A lo largo de su carrera ha interpretado los roles protagonistas de tres grandes clásicos de la zarzuela, como es el caso de Luisa Fernanda, Marina y Doña Francisquita, pero puesto en la tesitura de elegir una por encima de las demás, echa mano de la sabiduría popular y, muy metido en el papel, afirma: "¡Qué dedo de la mano me corto que no me duela!".

El tenor tinerfeño Celso Albelo, que el pasado domingo, en jornada electoral, estrenaba su rol de Fernando en la Doña Francisquita de Amadeu Vives, en el Liceu barcelonés, hoy, día en el que cumple años, cierra una semana exitosa con la última función de esta zarzuela. Responde a quienes estigmatizan este género, considerándolo casposo y pasado de moda, con este recitativo: "Ellos se lo pierden, como tantas otras cosas. Creo que no han tenido la fortuna de analizar y profundizar en el género. Porque, al fin y al cabo, no deja de ser una manera de entender la historia musical de un país, y a eso sí es verdad que no le podemos faltar al respeto.

¿Le ha llamado la atención esa buiena acogida que ha tenido Doña Francisquita en el Liceu?

En Cataluña, y en Barcelona en particular, ya desde el siglo XIX se han venido estrenado un sinfín de zarzuelas. La avenida Paralel está plagada de teatros y la tradición del género aquí es muy importante. Creo que no sólo no me he sentido sorprendido, sino que el recibimiento en las diferentes funciones ha sido excelente, con el teatro lleno y una acogida calurosa y eso, teniendo en cuenta que la puesta en escena, de Lluís Pasqual, resulta bastante peculiar.

¿Se refiere a la ambientación de los actos en tres épocas distintas?

Es una de las pocas veces en las que se ha revisado el texto de un clásico de la zarzuela y creo que es, a partir de ahí, donde ha podido surgir ese posible pique entre tradicionalistas e innovadores. Lo que está claro es que se trata de un espectáculo muy bien pensado que, particularmente, siento mucho, me gusta y me alegra enormemente haber participado en él.

La propuesta de Lluís Pasqual es muy atrevida, tanto que fue contestada con abucheos en el teatro de la Zarzuela de Madrid el pasado mes de mayo.

Así es. Incluso, en alguna función hubo problemas para continuar la obra, por los continuos abucheos durante el espectáculo. En Barcelona es verdad que ha habido voces de todo tipo, desde las que elogian la representación a otras que muestran su desacuerdo con la propuesta pero, afortunadamente, no se ha dado ninguna situación como la vivida en Madrid.

Se ha adaptado bien al libreto de Pasqual, ¿no?

Sí, sí. Me parece una idea lógica y bien hecha. Las modernidades por las modernidades nunca me han terminado de convencer, pero cuando las cosas están bien cimentadas no hay vuelta de hoja.

Imagino que debutar el día de las elecciones generales y hacerlo en Barcelona representaba un reto añadido a lo musical.

Todos sabemos cómo está de caldeada aquí la situación, pero existe ese dicho de que la música amansa a las fieras. Aún siendo una puesta en escena atrevida no debe olvidarse que la música es de Amadeu Vives, muy bien construida, fresca y eso, al final, es lo que hace salir airosa a la obra, más en un día tan especial como el de las elecciones.

¿Vivió el estreno de una manera particular por toda esa densidad del ambiente?

Sinceramente, no. Es verdad que me afectaba un poco cuando iba a ensayar porque viví una semana de fuego, literalmente hablando. Cuando transitaba por las calles veía caer el mundo, como si fuera espectador de auténtica guerra. Pero una vez que te pintas y sales al escenario se acaba todo.

Y, además, en su rol de Fernando le corresponde interpretar la romanza 'Por el humo se sabe dónde está el fuego'.

(Ríe). La romanza no diría que es lo de menos porque, lógicamente, tiene su complicación musical. El problema de Doña Francisquita está en el segundo acto, con un exigente tutte de force (que puede traducirse como máxima intensidad). Ya desde el momento en que salgo a escena hago un dúo con la soprano, después llega la romanza, a continuación el dúo con la Beltrana y seguidamente el quinteto. No hay el más mínimo descanso, lo canto todo de corrido y debo prestar la máxima atención, siempre controlando todos y cada uno de los momentos.

Parece inevitable que al oírlo se establezca de inmediato la comparación con el maestro Kraus.

Sabe lo que ocurre, que por el hecho de ser canarios y cantar el mismo repertorio... Bueno, son tiempos diferentes y el maestro es quien es. Hay gente que me lo dice para bien, mientras están esas otras que lo esgrimen como un reproche. Lo que está claro es que siempre intento poner mi personalidad y si me parezco o no, siempre lo aceptaré, dicen los italianos, como un cumplimento, un cumplido, porque Alfredo Kraus es uno de los más grandes.

La obra de Vives es muy rica, cargada de matices, muy colorista y francesa en el primer acto, más verista en el segundo y todo un crisol de influencias.

Cuando Vives escribió la obra y le tocó orquestarla se puso muy enfermo. Entonces acudió a varios de sus amigos, entre ellos Albéniz y Turina, que lo ayudaron a montar la obra y de ahí que hayan quedado todas esas reminiscencias. La parte más verista es la del dúo de la Beltrana, con sus cositas.

¿Y el punto folclórico que pone Lucero Tena?

Maravilloso. Ese momento es sencillamente mágico. Puedo decir que he tenido la fortuna de haber podido disfrutarla a lo largo de los ensayos, sentir esa energía cuando pisa el escenario, su enorme y contagiosa simpatía; siempre cordial y muy amable... Cuando uno tienen el privilegio de compartir escena con grandes mitos como ella se siente una persona afortunada. Me encantaría hacer muchas cosas para invitarla a Tenerife porque son de este tipo de personas que transmiten unas sensaciones que la isla se merece conocer y disfrutar. Es una mujer que emociona.

Una grande con un instrumento en apariencia tan simple como son las castañuelas.

Hablando con ella me comentaba que dedica a ensayar entre cuatro y cinco horas diarias. Por cierto, ¿se ha puesto usted unas castañuelas entre los dedos ? Yo un montón de veces en Carnavales, disfrazado de gitana, pero lo de Lucero Tena es para verlo y oírlo.

Usted ya había sido pareja de la soprano ligera María José Moreno en I Puritani de Bellini y ahora vuelven a encontrarse.

Está en un momento vocal espléndido, diría que pletórico. Es una de las grandes sopranos del actual panorama español. Pocas en su repertorio llegan a mantener este nivel durante tanto tiempo. A propósito, me comentaba que había debutado Doña Francisquita hace nada menos que veinte años y, con plena sinceridad, conozco a muy poca gente que a lo largo de todos estos años, en ningún caso la estoy llamando mayor, siga manteniendo el papel de Francisquista con esa frescura y pureza de sonido.

Tras un breve paréntesis, a principios de diciembre se embarca en otro rol.

Sí, esta vez en el teatro Real de Madrid, a darle duro con Il Pirata, de Vincenzo Bellini, otro rol belcantista en el papel de Gualterio, para el que me estoy preparando con las espadas, el parche en el ojo y hasta la pata de palo. (Ríe).

Y para comienzos de año, tras las fiestas navideñas, lo aguardan nada menos que dos donizettis.

Primero hago Lucia de Lammermor en Oviedo, interpretando el rol de Sir Edgardo, después pondré camino a Venecia con el Nemorino, de Elisir d'amore, y de ahí a Montecarlo, con Il Pirata, donde tengo dominada la tentación del casino... Una agenda llena de nuevos proyectos y que me hace muchísima ilusión.