Dicen que iba para estudiante de arquitectura, pero por el camino se dejó seducir por las letras. David Villanueva, alma mater de la editorial Demipage (media página en francés), un nombre que supone una declaración de intenciones y que "nos evita darnos importancia, grandilocuencia y sermonear, canonizar y saber más de lo que pretendemos: somos unos granujas de medio pelo".

Asegura que en un principio se consideraba músico (y lo sigue siendo de una manera algo cautiva): "Mandamos unas maquetas a una discográfica y en una de esas me llamaron de Virgin Records. Y ahí empezó todo", afirma.

Aquel músico, que continúa rasgando cuerdas, estudió ingeniero de sonido, letras modernas en Francia y al volver montó la editorial, en 1999, "que al principio no se sabía bien lo que iba a a ser, aunque en 2002 ya estábamos publicando", recuerda.

Desde hoy y hasta el sábado, David Villlanueva estará presente en cuerpo y alma en el III Encuentro de Poesía Félix Francisco Casanova, en la Casa Principal de Salazar, en Santa Cruz de La Palma, una cita que está coordinada por Elsa López, Antonio Arroyo y Luis Marín y que aglutina voces alrededor de la figura de este mito.

Villanueva se considera un afrancesado y los libros se han convertido para él en sus compañeros, "sobre todo según va pasando el tiempo". Sostiene que el catálogo de la editorial es la pieza que más valora, por cuanto representa "el recorrido de lo que hemos hecho", en el que figuran con trazo grueso las obras completas de Félix Francisco Casanova, tanto su novela El don de Vorace, premio Benito Pérez Armas, así como su obra poética, condensada en La memoria olvidada.

Todo esto ha creado una marca, una cierta frescura que se ha ido llenando de contenido, al tiempo que Villanueva confiesa que mantiene un matrimonio de hace diez años con Félix Francisco Casanova. "Siendo sincero, no lo conocí hasta el 2009, cuando Francisco Javier Irazoki me mandó un manuscrito".

Asegura que leyó aquel PDF y exclamó: "¡Qué barbaridad!". A partir de ahí no pudo reprimir viajar a Tenerife, donde estableció contactos con la gente cercana a Félix Francisco, la que pululó a su alrededor, desde su hermano Bernardo a su íntimo amigo Ángel Moyá y un sinfín de personas.

Y toma prestado el personaje de Aureliano Buendía para caracterizar aquel universo insular, una saga, una peculiaridad y una singularidad canaria, "muy seductora". subraya.

Cuando regresó a Madrid redactó un manuscrito titulado Informe Casanova y ahí empezó su labor editorial. "Con este escrito me intentaba situar al margen de las 720 páginas que componen la que es su obra completa". Y refiere Villanueva que aquello era "todo muy etéreo y fantasmasgórico y con todo eso iniciamos nuestra particular aventura. "¿Qué pasó? Pues que empezamos con la publicación de la novela El don de Vorace y envié el Informe Casanova a la prensa".

Aquello agitó el panorama cultural y provocó una enorme curiosidad. "Echando mano de las estrategias de pequeño editor se produjo un boom". Era el año 2010 y el editor afirma que "lo petamos", hasta el punto que la publicación llegó a diarios franceses como Liberation y Le Monde, adornando al autor como al Rimbaud canario.

Y de repente empezaron a salir los popes del mundo literario y también periodístico, que elogiaban la figura de Félix Francisco, caso de Juan Cruz Ruiz o del mismo Fernando Aramburu, entre otros.

"La muerte siempre es interesante para los personajes de una trama, para el contenido de un libro, pero no es práctico a la hora de vender un autor, a no ser que estuviera canonizado en vida; cosa que no sucedió con Félix Francisco, con lo que ese mito, a la manera de un Jim Morrison, con él no sucedió. De ser así hubiera formado parte del Parnaso. El hecho de su muerte es un filón que explota la prensa para alimentar el mito.

A lo mejor la novela en sí no es lo sustancial, entiende David Villanueva, pero sí la estructura, "la manera de escribir este poeta", que así es como lo cataloga, y que a juicio de este editor es lo que "genera un ambiente de suciedad, un clima turbio, nada propio de un creador con diecisiete años. Y eso es lo que fascina".

Pero también le da la vuelta a la reflexión y destaca que es verdad que "en un primer momento es un autor que genera atención, por su condición de joven que fallece tempranamente y que indudablemente resulta atractivo por esa manera de contar tan híbrida, entre géneros".

Villanueva admite que la obra de Félix Francisco no ha representado unas ventas masivas. "Es un libro que se vende, que tiene sus padrinos, pero lectores que hayan profundizado en la obra no son tan numerosos, ni en la propia isla de La Palma, ni en Canarias ni en España". Quien se adentra e investiga en su producción es "un público menor".

Y sin ningún tipo de rubor admite que una firma como la de la editorial Demipage ha hecho un trabajo increíble con la obra de Félix Francisco Casanova, "de insistencia", recalca, " y de saber que tienes ahí un punto de originalidad, el que te da la marca".