Como pedagoga musical ha estado vinculada al Área Educativa de Auditorio de Tenerife "desde el comienzo de los tiempos", dice, con proyectos tan relevantes como Musical.ies, Manos a la Ópera o la Escuela del Espectador.

De ascendencia alemana, Roxana Schmunk creció en una comunidad cantora, fue coralista y estudió canto y piano: "era algo que me encantaba", confiesa.

Y fue trabajando con los chicos en el área vocal de musical.ies, cuando se planteó la idea de dar forma a una actividad más específica de canto. "Realizamos la primera audición del Coro juvenil y ahí empezó todo".

Admite que las voces canarias son diferentes. "Creo que el hecho de que el folclore esté tan presente y activo representa una herramienta estupenda. La gente canta mucho en Canarias y lo hace, además, con gusto y placer". Y eso representa un importante terreno ganado. Luego toca trabajar la técnica, la interpretación...

A través de musical.ies, Roxana descubrió que si existe una buena motivación, con propósitos claros, y un trabajo entusiasta por parte de los líderes, "de generación ni-ni, nada de nada. Los chicos responden", sostiene. Recuerda a un director vasco que vino a trabajar con ellos y que le comentó, sorprendido: "¡Qué maravilla. Les dices que se tiren al barranco y lo hacen!". Ella le respondió, "pero es porque yo me tiro con ellos".

Como directora trabaja con mucha motivación y complicidad, "desde un amor latente y patente y eso, al final, produce un evidente feed-back".

El pasado mes de septiembre convocaron audiciones en busca de refuerzos para las cuerdas de sopranos, contraltos, barítonos y bajos que terminaron de conformar el grupo para la presente temporada. "Se presentó gente maravillosa", subraya. La razón de estos fichajes tiene que ver con la pérdida de buenísimas voces que ahora están cantando en Alemania, Madrid, Londres...

Los premios en Gotemburgo les han sentado "estupendamente". Se trajeron dos medallas de oro de una competición "muy exigente", donde participaron unos ciento setenta y pico coros. Acaban de cerrar su inscripción en el mundial de coros que se celebra en la ciudad belga de Flandes a principios de julio de 2020. "Precisamente, me han llamado hoy (por ayer) desde la organización para comunicarme que ya hay registradas 420 formaciones", comenta.

Poner una pica en Flandes "va a estar complicado", reconoce. Para Roxana, "las competiciones no vienen a demostrar nada, pero sí es verdad que te mantienen en carrera y te ofrecen la posibilidad de darte a conocer".

A su juicio, "los premios son avatares del destino" y, por eso, lo que le pide al grupo cada vez que salen a cantar "es que demos la mejor versión de nosotros mismos. Somos un coro nuevo, en crecimiento, y aunque los resultados nos avalen, lo importante es tener el convencimiento de que hemos trabajado bien".

Gracias a su participación en Gotemburgo, la directora del Festival de Basilea (Suiza), les trasladó su interés para que asistan a esta cita en 2022. "Muy pocos grupos españoles han tenido este privilegio. Es un festival que reúne a un público de más de 30.000 personas y sólo invitan a 10 coros cada año", subraya.

El repertorio que interpreta es muy variado. "Lo más importante es la formación y para eso debemos ser polivalentes, estar abiertos a diferentes estilos y tendencias", unificando también el coro en base a los gustos de los componentes, de ahí que suene música sacra, contemporánea, arreglos de pop, temas canarios...

En Gotemburgo, por ejemplo, cantaron Azul, de Julio Domínguez; Izar Ederrak, de Javier Busto; A Song For You, de Leon Rusell, y The Music's Always There With You, de John Rutter. En la categoría de Música Sacra con acompañamiento, Ubi Caritas, de Ola Gjeilo; Indodana, una canción tradicional sudafricana cantada en isixhosa, una de las lenguas del país, con arreglos de Michael Barrett y Raf Schmitt; Ave Verum, de Camile Saint-Saëns, y O Love, de Elaine Hagenberg.

En épocas normales cumplen de 4 a 5 horas semanales de ensayo, pero al acercarse las fechas de los compromisos, "el tiempo se duplica y hasta triplica".

Lo cierto es que el canto coral está despertando en algunos de ellos la pasión por dedicarse profesionalmente a la música. Tanto que hay voces que ya se han animado a estudiar en el Conservatorio o que hasta planean irse fuera para ampliar estudios. Para otros, las notas armonizan sus vidas.

Así suenan Roxana y sus chicos.