Seis años después de conquistar la taquilla, el cuento de amor fraternal que convirtió Frozen en la cinta animada con mayor recaudación de la historia regresa con una secuela en la que sus protagonistas abandonan toda inocencia para apostar por la oscuridad y los dilemas existenciales.

La reina Elsa, cuyo vaporoso traje azul entró en la Navidad de 2013 en las casas de todo el mundo, llega a Frozen 2 escuchando una voz cantarina que nadie más oye y con temor a que sus poderes mágicos no tengan cabida en el reino que regenta, Arendelle. Lo hace sin novia, pese a los miles de adultos que en su momento inundaron la red social Twitter con la petición Dadle a Elsa una novia.

La llegada del otoño al reino, símbolo de mutación y cambios, será el aliciente que Elsa necesita para emprender la búsqueda de esa voz que solo ella escucha, en una aventura que le llevará a descubrir secretos sobre su pasado, y en la que estará acompañada por su hermana, la torpe y decidida princesa Anna, el novio de esta, Kristoff, su reno Sven y el tierno muñeco de nieve Olaf.

En este último personaje es en el que más se acusa el cambio de tono respecto a la primera cinta. Los seis años que han pasado entre el estreno de Frozen y el de su secuela han hecho mella en Olaf, que pasa de ser un recién llegado al mundo a convertirse, un lustro después, en un joven curioso y reflexivo.

Los comentarios del muñeco de nieve, que abordan desde la tanatofobia hasta la curiosidad por "el mundo de los adultos", siguen siendo el contrapunto cómico a la tragedia de Elsa, que se siente sola y distanciada del resto del mundo. Su búsqueda de respuestas le llevará por un camino duro y repleto de traba.

"Nosotros pensamos en Elsa como un personaje que tiene miedo por ser diferente", explicó recientemente la directora de la cinta, Jennifer Lee, responsable de la saga junto a Chris Buck. Según la creadora de la película, la famosa princesa es "alguien con temor a usar sus poderes y que siente soledad por esa diferencia".

Interpretaciones

Por ello, entiende y "ve buenas" todas las interpretaciones que han surgido desde el estreno de Frozen en 2013 hasta el estreno de la segunda parte. "Con el paso del tiempo es inspirador que sea fuerte e independiente por su cuenta, que no necesite una relación romántica ni ser rescatada y que sus apoyos sean su hermana y su familia", analiza.

"Ideamos un viaje emocional y luego escuchamos lo que sintió el público; para cada persona significó algo diferente, y lo vimos bien, pero no es nuestro objetivo que tenga una interpretación determinada -aclara-. No creamos a Elsa desde el punto de vista de hacer una princesa para este momento".

Quizás el equipo de animación de Disney no ideó esta historia sobre dos hermanas como un cuento para el momento actual, pero sí dio con el momento adecuado, pues la cinta se embolsó 1.084 millones de euros en taquilla, se convirtió en un icono global y su banda sonora coronó las listas de lo más vendido en 2014.

En Frozen 2, las historias de Anna y Kristof pasan a un segundo plano. Tras una larga relación, la pareja debe enfrentarse a una crisis: él deberá hacer frente a sus sentimientos e inseguridades y ella se alejará de su novio para acompañar a Elsa en un viaje que, como ella misma sabe, debe llevar a cabo la reina sin su ayuda.

La llegada de la reina de Arendelle a la compañía de Mickey Mouse hizo pensar que quizás Disney estaba saliendo de su marco heteronormativo, en el que la frágil mujer siempre se enamoraba de su valiente salvador, y abriendo la posibilidad a una mayor diversidad.

Aunque en esta ocasión la empresa no haya apostado por una princesa homosexual, lo cierto es que el colectivo gay reivindicó como propio el tema central de la banda sonora de Frozen, Let it go, una canción que habla sobre la libertad y derribar las barreras impuestas.

Una reapropiación que el elenco de la película parece apoyar: este mismo fin de semana, los intérpretes que ponen voz a Elsa, Olaf y Kristoff en su versión original (Idina Menzel, Josh Gad y Jonathan Groff) aparecieron en el escenario de un bar gay londinense para cantar el tema ganador del Óscar a mejor canción original en 2014.