El fenómeno de la superpoblación mundial, cifrada en más de siete mil millones de seres humanos, es el argumento central de la novela Los tres influjos del Chomolungma que el polifacético arquitecto canario Juan Luis Molowny (Las Palmas, 1944) presentará hoy, jueves, a partir de las 19:30 horas, en el Casino de Tenerife en Santa Cruz, donde intervendrá junto al decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, Argeo Semán, y el presidente de TuSantaCruz, Chus Pedreira.

Este relato, que quedó finalista en el certamen Auguste Dupin de novela negra y denuncia social de La Coruña, es una especie de alegato contra algunas teorías en las que se plantean soluciones drásticas contra el imparable crecimiento de la población mundial, unas maquinaciones que el autor lleva al terreno de la ficción tras haberse documentado ampliamente sobre este preocupante asunto.

"Es un thriller sobre un tema que conozco y he tratado en sociología, que es el de la superpoblación mundial y, sobre todo, sobre una serie de movimientos que están ocultos pero que se conocen, empezando con el Club Bilderberg, o la ayudante de seguridad de Obama, que publicó su tesis sobre la Ecuación del Apocalipsis, un genocidio controlado, una reducción programada y selectiva. Es terrible", explicó este asiduo lector que ya ha escrito una decena de novelas sobre diversas temáticas, cinco de ellas ya han sido publicadas.

Con este argumento, Molowny ha construido como buen arquitecto un entramado de situaciones ficcionadas en las que plantea este problema, aunque desde su punto de vista la realidad de la situación no es tan catastrófica porque cabemos todos en la superficie de la tierra. "A cada uno de nosotros nos toca una parcela de ocho mil metros cuadrados".

Para dar rienda suelta a la historia que propone este atleta (fue campeón juvenil de atletismo en Canarias) y expolítico (consejero del Cabildo de Tenerife y primer presidente insular de Medio Ambiente) en Los tres influjos del Chomolungma, nombre que le ponen al Everest desde el lado del Tibet, ha implicado en la trama a tres potencias, Rusia, Estados Unidos y China, que se ponen de acuerdo en secreto para estudiar que fórmulas existen para detener el crecimiento de la población en el planeta Tierra.

"Esta novela trata sobre lo que algunos quieren hacer contra la superpoblación. Cada una de las tres potencias designa a un agente secreto de su máxima confianza que celebran varias reuniones en tres puntos del planeta, la última en el Everest", adelantó el creador de este relato de suspende, con cierto toque de novela negra, al que algunos le han apuntado su capacidad para ser llevada al cine. "El final es bonito, aunque tiene su retranque como dicen aquí".

José Miguel Molowny, que ha proyectado y dirigido edificaciones como el Edificio Olympo, la Facultad de Económicas o el Edificio El Cabo, ha escrito obras como las tituladas Los arcanos de Anaga, una historia de amor entre dos lugareños en la que realiza una radiografía física de Anaga; Doce horas enlazados; Ecos al final, en la que describe costumbres, anécdotas y personajes populares de Santa Cruz y La Laguna; o ¿ Qué será de los nuestros?, en la que intervienen tres profesores jubilados que hablan de los problemas del mundo en la Plaza del Príncipe de la capital tinerfeña.

También ha escrito algunos textos que no han sido publicados por el momento que versan sobre temas exotéricos ( El buscador de cometas), y algunos de carácter biográfico en los que se convierte en una especie de cronista de una época que le tocó vivir y que comparte con las nuevas generaciones y las de su época.

Vargas Llosa, García Márquez o el mismo Javier Sierra son algunos de los muchos autores que atraen su atención como lector. Como escritor huye de los términos grandilocuentes y de la retórica. Le gusta escribir con soltura, con una prosa ligera y asequible, sobre asuntos con algunos toques subjetivos y retazos históricos que pertenecen a su propia existencia. "Tengo una narrativa muy suelta, no me encasillo, pero me gusta utilizar una prosa muy directa, trato de que sea fluida, que se lea bien. No me gusta utilizar neologismos", señaló con sinceridad este lector empedernido que aseguró que escribió casi toda su obra narrativa en este siglo, tras la grave crisis que afectó a tantos arquitectos.