novedoso en su trayectoria profesional consagrada hasta ahora a sus propias canciones. Se trata de La Guapería, un racimo de versiones de una decena de boleros cubanos antiguos de míticos autores como Bola de Nieve, Celeste Mendoza, Olga Guillot, Marta Valdés o Rolando Laserie, entre otros. Intervendrá junto a su inseparable guitarrista José Taboada y, a lo mejor, interpretará alguno de sus temas la joven cantante canaria Marilia, de la última generación de Operación Triunfo.

¿Qué supone La Guapería

Este registro es un poco atípico dentro de mi discografía porque es el primero en el que no son temas originales. Lo considero una especie de deuda en cierto modo a nivel muy personal con la música cubana. Me rodeo de músicos cubanos, a pesar de que mi alter ego en la guitarra y en la composición es José Taboada. Sí que es verdad que nos rodeamos de primeros espadas como Manuel Machado (trompeta), Pepe Ribero (piano) o Moisés Porro (batería). Llevamos juntos once años. De alguna forma ellos me han ayudado a encontrar mi voz en la música y de alguna manera siempre ha estado ahí la música cubana como una especie de maestra en la sombra.

¿Por qué el bolero?

Machado siempre me decía cuando me escuchaba cantar un bolero que algún día Toni tienes que cantar algún bolero y yo le contestaba que ese no era mi terreno. Se lo decía con sinceridad que no soy cantante de boleros ni he tocado ese mundo sonoro y gracias a la valentía que él me dio decidí coger el toro por los cuernos y me lo tomé con seriedad. He estado dos años documentándome para saber qué es un bolero, quién cantaba boleros, por supuesto partiendo de la base de una lista de canciones de Machado y de Ribero y luego haciendo mi propia selección, pero fíjate, hasta aquí hemos llegado. Incluso nos han dado un premio en Cuba y todo.

¿Ha descubierto algo en este género musical?

He descubierto muchas cosas, como que el pop que conocemos hoy en castellano es deudor del bolero, de su estructura y en general la canción melódica. Estrofa, estribillo, estribillo... es una estructura. Incluso musicalmente donde empieza con nota menor y se acaba en un estribillo con nota mayor. Este tipo de estructura se sigue repitiendo hasta la saciedad. Está metida en el subconsciente de nuestra cultura musical occidental. Eso se aprende en cuanto a la estructura del bolero. Todos han sido cortados con la misma tijera. Luego he aprendido que me encuentro muy cómodo también.

¿Qué ha aportado usted a las canciones que interpreta?

Siempre he dicho que soy mal cantante de estudio porque no se hacer dos veces exactamente igual la misma canción. Soy un cantante muy intuitivo que parte de la base de ser muy autodidacta y muy expresivo. Todas las canciones son como un viaje en el que no sabes bien a donde te van a llevar. Es el sentido mágico, espiritual que tiene meterte en una canción. No se, te entregas absolutamente y no sabes muy bien qué va a ocurrir. De hecho, hay canciones que siempre nos pide la gente que conoce nuestra discografía. Por ejemplo, Soñar contigo, una canción conocidísima que cuenta con millones de entradas y versiones en internet, nunca la hacemos igual. Nunca la canto igual, para mi es mantenerla viva de alguna manera. Entonces, lo que aporto al bolero es una frescura, una espontaneidad, pasada por mi filtro, por mi forma de entenderlo, que es llevármelo a mi terreno con todas mis influencias musicales y mi propio recorrido.

¿Ha tenido que hacer algún esfuerzo especial para adaptar su voz al bolero?

No mucho la verdad. Es una especie de saber la sensación que tienes cuando vas a un mercadillo y te vas probando ropa y de pronto notas que hay una chaqueta de cuero que te queda perfecta y dices esta es la que estaba buscando, pues algo así.

¿Como define la sonoridad del bolero?

Antes hablábamos de que tiene notas mayores y menores, las mayores indican alegría y final feliz, y las menores evocan tristeza, melancolía. La nota menor se usa en un intervalo musical que te hacer caer en otra que es mayor. De alguna manera ese viaje existe en el bolero, una especie de evocación de pena, melancolía, reflexión acerca del amor; y luego existe una nota mayor que es una resolución de las cosas. Es curioso ver como en la saudade, en la tristeza de la bossa nova, se llegan a decir cosas muy fuertes pero con una gran dulzura. También es muy curioso como en el tango ese arrebato que tiene puede ser muy dramático, pero al mismo tiempo muy romántico y pasional a la vez. Gracias a esas notas creo que el bolero parece que tiende de alguna manera a la solución, al final feliz. Es un análisis que hago a bote pronto pensando únicamente en las notas.

¿Cual ha sido la principal dificultad que ha encontrado a la hora de abordar este proyecto?

Ha habido un par de dificultades en las que no quería caer. Por un lado, estaba tocando autores que son muy importantes, son sagrados. Por ejemplo, Bola de Nieve, gente muy importante en su género. Por lo tanto hay que tener mucho cuidado cuando uno toca algo sagrado, porque de alguna manera lo que tiene que hacer es un viaje hacia dentro, hacia el interior. Intenté buscar ese Bola de Nieve dentro de mi y era arriesgado. (...). Me parece que esto es lo importante para mi, observar que algunas piezas maestras se defienden por sí solas en su mayor sencillez, en su expresión mínima, en su absoluta desnudez. Porque para defenderlas tienes que arriesgar muchísimo.

¿Qué criterios ha seguido a la hora de seleccionar los autores y las canciones?

Después de escuchar muchos boleros, estuve desenterrando cosas. Me di cuenta que a partir de una década determinada las letras del bolero cambian, se hacen más modernas en el sentido de que es más entendible para mi, para mi mente del siglo XX-XXI . Tal como se expresa el amor, por ejemplo, es decir el lenguaje simbólico: tus dientes como perlas... Todo eso se empieza a acabar a finales de los 40, se empieza a dejar boleros así y se entra más en boleros con influencias del jazz donde el lenguaje simbólico ya no tiene cabida. Me recuerda mucho la poesía. Te das cuenta de que el boleto también es producto de la literatura de su época. Cuando hay frases de Bola de Nieve en las que dice, por ejemplo, devuélveme mis besos o préstame la vida para poder vivir... A mi me recuerda a los grandes poetas del 27, a Neruda o cualquier autor de ese periodo. En ese sentido me sentí muy identificado y empecé a descartar.

Otro criterio era la sonoridad. Mientras que las letras más modernas eran las que más me impactaban resulta que el sonido que más me gustaba era el más antiguo. El sonido de los años 30 está cargado de arreglos que mezclan sección de metales con cuerdas y sonaba a la radio de la abuela; mientras que no me gustaba tanto el bolero de los años 60, que se hace todo muy parecido y todos suenan a Los Panchos, con su permiso. Ellos son los inventores, pero todas las imitaciones que llegaron después sonaron precisamente a Los Panchos.

¿Entonces, no le atraía ese sonido de los años 60?

No, huí de el y me fui directamente al sonido de las grandes orquestas de los años 30. Por lo tanto, mezclé, pedí a Machado que me ayudara a conseguir esa estructura de sonido y esos arreglos que prácticamente son arquitectónicos porque había que ensamblar siete, ocho metales, con tres cuatro, cinco cuerdas y así nos han salido las canciones, como alguna versión de Celeste Mendoza, por ejemplo, Estas equivocada, o de Rolando Laserie, como La palabra fin, alguna cosa de Olga Guillot, como por ejemplo Ansias locas, que tienen ese sonido que te decía que recuperamos de los años 30, pero por supuesto llevado a nuestro terreno.

¿Ha respetado el contenido de las canciones o las ha alterado en algún sentido?

Me he permitido acercarme más en algunas de ellas. Por ejemplo, antes hablábamos de Bola de Nieve y hay dos suyas en La Guapería. Una de ellas he conseguido meterla en un papel que he hecho en la serie televisión Hache de Neftlix. Se titula E s tan difícil fabricarse el amor. En este tema nos hemos adaptado gracias a Pepe Rivero, que me llevó en brazos a la versión original de Bola de Nieve; mientras que hay otro, Devuelveme mis besos, en el que me permití hacer un arreglo, porque noté que se balanceaba en una especie de ritmo de tres un dos tres, un dos tres, como un vals. Le pedí al contrabajista Yelsy Heredia, que también es cubano, que me ayudará a remarcar ese vals y fue maravilloso. Nos permitimos cosas que en el original no estaban, como el contrabajo, un solo precioso. Hemos ido jugueteando en algunos apartados.

¿Cuántos temas incluye en el disco La Guapería ?

Diez más uno. Uno de los encuentros ha sido el escritor y repentista Díaz Pimienta, un poeta cubano que improvisa. Por otro lado, tenemos un tema original del cubano Graverio Pérez, Demasiado, porque yo estaba buscando una canción que entroncara lo antiguo con lo de hoy y me hablaron de este señor. Me puso en contacto con él e hicimos una versión de este poema libre. Lo gracioso es que tuvimos una relación epistolar durante dos meses y luego me dice que vive en Carabanchel.

¿Qué ofrecerá en La Laguna?

Será un concierto de más de una hora y media, aunque depende porque me gusta contar alguna anécdota entre tema y tema. Me gusta romper ese concepto de la cuarta pared, charlar con el público, mirarlo a los ojos y hacerles cómplices de toda la historia que está ocurriendo arriba en el escenario. Lo bonito es hacerlo en el formato voz y guitarra, porque creo que te hacen ver que la esencia de cada tema está ahí. No vamos a tocar solo las canciones de La Guapería, sino que daremos un repaso a mi discografía. El público tiene que ver que detrás de esa guitarra está Nueva Orleans, Nueva York o Copacabana. Lo que me interesa realmente es que uno pueda viajar cerrando los ojos dando ese paseo con la música. Me acompañara a la guitarra el maestro José Taboada, en formato acústico, y puede que colabore con nosotros la cantante canaria Marilia, que participó en Operación Triunfo.