Fuego. Este es el tema escogido para la edición número 24 del Festival Internacional del Cuento de Los Silos. Fuego como el que expulsa el malvado dragón de los cuentos, fuego como el de las llamas de las que renace el Ave Fénix, fuego que da calor como el que los silenses ofrecen cada año al numeroso público que les visita. Calor pese a la lluvia en un fin de semana de diciembre.

Todos los años, y en breve cumplirá su primer cuarto de siglo, el encuentro literario de Los Silos sitúa a la palabra en el centro de su agenda cultural. "Años amasando palabras, como si fueran pan", precisa el director del certamen, Ernesto Rodríguez Abad, en la presentación del programa. El Festival del Cuento es uno de esos grandes milagros culturales que logra aunar una vida larga y provechosa con el apoyo constante del público. Es un alarde organizativo con más de 60 actividades diarias durante sus cuatro días de programación hasta sumar un total de 300. Este festival es una mezcla de cariño, mucho conocimiento y el apoyo de instituciones, entidades privadas y decenas de voluntarios.

Ayer, desde temprano, la plaza de la localidad revivió con varias actividades dedicadas a los más pequeños. Irina Lorenzo y Tania Chávez son dos de las estudiantes en prácticas de Magisterio Infantil encargadas de guiar al público menudo que, rotuladores de colores y tijeras en ristre, participaron con entusiasmo en los talleres de pop up, papiroflexia y de creación de tarjetas decoradas con frases. "Prácticamente todo lo que hacemos está orientado a la ilustración, pero son actividades completamente libres, aquí de lo que se trata es de fomentar la creatividad", explicó Lorenzo. "Muchos de ellos vuelven, repiten durante varios días", detalló Chávez, que indicó que ella y sus compañeros han colaborado también en las visitas escolares que se han organizado durante las últimas tres semanas, antes del comienzo del festival.

Todo el municipio se rinde estos días ante el poder de los cuentos. Los alumnos de los colegios de la zona han elaborado la decoración del pueblo, con dragones de materiales reciclados colándose por las esquinas. Prácticamente todos los espacios públicos, incluso algunas viviendas privadas, acogen una u otra actividad. No en vano, cuando hace 24 años arrancó la programación del certamen, el salón de actos del Centro de Salud fue la primera de sus sedes oficiales. Y aún hoy sigue siéndolo. Por eso una cola de varias decenas de personas aguardaba ayer al mediodía a las puertas de este espacio sanitario. Por una vez, las esperas en un ambulatorio tenían un buen motivo.

Justo enfrente, en un antiguo local comercial, la organización habilitó su propia Feria del Libro. Como todo en Los Silos, este punto de encuentro para las compras y la lectura tiene también su propia historia. El cartel que corona la puerta ofrece la primera pista: Tejidos y confecciones sisters. Efectivamente, dos hermanas regentaron durante décadas este taller de costura y, al retirarse, el local se ha convertido en otra sede más del Festival de Los Cuentos. Todos los años reabre y donde antes hubo telas e hilos, ahora son los libros los que hilvanan cuentos desde las estanterías. "Participan varias librerías y muchas editoriales, la oferta no solo va orientada al público infantil sino a lectores de todas las edades y al libro-álbum", explicó Omaira Afonso, comisaria de esta feria.

Cualquier esquina sirve para lanzar una historia, como la tarasca gigante en forma de dragón que descansa detrás del antiguo convento de San Sebastián. Pero si lo que se desea es un viaje real al mundo de la fantasía, ayer bastaba con montarse en la antigua guagua del Espacio Titsa. Allí, el narrador local Héctor Ruiz condujo a su público hasta la casa de un gigante. El gigante de Ruiz era un personaje malhumorado que no soportaba la risa de los niños. Pero los cuentos, como la vida, siempre se guardan una moraleja y el gigante aprendió que una sonrisa puede servir de consuelo en lo más frío del invierno. "Les animo a todos a que rían y hagan reír", aconsejó Ruiz a su público.

Finalmente, entre los más satisfechos por el éxito de la jornada estaba ayer el propio Rodríguez Abad. "Este festival me asombra cada año porque el público responde, responde lo mismo ante la presencia de los escritores que a los espectáculos de música o a los cuentacuentos", valoró. "Desencadenar en las personas sentimientos es, con todo, lo más hermoso de este festival", concluyó.

Los Silos tiene, literalmente, callejones llenos de cuentos. En sus esquinas reinan las palabras. Por eso, este municipio es el lugar de la fantasía.