A medio camino entre las sagas de superhéroes de Marvel y las entrañables aventuras de animales humanizados de Hanna Barbera, Angel Carbird es, aunque algunos no puedan creerlo, la nueva obra de Margaret Atwood. Pues sí, la autora de la celebérrima El cuento de la criada ha decidido que su nuevo paso literario sea una novela gráfica.

Y no una cualquiera, ya que la estructura de la historia recuerda a los pulp de los años cincuenta en las que el autor se tomaba todo tipo de libertades aunque carecieran de sentido. Un recurso que deja noqueado al lector, que no podía ni sospechar las dimensiones que seguiría la trama ante tal cúmulo de excentricidades. Fiel defensora de los derechos de los animales, la prolífica autora canadiense se revela como una admiradora del noveno arte, hasta el punto de que crea una aventura en la que aparecen las grandes claves del cómic de superhéroes contemporáneo desarrollado al amparo de obras maestras de la categoría de Crisis en tierras infinitas o El multiverso que cambiarán sus códigos básicos.

Un joven ingeniero de genética llamado Strig Felidus se ve envuelto en un accidente con un superensamblador de su invención, a raíz del cual su ADN se mezcla con el de un gato y un búho. Provisto repentinamente de habilidades sobrehumanas, con piel afelpada, alas y problemas de identidad, Felidus asumirá la identidad de Angel Catbird y se verá inmerso en una guerra a muerte entre los hombres-gato y los ejércitos de ratas medio humanas del profesor Muroid. Una historia que va complicándose hasta el punto de que al final toma toda la apariencia de una batalla de dimensiones bíblicas.

En colaboración con el dibujante Johnnie Christmas, cuyo estilo destaca por la proliferación de líneas precisas y claras y la ausencia de fondos profundos, Atwood incluye notas aclaratorias al final de cada pasaje en las que refleja el sufrimiento de los animales urbanos y su alto índice de mortalidad entre los hombres.

La escritora reflexiona sobre la libertad, la naturaleza y la colaboración entre especies con una pequeña moraleja final sobre el origen de la violencia que recuerda la famosa letra que escribiera Morrisey en el tema de los Smiths Barbarism begins at home donde con sólo cuatro frases resumió el origen del principal problema social que vive el ser humano.