Este músico británico, de sólo veinte años de edad, ha publicado dos obras que deberían ser manuales de cabecera sobre cómo realizar una música orgánica y emocional alejada de ese concepto tan peligroso para el cerebro humano y que tanto daño ha hecho a la música moderna llamado dj, aunque partiendo de sus premisas estéticas y artísticas. Dicho de otro modo, sus obras son un perfecto ejemplo de cómo debería evolucionar ese oficio de animador de fiestas para pastilleros sudorosos que acaparan fortunas por sesión. Un método para humanizar a los pseudomúsicos que tanto dan la brasa durante el verano con sonidos enlatados y artificiales creados al amparo de un infernal secuenciador.

Y es que solo, como multinstrumentista, y refugiado en una cabaña del bosque de Snowdonia durante siete meses, el músico y productor Kai Whiston ha creado el ejemplo paradigmático de que el oficio de las mezclas puede ser un trabajo artesanal y laborioso, como demuestra en este sobresaliente trabajo. Concebido a modo de ópera contemporánea y dividido en cuatro partes, el jóven artista realiza un disco inspirado en la belleza y el horror del mundo da la naturaleza, logrando piezas tan fantásticas y transversales como Don't need it o Blue dots que ya merecen todos los elogios posibles.

El disco comienza con una letanía en la onda de las mejores bandas de postrock más imprescindibles del tipo Sirgur Ros o Gospeed You Black emperor como es Fall in your hands. Sigue con el ambiente neoindustrial de Glyder flaw que derivará por diferentes campos estilísticos hasta llevar el trip hop de los mejores Massive Attack a sus últimas consecuencias. Algo parecido, pero en un terreno cercano al de los Radiohead de los noventa, ocurre con la sosegada Lovers y los casi quince minutos de la final Woods.

Whiston muestra, en un título como Run it, la posibilidad de fusionar el hip hop con el math rock creando una canción bailable de una calidad abrumadora con un crescendo final realmente impredecible. El músico logra incluso el éxito comercial con la envolvente Beautiful losers, en la que colabora Joe Peterson, y pone toda la carne en el asador en el impactante crescendo de Things you bury en el que colabora The Physics House Band y rozando el noise en algunas ocasiones. Sin duda, una de las obras maestras de este 2019.