Este banco ofrece mucho interés, pero siempre con carácter positivo, sin contraprestaciones ni letra pequeña. Nadie resulta hipotecado, desaparecen los gastos por comisiones y los usuarios no están obligados a contratar ningún tipo de seguro. Tampoco existen tarjetas ni préstamos usureros.

Compartir las palabras es, sin duda, el mejor de sus créditos. Y así lo rubrica Noemi Torres, la promotora de una iniciativa que comenzó su andadura a mediados de este mes de noviembre y que, en tan poco tiempo, ya ha logrado aglutinar a una nutrida y también variopinta clientela.

Esta idea de desempolvar los libros, sacarlos del ostracismo de los anaqueles y procurarles nuevas lecturas, que es tanto como revivirlos, nació a raíz de la experiencia profesional de esta estilista y diseñadora de moda. "Se me ocurrió mientras trabajaba como monitora sociocultural, desarrollando mis tareas en centros y bibliotecas públicas", explica.

Quizás el primer capítulo comenzó a escribirlo una vez cayó en la cuenta de que "mucha gente acudía a mí con libros que mantenía amontonados y olvidados en sus casas y que consideraba eran un material obsoleto", pensando, además, que las instituciones públicas los recogerían para después reutilizarlos.

Noemi Torres afirma profesarle una gran credibilidad al concepto global de reciclaje y entiende que los organismos públicos carecen de programas en este sentido. Lo cierto es que, una vez se quedó en paro, "los usuarios de la biblioteca me seguían llamando, planteándome qué hacer".

Un buen día, de camino por Santa Cruz, se encontró unos libros tirados sobre un banco y ahí comenzó a darle forma a esta particular historia. Fue entonces cuando se dijo: "Qué mejor idea que mientras te encuentras paseando por la ciudad o bien sentado en un parque infantil en compañía de tus hijos, tengas la posibilidad de compartir aquellos libros ya leídos", esos que se mantienen inmóviles y sin vida en las estanterías de tantas casas, convertidos ya en simples adornos.

A manera de epílogo, Noemi Torres subraya otro de los propósitos que persigue con el lanzamiento del Banco de la lectura. "La idea general es implicar a las instituciones públicas, en la línea de que se comprometan a disponer unos espacios donde poder realizar el intercambio en las mejores condiciones posibles".

Esto viene a cuento porque, según comenta, "ha habido personas que se han quejado, solicitando lugares donde los libros se encuentren más protegidos".

Con todo, la respuesta está superando las expectativas.