¿Rodaría una de sus películas en Canarias?

Sin duda, por supuesto. Varios amigos míos directores lo han hecho. Está Mateo Gil, que rodó aquí Proyecto Lázaro, o mi otro amigo Agustín Díaz Yanes, que rodó Oro. Son casos recientes y los dos estaban encantados de haber rodado aquí. Mateo, además, es canario. Si Canarias ofrece escenarios donde la historia se puede contar, pues fantástico. Yo vendría, claro. Además, hay técnicos, clima y una cosa muy importante de la que siempre hablamos en el cine: horas de luz. Sin duda vendría a grabar encantado a Canarias.

¿Pero pesa mucho la lejanía a la hora de traer una producción al Archipiélago?

La primera decisión como director siempre es ver si es lo idóneo para la historia que quieres contar. Pero las películas deben ser producidas. Que ciertas comunidades o países pongan facilidades como las ventajas fiscales hace que sea más fácil rodar. Proyecto Lázaro, de Mateo Gil, está producida por mis productores, los mismos con los que ya trabajé en Blancanieves y Abracadabra. Son también con los que voy a hacer mi próxima película. Han hecho como tres o cuatro producciones aquí, está claro que hay una continuidad.

¿Y nos puede adelantar algo sobre esa próxima película?

Como te decía, repito con mis productores de Blancanieves y Abracadabra: Arcardia Motion Pictures. Ellos han trabajado en Canarias, saben cual es el sistema y conocen las ventajas e inconvenientes. Puede ser que en algún momento una de mi películas la pueda rodar aquí.

Entonces esta visita que nos hace no es casual...

(Risas) Hay que seguir las flechas, cuando te facilitan el camino no hay que nadar a contracorriente. He venido simplemente como un invitado para participar en estas jornadas del Isla Calavera. Estoy aquí para que me cuenten cosas y ver también si hay oportunidad de ver localizaciones, claro. He estado en el Parque Nacional del Teide, llevo un par de días paseando por la calle Castillo y por La Noria. He estado en el TEA y en Las Teresitas. Me ha hecho mucha gracia ver el TEA, que sale en Proyecto Lázaro. Lo he reconocido perfectamente.

Torremolinos 73 (2003), Blancanieves (2012) y, la última, Abracadabra (2017). Cada una de sus películas es un mundo...

Sí, me gusta arriesgar en cada proyecto y que mis películas sean formalmente muy diferentes entre sí. Sin embargo, creo que todas son hermanas. Todas tienen mi ADN, están escritas y dirigidas por mí. Me gusta pensar que si hay unos rasgos que pueden marcar mi cine son las siguientes palabras: emoción, humor, sorpresa, música y una historia de amor.

Insiste en que le gusta sorprender con cada producción, pero ¿cómo se vuelve a sorprender después de una propuesta como la de Blancanieves ?

En realidad los directores hacemos películas para nosotros mismos. Hago las películas que me gustaría ver como espectador, intento sorprenderme, no repetirme y buscar caminos que no son los esperados. Si es fácil, me interesa menos. En vez de ir por la autopista, me gusta ir por los caminos vecinales. Aunque me gusta que lleguen al máximo público posible. Me gusta la idea de hacer cine comercial, que sean películas abiertas a todos.

Cada una de sus películas, ha dicho, se la plantea siempre como si fuera la última. ¿Esa es la dura realidad hoy en día para un director de cine?

La realidad sin duda es esa. Al director le dan crédito en función de cuál ha sido el resultado de su última película. Afortunadamente, hasta día de hoy mis tres películas han funcionado bien tanto en taquilla como en festivales o premios. Tengo el miedo de que algún día eso no pase porque esto no es una ciencia, no sabes si vas a conectar con el público o no. Abracadabra funcionó bien en taquilla, en los premios Goya y en los festivales, por eso mi productor me va a permitir hacer otra.

Sus películas son música pero también tienen mucho imagen. Construye cada personaje a partir de elementos como el vestuario.

Sin duda, el cine es un arte único es porque se escribe con imágenes, no con palabras. La parte visual es fundamental y va en primer lugar. Cuando hablamos de escribir con imágenes, se escribe con el vestuario y ahí tenemos el caso de Paco Delgado, canario y uno de los grandes diseñadores de vestuario del mundo. Se escribe también con la fotografía. Trabajo en todas mis películas con Kiko de la Rica, uno de los grandes directores de fotografía del mundo. Y así con todo: maquillaje, localizaciones, etc... La imagen es fundamental y tengo que sentirla. En las películas hay algo no reflexivo, algo sensorial que te provoca emociones. Está claro que la vista y el sonido son parte fundamental del proceso cinematográfico.

¿Maribel Verdú se ha convertido en su actriz

Sin duda, es una musa, un icono que me interesa y es, en definitiva, una amiga. Me divierte trabajar con ella y es algo indudable que es una de nuestras grandes actrices. Me lo pone muy fácil. Es alguien fácil de moldear. Lo que más me ha sorprendido de trabajar con ella es que es capaz de cualquier cosa, quiere jugar y sigue ilusionada por esta profesión. Mantiene cierta inocencia que todos los creadores deberíamos mantener. No es nada cínica, seguramente volveré a trabajar con ella.

Definitivamente, ¿no nos va a adelantar nada de su próxima película? ¿Promete una nueva vuelta de tuerca?

(Risas). Me cuesta hablar de un proyecto cuando aún no está financiado, pese a que el guion está ya escrito. Formalmente no se parece en nada a lo que he hecho hasta ahora.