Chabacano es el idioma de una tribu de Zamboanga. Es una mezcla de español con dialectos locales que suena de una manera bastante curiosa. Español roto, podríamos decir. De ahí viene nuestra expresión, cuando nos referimos a que alguien es chabacano o habla chabacano.

Jude Bacalso fue mi guía en Cebú. Escritora, fotógrafa, bióloga y estrella de televisión, además de tener muchos contactos. Incluso el presidente, Rodrigo Duterte, cuando visitó por primera vez la isla, fue a ella quien llamó para que hiciera de anfitriona.

Pasé los primeros días en Moalboal al oeste de la isla, otro paraíso terrenal, donde nadé con tortugas gigantes y entre bancos de millones de sardinas. La realidad es que, si no me gustara tanto lo que hago para ganarme la vida, me hubiera quedado allí para siempre, buceando, comiendo, durmiendo y repitiendo al día siguiente, como reza, una de las más famosas camisetas que venden en la playa. Reímos mucho y comimos mucho, a ellas les hacía gracia cada vez que yo decía ¡eh! Esa expresión también es española. Cuando se enfadan, por ejemplo, dicen ¡leche!, que obviamente viene de nuestro ¡me cago en la leche! pero, que en su momento sería una frase muy larga para que los nativos la recordaran y se quedó solo en leche. Mija o mijo es la que más gracia me hace, porque es algo que yo utilizo mucho.

Después de algunas averiguaciones, con mucha ayuda de mis tres compañeras, contactamos con Psyche, un adiestrador de aves que trabaja en una granja privada, con toda clase de pájaros, desde gallinas brahma, con plumas en las patas como si llevaran un pantalón de campana, hasta avestruces. Esta granja quiere abrir al público en los próximos meses y él está tratando de organizar algún tipo de espectáculo para entretener al público. Los que me conocen saben que hay pocas personas más reacias que yo ha mantener animales en cautividad y menos aún, haciendo machangadas para el público pero, el amor que profesa Psyche hacia esos animales, su forma de tratarles y más teniendo en cuenta que para la mayoría de los asiáticos un animal no es más que mercancía o algo a lo que darle una patada, hizo que me ablandara. Este será un viaje bastante animal.

Realizar la foto con los pájaros fue un auténtico desafío y solo gracias a la colaboración de hasta cinco personas, pude conseguir el disparo que quería. Los guacamayos son unos animales realmente inteligentes y nada fáciles de convencer para un posado. No estaban por la labor así que, ahí estábamos intentando ser más listos que ellos. Psyche posando con varios encima, un compañero de la granja oculto en su sombra, alimentando a los pajarracos y con la misión de asustarles a mi señal, Jude en un lateral haciendo la cuenta atrás y golpeando una puerta de metal. Ángel detrás de mi, grabando un vídeo y su hermana Tisay, evitando que los demás huéspedes de la jaula, no se comieran mi flash mientras yo miraba a través de la cámara. Eso sí, pasamos un buen rato.

Los cebuanos, a pesar de ser en su mayoría católicos, al igual que la mayoría de filipinos, tienen unas creencias en torno a los espíritus y fantasmas muy peculiares. Creen, que hay que pedir permiso a los árboles para cortarlos porque si no su espíritu les traerá terribles enfermedades, incluso para hacer pis en uno de ellos, deben pronunciar la frase tabi po, en la que le dicen al árbol: "disculpa, ¿podrías mirar para otro lado?" Es también una forma de pedir perdón, por lo que van a hacer. Creen, que los antojos de las embarazadas, por ejemplo, pueden tener terribles consecuencias y no solo los antojos culinarios. Ángel, es doctora y dirige junto con su hermana, una ONG llamada Liddle Kidz Foundation. Tratan niños con problemas y discapacidades varias. Me contó, que una vez un niño con hidrocefalia vino a su consulta, esta patología, entre otras cosas, consiste en que la cabeza del niño crece de manera totalmente desproporcionada. Un familiar, en la sala de espera le dijo, "ves, eso le ha pasado al niño porque su madre se obsesionó con los ositos Teddy cuando estaba embarazada". Imaginen la cultura en las zonas rurales de esta isla.

Volviendo con lo que tenemos en común, también tienen peleas de gallos. El camino de esta costumbre fue en dirección contraria, supuestamente se extendió desde China a Europa pasando por Canarias, antes de la apertura del canal de Suez. Algunos de ustedes pensarán que en Canarias está prohibido en estos tiempos, pero no, no lo está.

Recuerdo las riñas de mi infancia, cuando aún no tenía demasiada consciencia del sufrimiento animal, más allá de perros y gatos. Don Daniel, un fontanero con una larga y blanca barba, que vivía cerca de mi casa era el maestro de ceremonias de mi barrio para todo lo que tuviera que ver con las peleas de gallos. Los tiempos cambian y no podemos culpar ni a nuestros antepasados, ni a las gentes de otros lugares por lo que nosotros consideramos una barbarie, no sería justo. Toda civilización necesita un tiempo para evolucionar y adaptarse y sobre todo no importa lo que nosotros pensemos, ellos son libres de elegir que es bueno y que es malo para ellos. No somos los occidentales los adalides de la razón, aunque lo creamos. En Cebú, forma parte de su cultura y en un pasado reciente también formó parte de la nuestra y me alegro de haberlo visto, a pesar de la evidente crueldad.

El miércoles por la tarde visité el estudio de un famoso pintor local, Plubio Briones, que justamente gran parte de su obra está basada en la cultura de las galleras, es el padre de Tisay y Angel. Me contaron que el viejo maestro, no suele recibir visitas y no le gusta hablar demasiado, pero al reconocerme como artista también, accedió al encuentro. Pasa la vida sin salir de su estudio, cual ermitaño. Me preguntó por mi trabajo, sobre qué me impulsaba a crear mis imágenes, sobre el tratamiento de la luz, composición y que técnicas específicas utilizaba para ello. Yo hice lo mismo. Realmente su obra es de gran calidad, tan realista que parecían fotografías. Le recomendé algunos libros de Sebastiao Salgado que compró en el acto en Amazon, porque necesita inspiración en fotografía contemporánea documental, me dijo. Me contó que irá con su familia el próximo año a visitar París y Barcelona, sobre todo para disfrutar de sus museos y se quedó bastante desilusionado cuando le dije que el Prado estaba en Madrid y no en Barcelona.

En realidad me recuerda mucho a don Daniel, aquel entrañable viejo barbudo del que les hablaba un poco más arriba, él también era un artista. Los palmeros recordarán la casa de la curva de Mirca, hace tiempo estaba completamente grafiteada con versos en todas sus paredes exteriores, yo era demasiado pequeño para apreciar aquello, aunque me llamaba la atención y la verdad no recuerdo lo que decía. Aún se conservan los bustos y los pequeños cañones en su azotea, pero a su muerte sus herederos pintaron encima, una verdadera pena. Sé que era un hombre culto, nos ponía nombretes a todos los niños del barrio fijándose en nuestras actitudes: ñati, canasto el amoroso, cincel, burro,... y tantos otros. No se por qué extraña razón, después de crecer un poco, me gané el nombre de Viriato. Le pregunté ¿por qué me cambiaba el nombre y que significaba? recuerdo que me dijo, "fue el que paró a Roma" y no dijo nada más. Años después, me interesé por eso de nuevo y lo busqué, recuerdo sentirme orgulloso de que hubiese elegido para mi el nombre de un personaje tan épico, lamentablemente lo hice justo cuando me enteré de que había muerto. Es lo que tiene la inconsciencia de la juventud, no prestamos atención a los detalles y sobre todo a la gente mayor, que sabe más que nosotros, simplemente por haber vivido más.

La tarde del jueves, Día de Todos los Santos, no deja de ser una ironía, fui a fotografiar a algunos peleadores de gallos Visayas y Cebuanos en Tejero Arena. Cuando llegué, temprano por la mañana el lugar estaba semi desierto, había quedado con el dueño Yon Yon en que me presentaría al Cristo. Este es un personaje curioso, es el que acepta todas las apuestas de las cientos de personas que acuden al ring cada día de fiesta. Le llaman así porque es el que tiene todo el poder allí adentro y porque es capaz de recordar cada cara y la cantidad de dinero que apostó sin apuntar absolutamente nada. El lugar es bastante tétrico, salpicado de sangre de los animales por todos lados y para ser honesto, un lugar bastante sucio, con ese olor peculiar de los gallineros. Fotografié a varios personajes, entre ellos un gran campeón. La mayoría de la gente con la que me entrevisté dedican toda su vida a este tradición ancestral, sin trabajar en nada más. Solo la entrada para ver el espectáculo cuesta cien euros, en un país donde una enfermera gana noventa euros al mes y luego, están las apuestas y los grandes premios de hasta treinta y cinco mil euros, si por ejemplo apuestas por todos los gallos de un criador y todos ellos ganan las riñas esa tarde. Es un poco más complicado que eso, porque depende de cuanto hayas apostado, pero la realidad es que puedes ganar esa cantidad en una sola tarde.

A cada paso que doy, me voy acercando más y más al final del viaje, esto, unido a la cercanía cultural con este rincón del mundo, debido a los más de trescientos años bajo la corona española, hace que me sienta cada vez más cerca de casa.