Hace ya más de un año que la periodista Irma Cervino (Santa Cruz de Tenerife, 1969) dejó de escribir sus artículos semanales de los lunes en la sección de opinión del periódico EL DÍA por otras ocupaciones que se lo impedían. Eran historias incluidas en la serie El edificio de la esquina que salieron publicadas entre septiembre de 2014 y junio de 2018.

Las realidades cotidianas vividas en una comunidad de vecinos cualquiera, pero teñidas de un humor sano y cierto toque absurdo, eran el caldo de cultivo de aquellas particulares vivencias simpáticas recreadas por Cervino en sus crónicas semanales que algunos de sus lectores echan de menos desde entonces.

"La gente me preguntaba, sobre todo en las redes sociales, y también en calle, cuándo iba a volver aquella comunidad de vecinos. Me preguntaban cómo estaba Doña Monsi, la presidenta de la comunidad, o el cerdito de Alegría Cinco jotas... Parece que han cobrado vida y decidí reunirlos porque no todo el mundo pudo leerlos en su momento", explicó.

Aquellos comentarios la animaron a seleccionar medio centenar de aquellos relatos, entre los ciento setenta publicados, que ha recogido en el libro El edificio de la esquina, incluido en la colección La Quinta Columna de Ediciones Idea, que fue presentada ayer en la sala MAC de la capital tinerfeña.

"El objetivo es que la gente sonría con estas historias que encierran mucho humor y situaciones absurdas. Son situaciones cotidianas de una comunidad en la que siempre ocurre algo absurdo que podría parecer increíble pero que nunca supera a la realidad. Son historias que buscan que el lector se olvide un rato del mal rollo y deje escapar una sonrisa".

Una decena de personajes integra la galería de seres que Cervino creó para dar rienda suelta a esos diálogos o disputas nada violentas entre vecinos que se cruzan en la escalera, en los rellanos de cada planta, en el ascensor o en la recepción para dialogar sobre temas que fueron actualidad en el momento en el que fueron escritos los textos, como el "procés" de Cataluña o la Navidad, entre otros empalmes con la realidad.

Los anónimos inquilinos de El edificio de la esquina ya tienen rostro, el que le has otorgado el joven ilustrador tinerfeño Axel de la Rosa, autor de la portada del libro en la que se observa a todos ellos a través de la mirilla de la puerta de una de los pisos del edificio. "Los dibujos se van intercalando en algunos de los capítulos para dar más soltura al texto. Le expliqué cómo era cada personaje, sus características, cómo me los imaginaba y Axel los interpretó y dibujó".

Las primeras páginas de la obra están dedicadas a los diferentes personajes que habitan en El edificio de la esquina, de cada uno de los cuales se incluye una pequeña descripción. La Padilla, que ronda los 65 años, es una mujer corpulenta que la mayoría de las veces está enfadada. Su sobrina, que vive en La Gomera y pasa temporadas con ella, quiere ser monja y colabora con comedores sociales. Tiene un cerdito, Cinco Jotas.

Las hermanas Úrsula y Brígida; Doña Monsi, presidenta de la comunidad, que mide metro y medio y tiene un pelo en forma de nubecilla que se peina hacia arriba con litros de laca para parecer más alta. Tiene manía por poner normas en el edificio; Carmela, que limpia la escalera, aunque siempre busca excusas para no hacerlo. Supera los 50 años y está casada con Pepe, que trabaja en la Policía Local; o el matrimonio al que llaman los Príncipes, María Victoria y Alberto, una metomentodo y un calzonazos, entre otros individuos.

Todos los capítulos, escritos en primera persona salvo los diálogos, empiezan y acaban. Irma Cervino se ha inspirado en algunos vecinos de su propio edificio para poblar sus ficciones cotidianas, aunque algo trastocados, y otros se los ha inventado, aunque todos han cobrado casi vida propia. "El edificio está ahora en reformas, pero me gustaría volver a escribir sobre sus vecinos. Es divertido".